El 17 de noviembre de 1904 la población de Trelew se enteró del paso por la localidad, en dirección a Rawson, del tristemente famoso bandido Asencio Brunel, el que había sido detenido el 22 de octubre en la zona del Río Corintos, por dos patrullas, una a las órdenes del Oficial Lahitte, compuesta por el agente Clodomiro Mayor y de unos vecinos de Pampa Grande, donde días antes había robado unos caballos al señor José Ramos Orellana; y la otra, por el Comisario de Esquel, Eduardo Humphreys acompañado por el agente Celedonio Díaz y un particular, ello después de seguir sus rastros por tres largos días. Por confesión de Brunel fueron detenidos Víctor Sepúlveda, en Bariloche, y Santos Domingo en Colonia San Martín, siendo los tres conducidos detenidos a Rawson por el Comisario Humphreys, donde llegaron sin novedad el 17 de noviembre.
Haciendo referencia a este sujeto, el señor Andreas Madsen, en su libro La Patagonia Vieja, comenta su fuga de un calabozo de los cuarteles locales. Al relatar el episodio, manifiesta que este famoso bandido legendario se encontraba detenido y esposado en uno de sus cuartos, cuando vio llegar hasta su ventana al Comandante del Regimiento, dejando su caballo como salía hacer siempre, con las riendas sobre la montura para entrar en sus oficinas. La oportunidad fue aprovechada por el bandido, quien forzando la ventana saltó sobre el animal alejándose a toda carrera. Sus esposas fueron encontradas más tarde en un lugar cerca del río, perdiéndose allí todos sus rastros.
Muy distinta es la versión de su fuga, relatada en el Diario “Y Drafod” del 15 de setiembre de 1905, por el señor Elías Owen, quien lo comenta de la siguiente manera: “El bandido se encontraba ya detenido en Rawson desde hacía varios meses, cuando llego, desde Río Negro, una caballada de animales ariscos, a los que se comenzó a domar. A su terminación quedó un caballo al que no pudieron amansar, ocasión que aprovechó Brunel para ofrecerse a domarlo, porque se sentía capaz para ello, solicitando que se le entregara un freno y un buen rebenque. Como su buen comportamiento hasta entonces no inspiraba mayor desconfianza, se accedió a su ofrecimiento. En la tarea estuvo varios días y en una ocasión, pese a estar vigilado, tomó impulso saltando sobre el cerco del patio, dirigiéndose a todo galope hacia el río, obstáculo que cruzó, perdiéndose de vista.
Como este bandido protagonizó varias fugas, bien podría tratarse de otras de sus hazañas, ya que tampoco coinciden los lugares en que se realizaron.
Textos de Matthew Henry Jones