El general Pacheco avanzó sobre el río Negro y el 26 de mayo atacó los toldos de Payllarén, y le provocó graves pérdidas incluyendo la muerte del cacique.
El 3 de julio llegó con 300 hombres a la isla de Choele Choel, donde tomó gran cantidad de prisioneros, aunque el cacique Chocorí – al igual que Yanquetruz, uno de los principales objetivos de la campaña- había conseguido fugar.
Desde la isla se emprendieron varias expediciones. Una de ellas, a principios de julio, al mando del comandante Lagos, atacó y dispersó a las bandas del cacique Pitriloncoy.
A mediados de agosto, otra fuerza lanzada desde allí al mando de los comandantes Sosa y Hernández sorprendió a los caciques Unguñan, Millar y Picholoncoy. Estos dos últimos murieron en las refriegas que se desarrollaron en el río Colorado.
Otro destacamento, al mando del coronel Delgado, tuvo por misión perseguir a Yanquetruz, derrotado como vimos en Las Acoralladas. La cacería fue infructuosa, pero cerca de trescientos indígenas se entregaron junto con los caciques Marileo, Mariquer y Antibil, mientras otros, como los voroganos, eran controlados desde Salinas Grandes.
Rosas retrasmite el 15 de julio de 1833un informe del Tte. coronel Delgado a Quiroga sobre las operaciones sobre la búsqueda de jefe ranquel y la destrucción de sus bandas:
“Todas las cautivas cristianas estaban a mi disposición, y que el camino era enteramente libre, lo que me comunicaban, por si por esa nota, quería dirigir comunicaciones a V. E. que los Ranqueles también han quedado pocos después de los que han muerto en la jornada del 16 de marzo, por el centro después iban muchos con Llanquetrur, y de los golpes que en seguida recibieron por la derecha. Y en efecto si es como se dice, la pérdida que estas tribus han sufrido ha sido mucho mayor que lo que indican los partes, pues considerable número de heridos fueron a morir a gran distancia”.
Persiguiendo a Chocorí, no muy lejos de Choele Choel, el 13 de julio, los destacamentos del coronel Martiniano Rodríguez y del teniente coronel Miguel Miranda alcanzaron algunas bandas rezagadas, dispersándolas por completo.
El 22 de agosto, Miranda alcanzó al cacique Yanquimán en Salinas Gran des, tomándolo prisionero y matando a diez de sus hombres; Chocorí, que estaba cerca de allí en las márgenes del río Colorado, fue alcanzado por una partida al mando del teniente coronel Sosa, quien atacó a las bandas mientras dormían. Hubo aniquilamiento, pero Chocorí logró huir, esta vez para siempre, hacia Chile, siguiendo los pasos de su paisano Maulin, quien mientras se fugaba con los restos de sus bandas, debió soportar todavía los embates del coronel Ramos (septiembre).
Otro cacique muy buscado, Callupán, fue sorprendido por el destacamento del sargento mayor Leandro Ibañez en el río Balchitas (Río Negro) el 6 de octubre, donde murieron casi cuarenta guerreros. Callupán pudo escapar, pero días después cayó prisionero.
Las operaciones de la división izquierda finalizaron el 25 de mayo de 1834 con un “éxito” sin precedentes sobre las comunidades indígenas: 3200 muertos; 1200 prisioneros; 1000 cautivos rescatados.
El desbande de las principales comunidades fue casi total y sus caciques muertos, fugados o prisioneros, como Yanquetruz, Pichún, Chocorí, Picholoncoy, Maulín, Callupán y Yanquimán entre otros.
El general Roca, en discurso de octubre de 1875, aseguraba: “A mi juicio el mejor sistema para concluir con los indios, ya se extinguiéndolos o arrojándolos al otro lado del río Negro es el de la guerra ofensiva que fue seguida por Rosas, que casi concluyó con ellos…”.
Fragmento del libro “Nuestros paisanos los indios”, de Carlos Martínez Sarasola