Con defectos, con pasiones, con vehemencia, con la severidad y el rigor que tuvo en las relaciones personales, fue alguien que avizoró y trató de divisar una nueva Argentina que rompiera definitivamente con el atraso, la miseria y los valores coloniales del mundo de su época. Fue un fanático de la ciencia, la tecnología y la innovación. Polifacético y enérgico como pocos, fundó clubes, diarios, bibliotecas, impulsó por primera vez el voto femenino siendo gobernador interino de San Juan y escribió sin parar sobre política, historia, derecho, literatura, pedagogía.
Con su proyecto se logró bajar el analfabetismo en Argentina de casi un 80% para 1880 a menos del 15% en 1915. Teníamos menos que los Estados Unidos.
Se lo ha catalogado de “antipopular”, “genocida”, “anti-argentino” entrado el siglo XX en una versión revisionista que responde mas a intereses partidarios, no reconociendo, con errores sin duda, sus logros para varias generaciones.
Por Miguel Ángel Martínez