lunes, 13 de enero de 2025

La preocupación de los concejales por la inseguridad, la prostitución, juegos y riñas de la manzana N° 92 encontró un principio de solución con los nombramientos del señor Guillermo Mulhaly, como nuevo comisario de policía en la localidad y el del doctor Ernesto J. Cano, como director de Asistencia Pública. Para combatir el mal se resolvió actuar de común acuerdo, cada uno atacando el mal con sus respectivas armas: la municipalidad por medio de la ordenanza reglamentando el ejercicio de la prostitución, cuyas casas de lenocinio ya ocupaban casi el perímetro de toda una manzana, lo que da una idea de su proliferación, en una población de poco menos de 3.000 habitantes; la Autoridad Policial extremando su vigilancia sobre las personas de mal vivir; y el Dr. Ernesto J. Cano, en su carácter de médico municipal, en la profilaxis social en este submundo que estaba comenzando a echar raíces en esta pequeña localidad. Esta decisión de la Municipalidad fue muy bien vista por toda la población local, siendo grande su satisfacción cuando la misma se puso en práctica.

El señor Guillermo Mulhaly, según lo manifestado por el vecino John Howell Jones, en una solicitada publicada en Y Drafod del 29 de agosto de 1913, elogiando su actitud, de inmediato se dedicó a realizar una limpieza a fondo de los elementos de mal vivir que existían, obligándolos, si no tenían trabajo, a abandonar el pueblo. También hace referencia a que en otra ocasión, al querer ser sobornado por un tratante de blancas, no sólo le arrojó el dinero en la cara, sino que “a fustazos en las espaldas” lo condujo detenido a la comisaría. Continuó el señor Jones diciendo que “el pueblo de Trelew tiene que estar orgulloso del joven comisario, siendo saludable para todo ser humano el pensar que se encuentra entre nosotros un joven tan serio, de carácter propio y de voluntad férrea”.

Con estas últimas palabras, el señor J. H. Jones deja entrever la falta de apoyo que el comisario Mulhaly tenía de sus superiores en la gobernación, quienes en este problema social no estaban de acuerdo con las medidas y procedimientos que se estaban adoptando en Trelew. Se pone así de manifiesto el distanciamiento que se estaba operando entre la gobernación y la comuna de Trelew, el que se mantuvo por muchísimos años, durante los cuales aún siendo más débiles, los trelewenses no bajaron su guardia y se mantuvieron firmes para procurar hacer valer sus derechos, basados no sólo en la moral, sino también en la Ley.

Termina el artículo del señor Jones diciendo: “Que será el primero en promover una lista de suscripción, con el objeto de ofrecerle una medalla de oro, en prueba de que lo apreciamos por los buenos servicios prestados en ésta, en pro de la moral, y más aún si fuera necesario, hemos de unirnos como un solo hombre y colocarnos a su lado para defenderlo y protegerlo”.

Ya que estamos hablando de este ejemplar funcionario público que era el señor Guillermo Mulhaly, diré que al poco tiempo de llegar a Trelew, acompañado de su madre anciana y dos hermanas, se casó con la hija del señor Emilio Albano, conocido vecino que poseía un taller de carpintería en la hoy calle C. Pellegrini al 200, taller este que han continuado atendiendo sus hijos hasta la actualidad. Volviendo al señor Mulhaly, diré que no era de extrañar entonces, cuando la mala administración del Gobernador Lamarque pretendía que se cometiesen arbitrariedades contra ciertos vecinos de Trelew, entre ellos la de provocar y dar una paliza al señor Francisco Pietrobelli, Presidente Municipal, e incendiar la imprenta de El Avisador Comercial, propiedad del señor Francisco Díaz Moreno, ambos por realizar una campaña en su contra, que el espíritu justiciero se rebelase y no diese cumplimiento a las directivas recibidas, lo que bien pronto le significó la separación del cargo, seguido de exoneración, por decreto del 16 de mayo de 1915, fundado en “actos de insubordinación y falta de respeto”.

Textos de Matthew Henry Jones

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