El jefe comunal de Cushamen, Omar González, confirmó que la zona atraviesa nuevamente un avance de tucuras, fenómeno que se repite desde 2015 y que este año vuelve a cobrar fuerza. “Más o menos la mitad del ciclo ya empezó allá por julio, en invierno. Ahora están en pleno crecimiento y comienzan a caminar”, explicó.
Según González, el patrón se repite cada tres años, cuando se produce lo que describió como una “explosión” del insecto. “Ya sabíamos que este año tocaba, lo veníamos previendo”, indicó, aunque aclaró que el impacto actual tiene un componente adicional: la falta de lluvias.
“Ahora afecta mucho más por la sequía. Estos dos últimos años han sido muy secos en toda la región y eso influye. Hay muchas tucuras, pero menos alimento; por eso empiezan a bajar de los campos, se las ve por la ruta y ya están llegando a los domicilios rurales”, advirtió el jefe comunal.
PREOCUPACIÓN EN LAS ZONAS RURALES
El fenómeno, que comenzó a observarse con fuerza a mediados del invierno, ya genera complicaciones sanitarias y ambientales. González explicó que las tucuras, al desplazarse, alcanzan los tanques y pozos de agua, lo que obliga a las familias a extremar cuidados:
“Se vienen tomando recaudos durante todo el año, pero cuando llegan a las casas el problema es el agua. Caen al pozo o a los tanques y, si bien los estudios dicen que no generan efectos tóxicos, no es higiénico. La gente termina limpiando o pidiendo agua potable”, detalló.
El funcionario destacó que la población local ha aprendido a convivir con el problema, aunque reconoció que “no deja de ser un proceso molesto y preocupante, sobre todo para los pequeños productores que viven de la agricultura o la ganadería”.
TRABAJO CONJUNTO Y MEDIDAS DE CONTROL
Desde el primer brote masivo, en 2015, la comuna de Cushamen trabaja junto a SENASA, INTA, CORFO y el Ministerio de Producción provincial en tareas de monitoreo, prevención y control.
“Se ha trabajado siempre de manera articulada. Al principio no sabíamos cómo enfrentarlas, pero se fueron dando capacitaciones y se bajaron recursos. SENASA autorizó algunos productos para aplicar en zonas puntuales y se entregaron mochilas manuales o de explosión, y tanques para fumigación”, precisó González.
Sin embargo, reconoció que el control total es imposible: “Por el campo te pasa y te devora todo; eso es incontrolable. Lo que hacemos es evitar que lleguen a las casas y minimizar el impacto”.
UN PROBLEMA CÍCLICO QUE SE AGRAVA
La situación en Cushamen se repite, con distinta intensidad, desde hace una década, y se suma a la preocupación que recientemente llevó al SENASA a emitir una resolución de alerta para las provincias patagónicas.
En este contexto, González insistió en que la clave pasa por la prevención, la coordinación institucional y la concientización comunitaria. “Cada vez que vuelve el ciclo, la comunidad está un poco más preparada. Pero mientras sigan las sequías, las tucuras van a seguir siendo una amenaza seria para toda la región”, concluyó.

 
									 
					