
Nosotros estábamos bien en Buenos Aires, estábamos mucho mejor de lo que encontramos acá… porque yo trabajaba con el tío en la carpintería, a mi hermano lo habían puesto en Obras Sanitarias, en una fábrica en la calle Alvear cerca de la Recoleta. Sacaba todavía a fin de mes 100 o 110 o 115; pero como teníamos un cuñado en Trelew que tenía un hermano que era zapatero, se comunicaban, el cuñado mandó a decir que estaba sin trabajo en Buenos Aires, y el otro le dijo que por qué no lo iba a ver a Trelew; se fue en barco y al llegar al otro día estaba trabajando en el ferrocarril. Entonces él le escribió a mi hermano diciéndole que estaba muy bien y por qué no venía al Chubut; entonces mi hermano como en realidad él quería irse a Norteamérica y a mí no me había dicho nada, dijo “vamos”. El tío dijo: ‘hice tanto para que trabajaran y ahora que están bien, y se van”. Llegamos a Trelew y al taller de zapatería de Vabaldo que quedaba en el callejón en la calle de Bernardi; ahí estuve siete años en Trelew. Nosotros llegamos a la noche y a la mañana siguiente salimos a caminar… no había nada… ¡no había nada! Entonces mi hermano me dijo: “¡no desate la valija que nos vamos de vuelta”! Como sabía hablar inglés fue al San David, vió donde hacen las fiestas los galensos, habló al inglés que estaba ahí y le dieron un trabajo en la construcción… ahí me hizo trabajar mi hermano. El zapatero me obligaba a pagarle la comida, y tuve que salir a buscar trabajo y no había nada… hasta que un español me dió trabajo: Antonio Ríos y era andaluz; me daban 2,50 por día; me dijo que si trabajaba bien me iban a pagar igual que a una persona grande. Hicimos un salón en la esquina de la 25 de Mayo, terminamos ahí y no había trabajo por ningún lado. El padre del doctor Margara me dijo que mejor fuera a la casa a trabajar con él y a los pocos días murió la señora; yo quedé con los chicos que eran tres; el mayor fue el farmacéutico, después venía la muchacha y Adolfo; entonces yo me quedaba en el patio jugando con los chicos y me pagaba igual, y siempre fueron muy atentos conmigo.
ANÉCDOTAS Y PERSONAJES DURANTE LA PRIMERA GUERRA
Los primeros automóviles que yo ví acá los tenía Peccoraro, los Fiat. El hizo una fidedería y trajo máquinas de Italia. Costaba mucha plata y él hizo poner el agua corriente. Ya en el año 1913 estaba el agua, justo antes de la guerra. Porque la guerra vino en el 14 y acá se hablaba mucho de la guerra porque había muchos alemanes! Había uno que se llamaba Gutmann y tenía una cervecería, la primera buena, buena… Después había otro que era peluquero y estaba casado con una señora de apellido Morgan; vivía en la misma cuadra del hotel Touring y él tenía un parlante que se comunicaba de Alemania a acá. Gutmann tenía una gran amistad con el panadero que le faltaba una mano y le llamaban “el manco” de apellido Saltandrea, era vasco. Un día se fue abajo al sótano, donde tenía el parlante y los de la escuadra inglesa lo chapó ahí!… Vinieron de Puerto Madryn y le sacaron la máquina. Al lado de donde yo vivía, había un relojero que había sido consul alemán en Chile y tenía una relojería a todo trapo! Ponía marchas alemanas y decía “Italia ratón, ratón!” … Ese aparato lo tenía de contrabando el alemán en el sótano. Acá se hablaba todo lo de la guerra! Se sabía de los submarinos… toda la cosa terrible que fue la guerra lo sabíamos acá! Donde se habían hundido los submarinos, las bombas con gas especial!
¡La gente aquí estaba muy preocupada! El gobierno italiano mandó una circular que todo italiano que tuviese la edad correspondiente se fuese a Italia… ¡Muy bien!… y de acá se fueron muchos!
En esos tiempos no había camino para ir a Buenos Aires por tierra. En esa época querían hacerlo… aquí era como un desierto… y al gobierno no le importaba nada. Todos los malandrines de Buenos Aires que tenían entrada en la policía los mandaban todos al sur! Y también yo lo he visto, asaltaban acá a la gente, a los hoteles a la noche! Los mismos milicos no eran acá personas buenas… eran de la cárcel! Hacían lo que querían! La mayor parte eran extranjeros, italianos, algún español, ruso, polaco, que los mandaban acá y aquí el co misario los hacía milicos. ¡Esa era otra época! En aquellos años como había tanta gente con un sueldo de nada, con dos pesos por día trabajaba la persona. La plaza de Puerto Madryn estaba llena de desocupados e iban a la Municipalidad a pedir que les dieran de comer!
Testimonio de Cayetano Siciliano (Los ferroviarios que perdimos el tren)
