martes, 16 de diciembre de 2025

 

La confirmación de nuevos casos de Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) en Chubut vuelve a poner en primer plano una enfermedad grave, prevenible y con consecuencias que pueden marcar de por vida a niñas y niños. Aunque desde el Gobierno provincial se activaron los protocolos sanitarios correspondientes, la preocupación de los equipos médicos está puesta en la naturalización de una patología que no debería repetirse año tras año.

Así lo advirtió la doctora Sofía Testino, médica pediatra (MP 2618), quien confirmó que en el último mes se atendieron varios casos en la región. “En este período casi estival es el tercer paciente que tenemos con síndrome urémico hemolítico. Uno se derivó a Comodoro porque no estaba la nefróloga, otro ingresó desde Puerto Madryn a terapia intensiva y dializó, y tenemos una paciente internada que no requirió diálisis, pero que es SUH”, detalló.

Si bien la enfermedad tiene un comportamiento estacional, Testino fue tajante al rechazar cualquier mirada resignada. “Todos los años lamentablemente vemos esto, pero no deberíamos verlo. No nos tenemos que acostumbrar a la desgracia. Son cosas prevenibles”, sostuvo. Y agregó un dato clave: “Argentina es el país número uno en el mundo en síndrome urémico hemolítico y Chubut estuvo entre las provincias con más casos. Aun así, no puede parecernos normal empezar a ver chicos dializando”.

La pediatra explicó que el aumento de casos en primavera y verano responde a una característica propia de la enfermedad. “La replicación de las bacterias es mucho más frecuente en esta época del año. Eso pasa en todos los países, y el nuestro no escapa a esa lógica”, señaló. Sin embargo, remarcó que la estacionalidad no justifica la magnitud del problema.

En ese punto, Testino dividió las responsabilidades en dos planos. Por un lado, el rol de las familias. “Los chicos no pueden comer carne picada. La carne tiene que estar muy bien cocida. Hay que lavarse muy bien las manos antes de preparar alimentos, no comprar comida en lugares donde no sabemos cómo se cocinó, y extremar el lavado de frutas y verduras, que también pueden ser fuente de Escherichia coli”, explicó. También desaconsejó el consumo de embutidos y chacinados en menores, y advirtió sobre la importancia de respetar la cadena de frío en yogures, leches y alimentos refrigerados.

Pero la médica puso especial énfasis en lo que excede a las familias. “Esto no es solo responsabilidad de los papás. Lo que se consume tiene que estar controlado. Si un alimento no se conserva a la temperatura adecuada, la bacteria se replica muchas más veces y el riesgo se multiplica”, afirmó. En ese sentido, reclamó controles bromatológicos mucho más estrictos: “No puede haber puntos de venta de alimentos que no estén chequeados. Y el chequeo no es ver si el lugar está limpio, es analizar si los alimentos están contaminados con Escherichia coli”.

El SUH afecta principalmente a niñas y niños pequeños por la forma en que su organismo reacciona a la verotoxina que producen determinadas cepas bacterianas. “En los chicos genera un daño endotelial mucho más severo. Produce una inflamación de los vasos sanguíneos que los adultos no desarrollamos de la misma manera”, explicó Testino, quien aclaró que por eso la enfermedad es predominantemente pediátrica.

En cuanto a los síntomas, la pediatra fue contundente: “En casi el 90% de los casos el cuadro comienza con diarrea con sangre. Ante eso, la consulta tiene que ser inmediata”. A partir de allí se realizan estudios para detectar la bacteria y un seguimiento estricto para evaluar si el niño desarrolla el síndrome. “No todos los chicos con Escherichia coli evolucionan a SUH, pero una parte importante sí, y no todos lo hacen con la misma gravedad”, precisó.

Las consecuencias pueden ser severas. En el cuadro agudo, muchos pacientes requieren diálisis por insuficiencia renal, y algunos presentan compromiso neurológico o visual. “Es una enfermedad gravísima en el momento agudo, con un enorme desgaste para el paciente y la familia”, describió. Y advirtió que las secuelas pueden extenderse en el tiempo: “Algunos chicos quedan con falla renal crónica, hipertensión o incluso pueden necesitar un trasplante en la adultez”.

Finalmente, Testino recordó que la franja etaria más afectada va desde los 6 meses hasta los 5 o 6 años, coincidiendo con el inicio de la alimentación sólida. “Es ahí donde tenemos que extremar todos los cuidados”, concluyó.

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