miércoles, 5 de febrero de 2025

El 4 de setiembre de 1902 a las 14.00 tuvo lugar la exhumación de los restos del general Belgrano, en presencia de los miembros de la Comisión designada al efecto, integrada por los ministros de Interior y de Guerra, doctor Joaquín V. González y coronel Pablo Riccheri, el presidente de la Comisión del Mausoleo, Gabriel L. Souto; el Prior del Convento de Santo Domingo, fray Modesto Becco; los descendientes del general, Carlos Vega Belgrano y subteniente Manuel Belgrano, funcionarios oficiales, el inspector de Sanidad del Ejército, doctor Marcial Quiroga y otras personalidades, además del Escribano Mayor de Gobierno, Enrique Garrido, quien labró el acta correspondiente.

Hecha la excavación bajo la supervisión del escultor Xímenez, se removió la tierra de la fosa y aparecieron algunos huesos del esqueleto del prócer, trozos de madera y unos clavos de bronce. Los restos óseos eran colocados en una bandeja de plata que sostenía el padre Becco.

Al día siguiente La Prensa comentó la ceremonia llamándole la atención al cronista que no se precisó en el acta correspondiente los huesos encontrados, pero denunció:

“La mayor irregularidad pues “entre los restos del glorioso Belgrano, se encontraron varios dientes en buen estado de conservación, y admírese el público ¡esos despojos sagrados se los repartieron, buena, criollamente, el ministro del Interior y el Ministro de la Guerra! Ese despojo hecho por los dos funcionarios que nombramos, debe ser reparado inmediatamente, porque esos restos forman una herencia que debe vigilar severamente la gratitud nacional: no son del Gobierno sino del pueblo entero de la República, y ningún funcionario, por más elevado e irresponsable que se crea, puede profanarla. Que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación, y que el escribano labre un acta con el detalle que todos deseamos y que debe tener todo documento histórico”.

El estallido de un polvorín
Semejante denuncia de La Prensa, tratar de profanadores e irresponsables a ambos ministros, fue como el estallido de un polvorín, y de inmediato la reacción popular le hizo escaso favor al presidente Roca y a sus dos ministros. Pero ya sabemos que “los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz” y además los poderosos que se creen impunes mucho más y saben tapar sus errores, disfrazando la maldad con inocencia.

Así el 6 de setiembre La Prensa anunciaba: “Las dos cartas que publicamos a continuación y que recibimos ayer del R.P. Becco, prior del convento de frailes dominicos explican los hechos de acuerdo con las respectivas declaraciones de los ministros”. El Padre Becco explicaba en su misiva que el ministro Joaquín V. González, “que llevó un diente del general Belgrano para mostrárselo a varios amigos, acaba de remitirme esa preciada reliquia del glorioso prócer de la Patria, el cual está en mi poder y bajo mi custodia…”. En la otra carta afirmaba que el ministro de la Guerra, lo había llevado “para presentárselo al señor General D. Bartolomé Mitre”.

Como se puede ver las excusas son infantiles, y aunque se tratara de algo serio, resulta imposible creer que personas de semejante nivel hayan mostrado como un trofeo a los amigos los restos del prócer. Si por algo se ha caracterizado La Prensa es por denunciar sin problema aún a sus propios amigos y publicó a continuación:

“Las dos cartas que publicamos han sido fechadas ayer 5 de setiembre en el convento de Predicadores, y están timbradas con el sello de la Orden. Así quedarán en el Archivo de La Prensa y a disposición de aquellos que quisieran verlas como documentación preciosa de los hechos contemporáneos. Las explicaciones son de definida ingenuidad, pero nos llama la atención especialmente la del ministro de la Guerra. Este funcionario declaró ayer en su despacho, ante varias personas, que había retirado el diente del general Belgrano, con el objeto de consultar al general Mitre sobre la conveniencia de engarzarlo en oro, para colocarlo luego con los demás restos en la urna del monumento…”.

Y como una reafirmación de sus principios prosigue el artículo prosigue con mayores denuncias sobre el ceremonial del acto:

“La Prensa se felicita ardientemente de haber formulado la denuncia que ha motivado la devolución de los despojos sustraídos, la cual ha servido para despertar en el espíritu de los magistrados que cometieron la falta, la conciencia de su responsabilidad”.

“Los dientes han sido devueltos y están ya con los otros restos del general Belgrano, pero este ingrato asunto no ha terminado. Lo que se gastó en “lunch”, “Bandeja de plata” y “sábana bordada” debió emplearse en dar la debida solemnidad al acto, y desde que no se ha hecho, corresponde que el Gobierno haga labrar un acta detallada de los restos encontrados en el sepulcro y de la entrega precia hecha a las autoridades del convento; pero si esto no lo hace el Gobierno debe mandarlo hacer inmediatamente la Comisión Popular con la debida concurrencia cívica. La familia del general Belgrano, a esta altura de la vida nacional, es el pueblo argentino, y nadie tienen derecho mejor a exigir o hacer otra cosa”.

Algo más debemos decir, para evitar de antemano cualquier irreverencia. La Comisión Oficial, como habrá visto el público en los fotograbados que publicamos ayer, ha presenciado el acto con el “sombrero puesto” y el encargado de sacar los huesos de la fosa en lugar de ser un veterano de nuestro ejército, fue un extranjero y un muchacho del convento”.

“Todos los jefes del ejército, sin distinción alguna de graduación, como todos los ciudadanos argentinos, se habrían sentido honrados de una manera especial solamente con el hecho de recoger y tocar los huesos del patricio más ilustre de nuestra independencia, del fundador de la bandera nacional, del general que dio las primeras glorias guerreras a la historia argentina. Ya que ni el General Presidente ni el Coronel Ministro, han sabido colocarse a la altura de una misión tan noble, que la comisión popular, prepare y lleve a término el desagravio que corresponde”.

La denuncia de La Prensa, se hizo eco en distintos medios, entre ellos la revista Caras y Caretas donde criticaron “el deplorable incidente provocado por los señores González y Riccheri… y tanto más digno de censura es esto cuanto se trata de funcionarios del gobierno, los primeros sin duda obligados a mantener el decoro y la corrección de la ceremonia”. Una caricatura de Giménez titulada “Los ministros odontólogos” aludiendo a la desaparición de los dientes, mostraba un Belgrano saliendo de la tumba diciéndoles: “¡Hasta los dientes me llevan! ¿no tendrán bastante con los propios para comer del presupuesto?”.

Quizás la frase de La Prensa afirmando que Belgrano fue el patriota “que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación”, deba recordarse a menudo como un ejemplo, lo mismo que la forma actual de vestir en las ceremonias, con funcionarios en camiseta de cuello redondo, o presidiendo actos sin las formas correspondientes, izando la bandera con ropa más propia para un encuentro familiar que para un homenaje a la enseña nacional. No fue aquella la primera vez que La Prensa denunció estos hechos, y lo sigue haciendo enalteciendo los grandes valores de nuestra tradición y a sus grandes hombres, recordados en declamaciones pero poco en los hechos.

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