sábado, 27 de julio de 2024
El Santo Patrono de la Ciudad de Buenos Aires.
Su festividad se celebra el 11 de noviembre coincidiendo con la matanza del cerdo en muchas regiones de España, de ahí el origen de la expresión: «A cada cerdo le llega su San Martín».
Como era costumbre, al fundar la ciudad los cabildantes (y no el clero, como comúnmente se cree) debería elegir un patrono así fue que el 20 de octubre de 1580, los autoridades que representaban a los pocos vecinos de la ciudad se convocaron para designar por sorteo al santo patrono de la metrópoli recién fundada. En el acto estaban Juan de Garay, el Alcalde Rodrigo Ortiz de Zárate, el Escribano Real Pedro Fernández y los vecinos Hernando de Mendoza, Pedro de Quirós, Diego de Olavarrieta, Antonio Bermúdez, Luis Gaytán y Alonso de Escobar, cuyas firman están en el acta de designación y cuenta la leyenda que pusieron varios nombres de santos y santas, lo colocaron en una bolsa y salió el nombre de San Martin de Tours, pero, como era francés, no lo querían; por tanto por tres veces intentaron hacer el sorteo en vano, dado que siempre salía el mismo nombre: San Martin Obispo de Tours. Pero eso es solo una leyenda. Porque San Martin no era “francés”.
Había nacido en el año 316 en la actual Szombathely, Hungría, en el seno de una familia de un oficial del ejército romano, siendo bautizado en el año 334.
Ingresó con 15 años en la guardia imperial romana.
La leyenda más famosa en torno a su vida sucedería hacia el año 337. Estando Martín en Amiens, encontró cerca de la puerta de la ciudad a un mendigo tiritando de frío, a quien dio la mitad de su capa, pues la otra mitad pertenecía al ejército romano. Esa noche, soñó con Jesús vestido con la media capa y diciendo a una multitud de ángeles que le rodeaba: «Martín, siendo todavía catecúmeno, me ha cubierto con este vestido». Martín dejó el ejército romano en el año 356.
Se dedica a la predica y a la vida monastica. En el año 371 es nombrado obispo de Tours. Su vida pastoral se caracterizó por la evangelización y la lucha contra las costumbres paganas.
Por Miguel Ángel Martínez
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