sábado, 27 de julio de 2024

Hace cinco años inició la crisis que detonó el plan del entonces presidente Mauricio Macri. La salida de fondos que se registró el 25 de abril de 2018 forzó al BCRA a vender casi u$s 1500 millones en una sola rueda para evitar un salto del precio del dólar, que era libre, y dio inicio a sucesivas corridas que arrastraron a la economía y liquidaron al gobierno de Cambiemos.

Las turbulencias torcieron el rumbo que hasta ese momento exhibía la gestión de Macri. En 2017, la economía creció casi 3%, la inflación cedió al 25% anual y el índice de pobreza se redujo al 26% a nivel nacional. Incluso, el oficialismo ganó las elecciones legislativas de ese año. Pero a principios de 2018 “pasaron cosas”.

Las variables financieras distaban enormemente de las actuales. El dólar, hoy al borde de los $ 500 en la plaza paralela, cotizaba en $ 20 (ajustado por inflación, hoy representarían poco más de $ 200). Las reservas brutas, hoy en menos de u$s 37.000 millones, superaban u$s 60.000 millones. El riesgo país, ahora por encima de 2600, rondaba los 400 puntos.

QUÉ COSAS PASARON

Previo al inicio de las corridas cambiarias, el mercado externo de deuda le cortó el financiamiento a Macri, pieza fundamental para cubrir el déficit fiscal y renovar los vencimientos de deuda, en el marco de su plan de ajuste gradualista. El portazo lo llevó a una de sus jugadas más cuestionadas: pedir un abultado crédito al FMI para reforzar las reservas y evitar caer en default.

Los analistas señalan distintos detonantes, como la pérdida de credibilidad tras la conferencia del 28 de diciembre de 2017, en la que el Gobierno intervino y relajó las metas de inflación del BCRA. Suman la suba de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos, el menor ingreso de dólares por la sequía, la incursión del impuesto a la renta financiera y el atraso cambiario.

El economista Gabriel Caamaño recuerda que la crisis se gatilló a partir de los desarmes de posiciones en Lebac, que estresaron la balanza de pagos. La salida de fondos presionó a las tasas de interés y al tipo de cambio, lo que obligó al BCRA a intervenir con fuerza en el mercado secundario de los instrumentos de política monetaria y en la plaza cambiaria.

Pero las causas detrás de la crisis, de acuerdo con Caamaño, estuvieron en el esquema que armó el gobierno para enfrentar la herencia que dejó Cristina Kirchner: hubo inconsistencia entre las políticas fiscal y monetaria, donde la corrección de la primera iba muy lenta y la de la segunda, mucho más rápida. La combinación derivó en un ajuste abrupto de desequilibrios.

El politólogo Ignacio Labaqui también apunta contra el desfase entre la política monetaria, que buscaba reducir la inflación muy rápido, y el excesivo gradualismo del ajuste fiscal. Esto hizo, recuerda, que el peso se apreciara y cerrara 2017 con un importante déficit de cuenta corriente, lo cual no era un problema mientras el ingreso de capitales lo siguiera financiando.

LA CASA EN DESORDEN

El analista Sebastián Maril afirma que el cierre del financiamiento se generó, como siempre, por la falta de credibilidad en que el país pueda cumplir con su compromiso de pago. La intervención en la meta del BCRA, sostiene, fue sólo uno de los factores que los acreedores observaron para constatar que Argentina tendría problemas para cumplir con los acuerdos.

Maril destaca que Macri había emitido mucha deuda para cubrir el déficit fiscal que dejó el gobierno de Cristina Kirchner, pero no exhibía capacidad de pago porque no estaba haciendo las reformas necesarias. El mercado empezó a descreer que Argentina pudiera cumplir y, efectivamente, años más tarde terminó reestructurando los títulos de deuda.

El especialista resalta que el problema es que “Argentina nunca pone la casa en orden”: siempre gasta más de lo que tiene y se endeuda para cubrir los déficits, en lugar de acudir al origen del problema, que es bajar el gasto público. Por lo tanto, hasta que eso no ocurra, cualquier gobierno que asuma, sea del partido u orientación que sea, todo seguirá igual, asegura.

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