Era en los primeros días de 1907 cuando apuntaban los primeros albores de la aviación en el mundo… Los incipientes tanteos realizados aún no permitían prever hasta dónde podría llegar al cabo de los años en su perfeccionamiento, hasta dónde la vigorosa mentalidad humana sería capaz de avanzar en su competencia con las aves, en el dominio del espacio, en su lucha contra los elementos adversos, en pos de las huellas de Ícaro…
Santos Dumont acababa de efectuar una experiencia acronáutica que era considerada como descomunal proeza; había recorrido 50 metros en una máquina alada de su construcción, un desproporcionado pájaro mecánico que respondía a su voluntad, aunque no del todo…
A fines de 1906, otra gran proeza similar se estaba planeando en Francia; la gestaba Enrique Farman, con un aparato que él mismo construyera en base al de Santos Dumont… y, esa proeza tuvo realización; el aviador inglés que fue uno de los principales precursores de la aviación, salió victorioso de lo que entonces era dificilísima prueba.
Resulta interesante, a más de 31 años de realizada esa prueba, cuando los cielos de todo el mundo son cruzados en todas direcciones por gigantescas naves del espacio que cual los poderosos trimotores Junker, los más probados y seguros en materia de aviación comercial, cruzan distancias enormes en pocas horas, a grandes velocidades y sin mayores riesgos, consignar los pormenores de aquel famoso vuelo experimental de Farman.
Veamos que decía al respecto una gran revista italiana de aquella época, “Natura ed Arte”, y para mejor ilustrar a nuestros lectores, acompañamos la reproducción del comentario con las de los grabados que se publicaron con el mismo. Un poco de historia acronáutica pura y fidedigna que exhumamos del historial pasado de los grandes acontecimientos como un tributo a todos los grandes “pionners” de la acronavegación. Se expresaba lo siguiente en una de las ediciones de “Natura ed Arte” de 1907, en la sección destinada a los grandes acontecimientos mundiales de entonces:
EL AEROPLANO DE FARMAN
El acronauta Farman, con el experimento efectuado el 13 de enero ha demostrado la superioridad y la victoria del principio del “más pesado que el aire”, venciendo en el premio Deutsch, de 50.000 liras.
Las difíciles condiciones del premio eran éstas: recorrer en recinto determinado una vuelta de un kilómetro, volviendo al punto de partida. Dos palos, colocados a modo de señales, 50 metros uno de otro, marcaban los puntos de partida y llegada: el aviador, con su aparato, debía pasar entre los dos palos mencionados. El experimento tuvo lugar en la plaza de armas de Issy-les-Mulineaux, sobre la margen del Sena, junto a las colinas de Meudon. La comisión del Aero Club de Francia y los fundadores del premio asistieron, desde sus automóviles, a presenciar la experiencia. A la primera vuelta de hélice los ocho cilindros se pusieron en acción, desarrollando el máximo de su fuerza. Puesto en movimiento el aeroplano deslizóse por espacio de 50 metros por tierra y luego se elevó en el aire, a una distancia de 100 metros de los palos colocados en el campo. Rápidamente dirigido, pasó entre los palos en dirección hacia otro palo, que señalaba el lugar donde debía realizarse la vuelta. El acroplano se mantenía siempre a 5 ó 6 metros del suelo, pero antes de llegar a la vuelta se elevó hasta unos 12 metros. En este momento se dejaron oír los primeros aplausos del público que, en gran número, asistía a presenciar la prueba. Poco después el aparato volvió al punto desde el que había partido, volviendo a pasar entre los dos palos y tocando seguidamente tierra, sin sacudidas, suave, majestuosamente… El recorrido del kilómetro fue efectuado en un minuto y 28 segundos, con una velocidad de 40 kilómetros, 900 metros por hora. El vencedor fue entusiastamente aclamado.
Enrique Farman es inglés, tiene 33 años y es hijo del corresponsal en Paris del diario “Tribune”, de Londres. Se dedicó siempre al sport y en especial a la aviación, a pesar de haber estudiado bellas artes. Participó en muchas carreras automovilísticas, en una de las cuales se salvó milagrosamente de una caída que pudo resultarle mortal. Ahora se piensa dedicar de lleno a la construcción de un nuevo aparato, de varios planos, que proyecta experimentar en breve y con el cual se presentará a todos los concursos con premios que se organicen en Francia, Italia e Inglaterra. Con la prueba de Issy-les-Mulineaux, Farman también se ha adjudicado el premio instituido por el diario londinense Daily Mail” al aviador que obtuviera un mejor promedio de recorrido en circuito cerrado.
El aparato de Farman se compone de una “célula” rectangular de 10 metros de largo por 2 de ancho, formada por dos planos, distantes un metro y medio uno de otro. El armazón es de madera de fresno recubierto de sólida tela impermeabilizada. Una “asta” de 4 metros de largo une el rectángulo central con uno posterior de 6 metros, munido de paracaídas. El aparato propulsor se halla bajo el rectángulo central, unido a un timón anterior. La superficie total del aparato alcanza a 52 metros cuadrados, la abertura de las alas es de 10 metros 20 centímetros, y la longitud total es de 10 metros, La hélice, situada en la parte anterior, tiene un diámetro de 2 metros 10 centímetros y es accionada por un motor de 50 caballos y 8 cilindros, igual al usado por Santos Dumont cuando hizo el primer vuelo de 50 metros con el primer acroplano. El motor es livianísimo.”
Tal lo que consigna, traducido literalmente. “Natura ed Arte”, de la famosa hazaña acronáutica de Farman. Quien entre a hacer comparaciones con la aviación de nuestros días, indudablemente sonreirá ante lo insignificante de esas proezas de la aviación en un pasado no muy distante, pero cabe recordar que otras hazañas que se realizaron muchos años más tarde, hace muy poco, tales como la del cruce del Atlántico, se efectúan hoy a diario, con la mayor regularidad, con sorprendente seguridad, sin que ocurra sino muy de cuando en vez un contratiempo.
Extraído de la “Revista Aeroposta” de noviembre de 1938