domingo, 14 de diciembre de 2025

El sociólogo italiano Emilio Franzina publicó en Milán una selección de cartas de campesinos italianos establecidos en la Argentina en la década de 1880 y los que siguen son fragmentos tomados de allí:

“Aquí, del más rico al más pobre, todos viven de carne, pan y minestra todos los días, y los días de fiesta todos beben alegremente y hasta el más pobre tiene cincuenta liras en el bolsillo. Nadie se descubre delante de los ricos y se puede hablar con cualquiera. Son muy afables y respetuosos, y tienen mejor corazón que ciertos canallas de Italia. A mi parecer, es bueno emigrar..” (Girolamo Bonesso, Esperanza, 1888).

“Aquí la gente es tan buena, que es una maravilla. Decían que son indios, y son todos muy bien. En Italia no se encuentra gente de educación como aquí (…) Se puede cazar casi con la mano, hay tantas palomas como moscas hay en Italia…!” (De Luigi y Oliva Binutti, Jesús María, 1878).

“Nosotros estamos seguros de ganar dinero y no hay que tener miedo a dejar la polenta, que aquí se come buena carne, buen pan y buenas palomas. Los señorones de allá decían que en América se encuentran bestias feroces; las bestias están en Italia y son esos señores…” (Vittorio Ptrei, Jesús María, 1878).

“Lo malo de esta tierra es que es peligrosa: por una chirola te asesinan. Así que hay que estar siempre alerta, armado con revólver (…) Todos los años esta fertilísima tierra es devastada fieramente por las langostas.” (Nanni Partenio, Rosario, 1878). He pensado en marcharme a Montevideo, capital del Uruguay, y si no hay trabajo me voy al Brasil, que allí hay más trabajo y al menos tienen buena moneda, y no como aquí en la Argentina, que el billete siempre pierde más del veinte (por ciento) y no se ve ni oro ni plata. Es una ley estúpida eso de que con esta moneda no se puede ir de una provincia a la otra, se debe cambiar y perder la mitad de su valor.” (Luigi Basso, Rosario, 1878).

“En cuanto a los granos, te diré que el trigo viene hermosísimo, pero este año vale muy poco. El maíz, en general, no es tan bueno como el de Italia. Azúcar no hay en cantidad y tampoco otras verduras y papas, y aun cuando tengas ganas de hacer una huerta, da mucha fatiga conservarlas por la gran cantidad de hormigas y el mucho calor.” (Leonardo Placereano, 1880).

 

Reproducido por Diego Armus en Manual del inmigrante italiano

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