sábado, 27 de julio de 2024

El baño del Teatro Español explota a las 23.30, del 17 de marzo de 1936. El informe dice que es imposible que sea por gas, aunque se produce cuando alguien enciende un fósforo. En todo caso, se señala que hay acumulaciones de gases de cloacas y el baño tiene una ventana chiquita que aparentemente estaba cerrada al momento de producirse la explosión. No hay heridos, pero el daño material es importante en este lugar.

Más allá de las actuaciones de rutina, no deja de ser un comentario más en las calles o en la panadería ya que este tipo de accidentes son moneda corriente en el pueblo.

El gas es uno de los servicios que llega en redes a la ciudad, algo que por el momento es impensable en los hogares de grandes ciudades como Buenos Aires, es un combustible limpio, abundante y permite enfrentar los rigurosos inviernos de una forma más llevadera pero no es tan seguro. Las pérdidas y explosiones son comunes, lamentablemente. Con apenas unos días de diferencia hay dos ejemplos de esto. El 7 de junio de 1938, hay una explosión de gas en la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora. Una persona resulta herida en este accidente. En este caso el informe del accidente no duda en acusar a un solo lugar: los responsables de la firma porque el edificio tenía la conexión con una manguera de goma. Las autoridades ordenan que la empresa cambie la antigua red de gas.

Todavía no cicatrizan las heridas del damnificado en este accidente cuando se produce otro, similar. Esta vez, es el almacén de Manuel Piedad, ubicado en San Martín y Francia. El reloj marca las 21.35 del 26 de junio, cuando los vecinos escuchan el ruido de otra explosión. Proviene del sótano de ese almacén mientras la familia dormía. Hay dos heridos ya que se les caen los tabiques encima “pero no están graves”, dirán las vecinas al otro día. El riesgo ahora son las paredes a las que se las debe apuntalar por peligro de derrumbe.

También en las finanzas, el gas viene trayendo dolores de cabeza. Corre septiembre del 37 y el municipio recibe la nota de YPF donde pide el pago de una suma que llega a los $262.484, 47 m/n por la deuda de los servicios de agua y gas provistos al pueblo.

La comuna no puede cumplir con las exigencias de la petrolera estatal y propone entregarle el remanente mensual por el servicio entre lo que pagan los vecinos y lo que deberían abonar a la empresa, restando los gastos de funcionamiento de este sistema.

Pero las autoridades aprovechan y piden la renovación de las cañerías ya que no debe afrontarse “el pago de crecidas sumas que importan las pérdidas por el mal estado de las cañerías”. Además lo reclama el vecindario, ya que “a la vez eliminaría un peligro inminente de vidas por las frecuentes explosiones producidas por escapes de gas que han puesto en peligro tantas vidas”.

Extraído del libro “Crónicas del Centenario” editado por Diario Crónica en 2001

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