Los autores plantean que, para que Argentina crezca, se debe apostar por los sectores estratégicos, alinear las demandas de la matriz productiva con las propuestas formativas del sistema educativo y generar empleos de calidad.
Imaginar un escenario futuro de una Argentina con crecimiento, mayor empleo, productividad y riqueza requiere construir una estrategia de desarrollo potente. Ese desafío se enmarca hoy en un panorama de estancamiento del crecimiento económico: hace décadas que no logramos crecer de manera sostenida, lo cual ha dificultado la creación del empleo privado formal, la mejora del ingreso de las personas y la reducción de la pobreza.
De hecho, en los últimos 30 años, la pobreza nunca fue menor al 25% y la informalidad laboral promedió el 35% en los últimos 15 años. La estabilidad macroeconómica es una condición necesaria para avanzar en este sendero, pero no es suficiente.
Una hoja de ruta hacia el desarrollo debe incluir también la apuesta por sectores estratégicos, la alineación de las demandas de la matriz productiva con las propuestas formativas del sistema educativo y la generación de puentes hacia empleos de calidad.
Ganar competitividad a partir de una mayor productividad de la economía es clave para crecer y crear más empleo en el largo plazo. Hoy sabemos que, en Argentina, las energías, la minería, el turismo, la economía del conocimiento, la agroindustria y biotecnología son sectores que tienen el potencial de generar riqueza y, junto con los servicios asociados, también el de generar empleo para que los beneficios del crecimiento lleguen a toda la población.
Las posibilidades de expansión de estos sectores están atravesadas por distintas dimensiones: el entorno en el que empresas y personas trabajadoras desarrollan sus actividades, la infraestructura y la provisión de bienes públicos, la relación con el Estado, su marco regulatorio y capacidad de brindar previsibilidad para tomar decisiones de inversión de largo plazo, y el talento humano. Sobre este último aspecto nos detendremos.
¿Qué capacidades demandan estos sectores estratégicos? ¿Qué restricciones de capital humano enfrentan actualmente? ¿Qué sintonía hay entre la oferta formativa existente y estas necesidades?
Estas son preguntas que disparan la discusión sobre la articulación entre desarrollo productivo y educación. Por un lado, existen habilidades técnicas y operativas que son específicas para desempeñarse en los sectores prioritarios, pero también hay habilidades fundamentales (como la comprensión lectora, la escritura y el pensamiento matemático) y habilidades complementarias (como la comunicación, el trabajo en equipo, la responsabilidad y el manejo de idiomas) que son claves para desenvolverse en el mundo del trabajo y ganar adaptabilidad en contextos cambiantes.
Este es un proceso de coproducción de capacidades en el que tanto el sistema educativo como el complejo productivo cumplen un rol clave. De allí la importancia de espacios de interacción entre los ámbitos que promuevan sistemas de formación más dinámicos y ajustados a la realidad productiva del territorio, y de dispositivos de intermediación que favorezcan oportunidades concretas de inserción laboral.
El tránsito por la educación obligatoria es una etapa crucial en el proceso de desarrollo de capacidades de las personas, en tanto se espera que allí adquieran aprendizajes fundamentales. Aquí tenemos un desafío, ya que hoy apenas el 13% de quienes ingresan a la escuela primaria llegan al último año de la secundaria en el tiempo teórico esperado y con aprendizajes satisfactorios en Lengua y Matemática.
Al mismo tiempo, es necesario posicionar a la articulación entre la educación y el trabajo como perspectiva transversal de la escuela secundaria, que es la última experiencia educativa formal por la que pasan la mayoría de las personas. Esto sugiere exponer a los estudiantes a propuestas curriculares, así como a dispositivos de articulación entre educación y trabajo (prácticas formativas, cursos de formación con certificación de saberes, espacios de orientación vocacional) con el propósito de desarrollar habilidades y competencias que les permitan interactuar en entornos laborales.
En esta línea, desde Cippec estamos acompañando a la provincia de Mendoza, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, en el diseño e implementación de una iniciativa para que estudiantes del último año de las escuelas secundarias orientadas mendocinas realicen cursos de capacitación laboral en los Centros de Capacitación para el Trabajo (CCT).
Se trata de una actividad complementaria que permitirá que los estudiantes finalicen su escolaridad con el título secundario en mano, pero también con la certificación de saberes con salida laboral. Esta es una propuesta que tiene antecedentes en experiencias aisladas de vinculación entre secundarias y CCT y que en el ciclo lectivo 2025 se institucionalizará como programa dentro de un eje de gestión educación-trabajo que Mendoza está impulsando.
Por otra parte, se espera que esta iniciativa dinamice la discusión y la alineación de la oferta de los CCT con las demandas de la matriz productiva provincial y necesidades de las distintas regiones.
Hoy tenemos la oportunidad de sentar las bases para el futuro de una Argentina con crecimiento, riqueza, trabajo y oportunidades. Avanzar en esa dirección supone diseñar una estrategia que priorice sectores productivos, sintonice sus demandas y proyecciones con la formación del talento humano y contemple medidas activas para generar empleo de calidad.
Para que esta estrategia de desarrollo funcione, necesitamos un Estado inteligente y eficiente que puede liderar y coordinar esfuerzos. Y para que perdure y se sostenga en el tiempo, un marco sólido de institucionalidad y un ámbito dinámico de interacción donde, además del Estado en sus diferentes niveles, confluya el sector productivo, el sistema científico-tecnológico, el sector educativo y los sindicatos.
Por Manuel Mera, director de Protección Social de Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento); Paula Szenkman, directora de Desarrollo Económico de Cippec; y Esteban Torre, director de Educación de Cippec, para Los Andes