A las 9 de la mañana del 3 de enero de 1833 desembarcó un grupo de ingleses, plantaron un mástil en una de las casas e izaron el pabellón de Gran Bretaña; luego un oficial y un soldado arriaron la bandera argentina, la doblaron cuidadosamente y la enviaron a la Sarandí con un mensaje que expresaba “haberse encontrado esa bandera extranjera en territorio de Su Majestad Británica”
Las islas Malvinas formaron parte del Virreinato del Río de la Plata y estuvieron ocupadas en forma ininterrumpida por los españoles y los criollos desde 1767, con un gobernador dependiente del Virrey. Al producirse el Movimiento de Mayo, Buenos Aires quedó sin barcos porque la flota del Virreinato tenía su apostadero en Montevideo que no reconoció la autoridad de la Junta. Por tal motivo las comunicaciones con las islas quedaron interrumpidas durante todo el tiempo que duró el enfrentamiento entre Montevideo y Buenos Aires.
En enero de 1811 llega a Montevideo el Virrey Francisco Javier de Elío, designado por la Junta de Cádiz y poco después ordena la evacuación de las islas Malvinas. El 13 de febrero de ese mismo año los pobladores abandonan las Malvinas para dirigirse a Montevideo, dejando en una placa constancia de que ellas pertenecían a “la soberanía del señor Don Fernando 7º legítimo Rey de España y sus Indias”.
Las islas permanecieron desocupadas hasta 1820. A comienzos de ese año y con motivo de iniciar su viaje la fragata corsaria Heroína, armada por Patricio Linch y bajo el mando del coronel de marina, estadounidense David Jewett, las autoridades de Buenos Aires le encomendaron izar nuestro pabellón en las Malvinas, como reafirmación de la soberanía en las islas. La Heroína navegaba bajo bandera argentina y por tal razón era considerado “buque del Estado”. De esta manera adquiría validez legal el acto que cumpliría Jewet.
El 20 de enero de 1820 la Heroína zarpa de Los Pozos, amarradero de Buenos Aires donde ahora se encuentra Dock Sud. El crucero realizado resultó poco afortunado, pero antes de regresar, Jewet decidió cumplir la misión oficial que le había confiado el gobierno de Buenos Aires. El 17 de octubre y tras sortear un terrible temporal, llegó a bahía de la Anunciación, en cuyo fondo se encuentra Puerto Soledad. Allí encontró gran cantidad de embarcaciones que enarbolaban distintas banderas dedicadas a la caza de lobos y ballenas.
Como Jewet iba a realizar un acto público de autoridad, remitió una comunicación a todos los loberos que se encontraban en la zona fechada el 2 de noviembre de 1820 en la “Fragata del Estado Heroína”, mediante la cual informaba haber “llegado a este puerto comisionado por el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas de Sudamérica para tomar posesión de las islas en nombre del país al que éstas pertenecen por ley natural”.
El 6 de noviembre de 1820, con todas las formalidades del ceremonial y en presencia de los capitanes de buques loberos, Jewet “tomó posesión de las islas para el gobierno patriota de Buenos Aires, leyó una declaración al pie de la bandera, que izó en el puerto en ruinas, y la saludó con 21 salvas de cañón”. No hubo ninguna protesta ni reclamos por este acto.
Jewet permaneció en las islas hasta enero de 1821, en que regresó a Buenos Aires. No se poseen datos acerca de si la bandera quedó allí, aunque es de presumir que así haya ocurrido, pues la presencia de argentinos, que actuaban bajo la autoridad argentina, no se interrumpió. En 1823, el Gobierno argentino nombró comandante de las islas al capitán de Milicias retirado Pablo Areguati. Ese mismo año se otorgó a Jorge Pacheco, como compensación por los servicios prestados al país, la concesión de una vasta extensión en la isla Soledad. Este se asoció con Luis Vernet y su actuación se prolongó hasta la usurpación inglesa de 1833.
Las islas Malvinas quedaron así incorporadas de hecho y derecho al territorio nacional, bajo la tutela de la azul y blanca. El 10 de junio de 1829, el gobernador delegado de Buenos Aires, general Martín Rodríguez, creó por decreto la Comandancia Civil y Militar de las Islas Malvinas y las Adyacentes al Cabo de Hornos, designando -mediante otra resolución de la misma fecha- para ejercer el cargo de Comandante a Luis Vernet, cuya residencia “será en la Isla de la Soledad, y en la que se establecerá una batería, bajo el pabellón de la República” (art. 2º del decreto). Vernet llegó a Puerto Soledad el 14 de julio y el 30 de agosto tomó oficialmente posesión de su comandancia.
La señora de Vernet, doña María Sáez, que llevaba un diario de lo que acontecía en las islas, anotó ese día: “Muy buen día de Santa Rosa de Lima, y por lo que determina Vernet tomar hoy posesión de las islas en nombre del gobierno de Buenos Aires. A las doce se reunieron todos los habitantes, se enarboló la bandera nacional, a cuyo tiempo se tiraron veintiún cañonazos, repitiéndose sin cesar ¡Viva la Patria! Puso a cada uno en el sombrero cintas con los dos colores que distingue nuestra bandera”.
No siempre los loberos respetaban las normas legales dictadas por el gobierno argentino en lo referente a la caza de anfibios. El comandante, que debía hacer cumplir esas disposiciones tenía frecuentes conflictos con ellos. Ante los reclamos del cónsul estadounidense y un acto de fuerza realizado por una nave de esa nación, Vernet se trasladó a Buenos Aires. Mientras el asunto se ventilaba ante las autoridades, fue nombrado comandante interino el sargento mayor Francisco Mestivier, quien arribó a las islas a bordo de la goleta Sarandí, a las órdenes de José María Pinedo, el 7 de octubre de 1832. Las instrucciones impartidas a Pinedo establecían que al desembarcar al Comandante “en presencia de los oficiales del buque a su mando, hará tomar posesión de las Islas y demás adyacentes hasta el Cabo de Hornos, enarbolando a bordo y en tierra, el pabellón de la República”.
Mientras Pinedo se encontraba realizando tareas de patrullaje de las costas, la guarnición militar se sublevó y dio muerte al gobernador interino. Pinedo apresó a los revoltosos y logró restablecer el orden. En esas precisas circunstancias, el 2 de enero de 1833, fondeó frente a Puerto Soledad la fragata de guerra inglesa Clío. Su capitán, John Onslow, comunicó a Pinedo que tomaría posesión de las islas en nombre de su Rey y que era su “intención izar por la mañana la bandera nacional de la Gran Bretaña en tierra, por lo que solicito tenga a bien arriar su bandera y retirar sus fuerzas”.
Ante la situación, Pinedo reunió a sus oficiales y les manifestó su voluntad de resistir. Entre su tripulación se encontraban algunos ingleses, quienes le hicieron saber que no estaban dispuestos a luchar contra la bandera de su patria. Pinedo juzgó que no se encontraba en condiciones de enfrentar a la Clío y embarcó a su gente dejando izada en el mástil la bandera argentina.
Pinedo tenía instrucciones terminantes de resistir ante los ataques que pudieran producirse, pero no lo hizo. Quiso zarpar el mismo día 3 de enero, pero una tormenta se lo impidió, partió el día 5 y el 15 llegó a Buenos Aires. En Buenos Aires fue sometido a juicio. El tribunal consideró que era una excusa el argumento de que muchos de sus hombres eran ingleses, dado que no llegaban a ser la mayoría, la misma consideración mereció el planteo de la inferior capacidad de fuego, oponiéndose el ejemplo del Almirante Brown, que había combatido en peores condiciones. Como resultado del juicio, Pinedo fue separado de la Marina.
Fragmento del libro Patagonia Azul y Blanca, de Clemente Dunrauf