viernes, 5 de julio de 2024

Desde el padre de las Kardashian hasta los fiscales, el proceso convirtió en estrellas mediáticas a sus protagonistas

O,J. Simpson junto al padre de las Kardashian, que fue su abogado

En EE.UU., no ha habido nada comparable al juicio por asesinato contra O. J. Simpson en 1995. La estrella del fútbol americano, fallecido esta semana a los 76 años, se comió la atención popular como no ha vuelto a ocurrir en este país. Aquel juicio fue una tormenta perfecta: el primer juicio a un famoso televisado a nivel nacional, uno de los mejores jugadores de la historia de la NFL metido a actor de éxito, un doble asesinato atroz -su exmujer y un amigo de esta- y la brecha racial que pervive en EE.UU.

El procedimiento se alargó durante once meses y acabó con una lectura de veredicto dramática. Todo el país estaba pegado al televisor para escuchar el veredicto del jurado. La gran mayoría de la minoría negra estalló en júbilo al oír la declaración de ‘no culpable’ mientras que buena parte de la población blanca cuestionó un veredicto que parecía que no encuadraba con las pruebas presentadas en el juicio.

Los estadounidenses devoraron por televisión el juicio, que convirtió en estrellas mediáticas a muchos de sus protagonistas y les cambió la vida. El anticipo fue la célebre persecución policial de O. J. Simpson antes de su arresto, en 1994, en un Ford Bronco por las autopistas de Los Ángeles. Conducía un amigo suyo y el famoso exjugador amenazaba con pegarse un tiro. Las televisiones interrumpieron su programación y conectaron en directo con cámaras desde helicópteros. Se calculo que 95 millones de personas siguieron la persecución por la pequeña pantalla. Las ventas del Bronco se dispararon.

Una vez sentado O. J. Simpson en el banquillo de los acusados, sus abogados y los fiscales se convirtieron del día a la mañana en rostros conocidos en todo el país. El famoso deportista y actor congregó a un equipo de abogados de altos vuelos, que no tardó en calificarse como ‘dream team’.

Entre ellos estaba un amigo de su paso corto por la Universidad del Sur de California, que acabaría siendo el patriarca del clan más famoso de EE.UU.: Robert Kardashian. Para entonces, Kardashian era un empresario de éxito que había dejado la abogacía, pero reactivó su licencia para participar en la defensa de Simpson. Ambos se pelearon poco después del juicio porque Kardashian publicó un libro, ‘American Tragedy’, que según Simpson violaba el acuerdo de confidencialidad entre abogados y cliente.

El arte de sacar tajada del escándalo
Como Kardashian, muchos de los protagonistas del juicio sacaron tajada del escándalo con la publicación de libros. Lo hizo Alan Dershowitz, también abogado de Simpson, a quien el juicio le catapultó como abogado de famosos en problemas, desde Julian Assange a Donald Trump y desde Jeffrey Epstein a Harvey Weinstein. También Lee Bailey, otro abogado de la defensa, que en 2021, el mismo año en el que murió, publicó el libro ‘La verdad sobre el juicio de O. J. Simpson’. Pero también el detective Tom Lange, el investigador jefe del caso, que al año siguiente del juicio sacó el libro ‘Pruebas desestimadas’, junto a otro de los detectives, Philip Vannateer. O Paula Barbieri, novia de Simpson hasta poco antes del asesinato, que le apoyó en el juicio, pero luego hizo un retrato crítico de él en ‘La otra mujer: mis años con O. J. Simpson’.

Todo el mundo trató de darle un bocado al pastel de la atención del juicio. Mark Fuhrman, el policía que encontró los guantes bañados en sangre en la casa de Simpson, una de las principales pruebas en su contra, acabó dedicándose a la novela policíaca y a comentar en programas de Fox News. Y Kato Kaelin, un amigo de Simpson que estaba alojado en la casa de invitados del exdeportista, encontró fama durante su participación como testigo, lo que le permitió una carrera en películas de baja factura y en ‘realities’. A quien no le hacía falta era al jefe de la defensa, Johnnie Cochran, abogado de famosos como Michael Jackson o Tupac Shakir, que se convirtió en un símbolo de la cultura ‘pop’ hasta su fallecimiento en 2004.

El ascenso a la fama de los fiscales
Al igual que los abogados, los fiscales alcanzaron gran fama. En el caso de Marcia Clark, la fiscal que dirigió la acusación, eso le hizo la vida imposible: la prensa se reía de la permanente de su pelo y se publicaron fotos de ella en ‘topless’. Acabó dejando el ministerio público y dedicándose a la novela policíaca. Su segundo en la acusación, Christopher Garden, se pasó a los despachos privados e hizo fortuna con casos importantes.

El veredicto de inocencia de Simpson no acabó con sus escándalos, en una vida que se convirtió en una huida constante, como si no se hubiera bajado de aquel Ford Bronco. Acabó en prisión por otras causas, tuvo presencia en cine y televisión e incluso firmó un libro polémico, ‘Si lo hubiera hecho’, que HarperCollins decidió cancelar su publicación.

La lluvia de dinero para todos ellos debería haber caído también sobre las familias de las víctimas. Tras salir derrotados en el juicio penal, las familias de Nicole Brown -exmujer de Simpson- y Ron Goldman -el amigo de Brown- consiguieron que un juicio civil impusiera a Simpson una indemnización de 33,5 millones de dólares. Pero el famoso, siempre en constante bancarrota, eludió el pago todo lo que pudo y los familiares apenas recibieron dinero. «En mi opinión, O. J. Simpson murió sin penitencia», dijo uno de los abogados de la familia Goldman, que reaccionó al fallecimiento de Simpson con un comunicado: «Nuestra esperanza de una rendición de cuentas verdadera ha acabado».

Fuente: ABC

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