Aunque el título aparenta cierta exageración, lo cierto es que las elecciones internas en Trelew organizadas desde Juntos por el Cambio, con tantas disputas, acusaciones cruzadas, discusiones de avales, quejas sobre padrones y presentaciones cuestionadas, han terminado en el Tribunal Electoral Provincial que esta semana tendrá que decidir sobre la razonabilidad o no de las impugnaciones presentadas por un sector de la Unión Cívica Radical.
El Tribunal Electoral, que debe decidir en esta instancia, apelable por cierto, está conformado por El Presidente del Superior Tribunal de Justicia, Mario Vivas, el Procurador General de la provincia, Jorge Luis Miquelarena, la jueza Amorina Úrsula Testino y los Diputados Carlos Eliceche y Roddy Ingram, estos últimos dos votos serán decisivos en el quinteto arbitral.
La dirigencia de la Unión Cívica Radical, después de estrepitosos fracasos electorales, y a sabiendas que era una dirigencia desgastada y sin votos, abrazó su destino a un candidato potencialmente fuerte como lo es Federico Massoni.
En primer lugar exigieron que las elecciones sean cerradas porque a criterio de los popes radicales era el terreno más fácil dada la diferencia de padrones entre los muchachos de Alem y los del PRO, (sin contar el empuje de los 54 adherentes del Polo Social). Los opositores internos aceptaron esas reglas, aparentemente desventajosas para ellos, impuestas por la cúpula UCR. Iniciado el proceso se cuestionó la presentación incompleta de los avales de Cáceres por errores formales y, no contentos con esto, arribaron a la justicia por supuestos afiliados mal incorporados, que finalmente fueron incorporados.
La Junta Electoral de Juntos por el Cambio, propuesta por el conjunto de las fuerzas que integran la alianza, rechazó todas las impugnaciones presentadas por la muchachada radical, entonces los dirigentes experimentados en roscas, aunque hace años que no realizan una elección interna, recurrieron ante el Tribunal Electoral Provincial impugnando la presentación de la lista que encabeza por Gerardo Merino.
Es sorprendente ver como el radicalismo, con un candidato con buen nivel de aceptación, con una estructura importante, entren en este juego de impugnaciones en la búsqueda de eliminar la lista opositora y ganar la contienda en tribunales o, como dicen ahora los futboleros, en el VAR.
Todas las resoluciones de los Tribunales Electorales abogan siempre por la participación por sobre todas las cosas; se la privilegia porque potencia y enriquece la democracia. La participación del pueblo fue “LA CAUSA” de los padres del Radicalismo Leandro Alem y don Hipólito Yrigoyen.
Esta semana, el Tribunal Electoral Provincial debe decidir si hace lugar a las presentaciones hechas por la Unión Cívica Radical y dejar en la cuneta a Merino o, por el contrario, ratifica lo actuado en la Junta Electoral Partidaria, dando a los afiliados el derecho de elegir sus legítimos representantes.
Con la conocida estrategia “partido chico, ganamos los que estamos”, se pasaron de las PASO, que eran elecciones abiertas y simultaneas, a internas que serían abiertas, luego se cerraron y ahora dependen de que cinco personas se conviertan en los grandes electores de una fuerza política como JUNTOS X EL CAMBIO, que aparece con grandes posibilidades de ganar las elecciones del 2023.
Historia actualizada de las peleas y desencuentros de la famosa urna 303, que llevó al radicalismo al ostracismo, a un debilitamiento nunca visto en su historia y que se conforman con lograr dos o tres diputados provinciales para que, en ese partido chico, saquen ventaja los cuatro o cinco dirigentes de siempre.