sábado, 27 de julio de 2024

Y de como un inmigrante sueco llega a la Patagonia para iniciar un próspero negocio

El 28 de mayo de 1902 el Gobierno de la Nación firma con las autoridades chilenas los Pactos de Mayo, en esos documentos se reafirmaba el Tratado de Límites de 1881, se renunciaba a las expansiones territoriales que tantos conflictos habían causado a lo largo de la frontera y se comprometían ambos países a someter al arbitraje británico, la cuestiones sobre las que no encontraban acuerdos directos. Mientras tanto en Buenos Aires se preparaban las comisiones, integradas por técnicos y ayudantes que comenzarían a explorar y relevar los accidentes topográficos de cada área geográfica cercana a la frontera.

En los puestos de reclutamiento, precisamente en el barrio de La Boca, se anota como ayudante cocinero un marinero que acaba de abandonar el buque “Uraña” de bandera zueca, anclado por esos días en el puerto. Se llamaba Oscar Lundgwist y había escuchado, mientras compartía su tiempo libre con marineros escandinavos en un bar llamado “Svenka Fina”, que la “Comisión de Límites” estaba empleando extranjeros. Como ayudante no era necesario que supiera hablar castellano.

Contratado por una de las comisiones, se embarcó hacia la Patagonia en el mes de diciembre de 1898. Los trabajos que la comisión debería realizar, solo podrían hacerse durante los meses de febrero, marzo y abril cuando el clima es más favorable y permite la escalada de montañas”. La comisión 8-Chubut, nombre del grupo, llegó a Puerto Madryn y desde allí continuaron en tren hasta Trelew. Este inmigrante, de origen sueco, estará relacionado mucho más tarde con la fundación de Gobernador Costa, él reconoce en sus memorias que su primer viaje a la Patagonia fue una aventura inolvidable, montado en caballos semisalvajes, cabalgó junto a los compañeros de grupo en dirección al Suroeste, cruzaron el Río Chubut en el Valle de Las Plumas.

“Luego de un viaje de 60 días en tierras áridas y pedregosas, llegan a una región constituida por varios ondulantes cubiertos de sabanas donde se podía vislumbrar débilmente en la distancia la Cordillera de los Andes”. (O. Lundgwist).

Lundgwist va registrando en su libro de memorias la abundante caza existente en la zona, los rebaños ganaderos y la tropilla de caballos salvajes que veía en su andar. En un cruce de huellas encuentran los primeros pobladores, se trata del alemán Herman Faesing, que había llegado a la zona como integrante de “los rifleros de Chubut”, y de su socio italiano Baptista Ferrari, ambos habían instalado allí un precario almacén. Una tosca cabaña de “palo a pique” en la que atendían a sus clientes, entonces un reducido grupos de colonos, y los numerosos grupos nativos de los pueblos originarios, pobladores de la zona que confluían en el negocio para comerciar allí sus plumas de avestruz y cuero de guanaco. La esposa de este comerciante de origen alemán era una paisana nativa. La mercadería la buscaba y trasladaba su socio italiano desde la costa. Cada viaje le llevaba 40 días para ir y 40 para volver. Este incluía el tiempo de negociaciones en los pueblos de la costa chubutense. Luego de observar detalladamente todo el movimiento, el sueco se dirige a Río Pico con la Comisión, allí se encuentran los restos del campamento del año anterior.

Tres meses más tarde, Lundgwist cuenta que debió volver al puesto de Faesing enfermo, consumido de llagas originarias y por una infección adquirida en las montañas. Llegó a la puerta del almacén y cayó del caballo. Allí fue cuidadosamente atendido por esa familia hasta recuperarse y poder volver al campamento. En este almacén y en esa oportunidad, el sueco establece los primeros contactos con los aborígenes y a pesar de sentir mucha gratitud con estos colonos reconoce que: “por ironía del destino, años más tarde, Hermann tuvo que abandonar su negocio, su familia y dejar la Patagonia por mi causa.

Cuando dice esto se refiere a que unos años más tarde el mismo Lundgwist creará un negocio al pie del cerro La Vertiente. Comercio que dará origen a un nuevo pueblo en el margen sur del arroyo Genoa.

Concluido su contrato con la Comisión de Límites, el señor Lundgwist se dirige a Rawson y establece relación con un piamontés llamado Feliciano Promassay, el italiano había llegado a Chubut con una pequeña herencia, y con el objeto de radicarse e iniciarse en el comercio. Para cuando el sueco lo conoció ya se había establecido, de hecho era ya propietario de unos terrenos, poseía carros y caballos, dedicándose al transporte de mercaderías entre la costa y la cordillera. Este italiano tenía un socio que además era su compatriota y amigo de la infancia, se llamaba Luis Costa y era uno de los comerciantes más importantes de la localidad de Rawson, apodado cariñosamente “Capitan Luis”, estaba emparentado con una de las familias propulsoras de la marina mercante del sud, Los Mascarello. Luis Costa, se ganó el apodo tripulando buques entre Buenos Aires y los puertos de las colonias galesas del sur. Trasladaba mercaderías y pasajeros, de esta manera, como marino y propietario de algunas embarcaciones, había amasado una fortuna considerable. Se le reconoce el mérito de haber trasportado gratis hasta el Chubut a los primeros inmigrantes italianos, costeándole incluso los gastos hasta que hallaran trabajo cada uno en sus oficios. En Rawson fue Comisionado Municipal, Vice Cónsul italiano y miembro del Consejo Escolar. Entre otras cosas, era propietario de un campo fundado en 1896, ubicado en la Península de Valdés. Luis Costa es el padre de quien fuera luego Gobernador de la Provincia de Chubut: Dr. Manuel Costa.

Luis Costa estaba interesado en extender su comercio a la Colonia San Martín y la Cordillera, Promassay vio en el sueco dispuesto a trabajar, la oportunidad de concretar esta idea y propuso entonces como socio a su nuevo conocido de confianza: Oscar Lundgwist. Como era común en esos tiempos, una de las formas de arreglo entre capital y trabajo era “a medias” este fue el arreglo que el sueco propuso y que sus dos socios aceptaron. Los italianos pusieron un capital de $ 10.000 cada uno, y con eso un crédito sin límites en la casa Costa de Rawson, Lundgwist, levantó su almacén: La Casa Blanca o “almacén de los suecos”, como se la conocería en la región. Para atraer la atención de quienes serían sus futuros clientes inauguró su local con una fiesta que duró tres días, gauchos y nativos de la zona se acercaron con toda su familia. En las noches las fogatas de los improvisados campamentos se divisaban en todas las direcciones. Según recuerda el mismo Lundgwist: “todas las mañanas se fue carneando un buey y se preparaban asados durante las 24 horas del día. Comían y tomaban, preparaban carreras y tiro al blanco a botellas vacías, y volvían a tomar; los que ganaron, de alegría; los que perdieron, para olvidar sus penas. La fundación de este almacén es el origen de la localidad de Gobernador Costa.

Párrafos tomados del libro “Gobernador Costa” – Ernesto Maggiori

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