miércoles, 11 de diciembre de 2024

Juliana Cassataro, ganadora del prestigioso premio ‘Por las mujeres en la ciencia’, otorgado por L’Oréal-Unesco, habla sobre la incertidumbre por el ajuste presupuestario que ha anunciado el ultraderechista Javier Milei a la ciencia.

Juliana Cassataro en el laboratorio del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas UNSAM.

“No sabemos qué sucederá con el sistema científico, dónde será el recorte y en qué proyectos se invertirá. Es un momento muy complicado”. La inmunóloga argentina Juliana Cassataro (49 años, La Plata) describe con crudeza la incertidumbre por el ajuste presupuestario que ha anunciado el ultraderechista Javier Milei. La investigadora, que de niña jugaba con microscopios, leía libros de insectos y se maravillaba con Jaques Cousteau, está al frente de uno de los desarrollos locales que concentró mayor atención en los últimos cuatro años: la vacuna argentina contra la covid-19 que, según adelanta, estará disponible en los próximos días y permitirá que el país cuente con un inoculante propio para atacar futuras variantes del coronavirus y para aplicar como refuerzo este año y los próximos.

La vacuna fue desarrollada en conjunto entre el Estado – a través del ex Ministerio de Ciencia, la UNSAM y el Conicet – y el laboratorio Cassará, que financió la fase 1 de investigación clínica y todas las etapas de escalado y producción bajo buenas prácticas de manufactura. Cassataro recuerda cuando en plena etapa estricta de cuarentena la convocaron a participar de la iniciativa “Ideas Proyecto”. “Sabíamos que con ese subsidio no iba a alcanzar, pero sí permitía hacer prototipos y luego encontrar a una empresa privada a la que le interesara producirla”. Casi cuatro años más tarde y luego del trabajo de cientos de personas, el inoculante es un hecho: “Tenemos capacidad de adaptar la vacuna a las variantes que circulen en Argentina y la región”, afirma. “Quiero que la gente se la aplique para que se use lo que hicimos. Que todo el esfuerzo económico, de tiempo, inversión y de recursos tenga un fin. Lo que más quiero es ir y darme yo la vacuna. La espera se hace larga”, bromea.

El desarrollo de vacuna Arvac Cecilia Grierson, que lleva el nombre en homenaje a la primera médica argentina y luchadora por los derechos de las mujeres, le valió a Cassataro el prestigioso premio Por las mujeres en la ciencia, otorgado por L’Oréal-Unesco, a finales de 2023. “Argentina necesita políticas a largo plazo para continuar con procesos de investigación, desarrollo y producción, independientemente de los Gobiernos”, plantea la científica del Instituto de Investigaciones Biotécnicas del Consejo Nacional de Científicas y Técnicas (Conicet) y docente de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), en una entrevista con América Futura.

Pregunta. ¿Por qué ahora es importante que ahora el país cuente con una vacuna propia contra el coronavirus?

Respuesta. Es importante para Argentina y la región, como ocurre con otras vacunas, especialmente porque es un país con problemas económicos y de distribución. Los países productores de vacunas son los que más rápido pudieron dársela a sus poblaciones. También es importante porque, si cambia una variante, se puede adaptar muy rápido. Además, por un tema de costos: no requiere gastar dólares, se puede producir acá generando empleo, ya sea público-privado o privado. Es soberanía, economía, trabajo, desarrollo y producción. La pandemia demostró que los países quieren tener sus capacidades de desarrollo propias. Para eso es importante tener capacidad de investigar.

P. ¿Cómo se hace una vacuna?

R. Primero hay que encontrar la región del patógeno que se usaría en la fórmula de la vacuna para dirigir la respuesta inmune contra esa parte. Lamentablemente, hasta que se prueba la formula vacunal, no es posible predecir la respuesta de antemano, por eso hay que evaluar en animales, pero luego llega un punto en el que hay que estudiar en humanos. Hay un estudio preclínico en animales, con modelos, donde se aplican diferentes fórmulas para demostrar la respuesta inmune. Nosotros elegimos un tipo de tecnología de vacunas a subunidad y proteínas recombinantes para la cual ya existían en Argentina plantas de producción. La vacuna argentina no necesita cadena de frío, se puede dejar en la heladera. La modalidad de producción y el costo son clave en un país tan grande, donde hay todo tipo de climas y no en todos los lugares se puede tener una refrigeración de 70 grados bajo cero como se necesita para las vacunas de RNA.

P. Estamos en el laboratorio de una universidad pública. El rector de esta casa de altos estudios ha dicho que sería inviable sostener esta universidad en unos meses debido al ajuste presupuestario planteado por el Gobierno, algo que se replica en otras universidades del país. ¿Cómo lo observa?

R. Si quieren tener de modelo a los países desarrollados deben invertir en educación, ciencia y tecnología. No estoy inventando la pólvora, está probado en el mundo, hay modelos de lo más variados: China, Israel, Estados Unidos o Alemania. La ciencia en todos los casos empieza financiada por los Estados, no son los privados los que empiezan a desarrollar. Como autocrítica, creo que debemos trabajar mucho más en divulgar nuestro trabajo para que la gente lo vea y acercarnos a trabajar junto al sector productivo y brindar herramientas a problemas actuales. No podemos ser sólo nosotros quienes nos defendamos, otros actores de la sociedad deben plantear que es importante que Argentina tenga ciencia y tecnología propia.

El ajuste presupuestario que ha anunciado Javier Milei ha dejado al sistema científico argentino en la incertidumbre.

P. ¿Una investigación como la suya sería inviable sin apoyo del Estado?

R. Sí, acá y en cualquier lado. Todas las tecnologías que usamos para el desarrollo de vacunas empezaron y fueron desarrolladas por los Ministerios de Defensa, Salud y Ciencia de los países. Muchas de las vacunas que nos damos del calendario anual fueron desarrolladas por los ministerios de Defensa de Estados Unidos y Rusia. Y el caso de la covid-19 fue exactamente eso, todas las vacunas fueron financiadas por sus estados.

P. Usted estudió en una época en la que desde el Gobierno argentino se enviaba a los científicos a “lavar los platos”. ¿Hoy cómo vive el recorte presupuestario?

R. Estamos atravesados por la incertidumbre, no sabemos qué va a pasar, nadie nos dice dónde habrá recortes, qué sucederá con el sistema científico. Todos nos preguntamos qué pasará con lo que hicimos, con lo que trabajamos, en qué lo vamos a aplicar. Estamos en un momento muy complicado. Hice toda mi carrera en la educación pública y la calidad educativa y los recursos humanos altamente calificados nos diferencian como país en la región. Es increíble, perder esto es muy difícil.

P. ¿Por qué estudió biología?

R. En la escuela secundaria tuve muy buenos profesores de biología y siempre me gustaron las cuestiones de la naturaleza: leía libros de insectos y los microscopios me encantaban. Los de mi generación veíamos a Jacques Cousteau, a mí me fascinaba. En Mar del Plata no había medicina. Si hubiera existido, tal vez la hubiese seguido.

P. ¿Qué implica para su carrera profesional haber sido distinguida con el Premio L’Oreal Unesco?

R. El desarrollo de la vacuna fue el proyecto que más me transformó. Este proyecto fue el sueño de nuestra vida, de todos los que trabajamos acá. Siempre trabajamos para proyectos más a largo plazo con colaboraciones internacionales y haber trabajado para algo de acá, con gente de acá, con médicos argentinos, con la industria nacional, fue soñado. Antes yo veía que Argentina tenía buenos recursos humanos en ciencia y tecnología, excelentes médicos clínicos y buena industria farmacéutica, pero no había unión de principio a fin. Siempre se podía hacer una parte, pero no todo.

P. Hace unos meses planteó que hay muchas mujeres haciendo ciencia: un 80% en áreas biológicas, pero que pocas que llegan a espacios de jerarquía. ¿Qué mirada tiene sobre el rol de las mujeres en la ciencia?

R. No sé si tiene que ver con la educación que tuve, pero los lugares de poder no me gustan, me gusta liderar un proyecto particular, algo específico. Nunca imaginé un lugar de poder por el solo hecho del lugar, es una diferencia fundamental en comparación con los varones. Eso es tremendo. Creo que es un problema de educación y de tener pocos ejemplos, pero las capacidades las tenemos.

P. Pero hay un evidente techo de cristal.

R. Claro. No sé cuál es la explicación de porqué nos cuesta tanto llegar a esos lugares. A veces no es que nos los den, sino también querer tenerlos en la forma de liderazgo que conocemos.

P. Las últimas décadas de su vida las dedicó a la ciencia, ¿cómo se imagina los próximos diez años?

R. Imaginaba que en 2024 haría nuevos proyectos enfocados en cosas necesarias para el país, pensando un proyecto desde cero hasta finalizarlo, iniciativas que sirvan para resolver problemas concretos de Argentina o la región. Puede ser otro tipo de vacunas, hay muchas necesidades, tanto humanas como veterinarias. Los recursos humanos los tenemos, pero ahora no sabemos cuáles serán las líneas prioritarias ni en qué proyectos se invertirá.

Fuente: El País

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