Sergio Massa pasó sin escala previa del “candidato único o nada” a “si hay una PASO, avisen que ahí vamos a estar”. Este cambio de discurso no tiene que ver con un volantazo del pensamiento del ministro de Economía, sino con un intento por bajar los ánimos en medio de una discusión que no hacía más que escalar y que sin dudas podría tener efectos negativos en el electorado.
Y con Juntos por el Cambio prendido fuego y con batallas internas cada vez más públicas y al hueso, el oficialismo entendió que lo mejor era poner un límite en lugar de seguir metiendo sal en las heridas.
La situación se complicó, sobre todo, cuando terminó de quedar claro que el embajador en Brasil, Daniel Scioli, no tiene entre sus planes bajar su precandidatura a presidente. En un principio se pensó que volvería a jugar un papel dósil -como en muchas otras oportunidades-, y acataría lo que bajara desde lo más alto del Frente de Todos, pero esta vez no fue así.
Se intentó por varios caminos en encuentros informales, pero el kirchnerismo no tuvo suerte. También los gobernadores fueron explícitos y hablaron de candidato de unidad; pero tampoco hubo resultados. Es cierto que el presidente Alberto Fernández no ayudó demasiado en este sentido. Desde el primer minuto salió a bancar a Scioli en su carrera presidencial, pero pese a que en varias oportunidades le pidieron que cambiara el discurso, no lo hizo.
El costo de seguir tirando con munición pesada era alto. Scioli no mostró arrepentimiento en su idea de volver a intentar ser presidente -como en 2015, cuando perdió por nada con Mauricio Macri- y a esta altura difícilmente lo haga. Y lo que se venía era más tensión. Todavía puertas adentro, “El Pichichi” ya había comenzado a instalar la idea de que se lo estaba proscribiendo dentro de su mismo espacio político, un argumento muy conocido por el kirchnerismo y que no haría más que seguir alimentando el fuego.
En el Gobierno -mejor dicho, en el lado más kirchnerista-frente renovadorsista del Gobierno- casi que ya dan por hecho que habrá que competir en las PASO. Por esto también la idea de Massa de abrirles las puertas a las primarias. Porque lo que se pensó que se podría revertir en algún momento, no ocurrió. Y ante la posibilidad de que la grieta interna se profundizara, mejor calmar los ánimos.
Mientras tanto, algunos ya se mentalizaron en lo que serían las PASO y sueñan -con algo de saña- con lo que definen como “un karma electoral”: dejar que Scioli juegue su pleno, pero que termine sin nada. Será cuestión de esperar hasta agosto