miércoles, 11 de diciembre de 2024

Sarmiento quería ser Presidente, pero el panorama electoral condicionaba su candidatura.

¿A quién sucedía?

A Mitre, que fue el primer Jefe de Estado con jurisdicción sobre las 14 Provincias del territorio (Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Córdoba, La Rioja, Mendoza, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy y Buenos Aires).

Don Bartolo no había competido con nadie en las urnas, fue el único candidato. En cambio, Marcos Paz, el Vice que ganó, tuvo 8 contendientes. Vale aclarar que no existía formalmente un binomio, sino que cada uno, Presidente y Vice, se elegían por separado.

Partidos

Tres expresiones políticas separaban las preferencias: Liberales o Nacionalistas (los antiguos unitarios encabezados por Mitre) Federales o Constitucionalistas (liderados por Justo José de Urquiza) y Autonomistas (Unitarios que deseaban una Buenos Aires autosuficiente acaudillados por Don Adolfo Alsina). Sarmiento pertenecía al primer grupo.

De las tres posiciones, el más acentuado antagonismo se daba entre Federales y Liberales. Por lo tanto, los autonomistas –con codiciados votos en las afueras de Buenos Aires- mediaban en la contienda, aunque sin fuerza para una elección nacional. Así, todas las propuestas depositaban a Alsina en la Vice Presidencia.

Prensa partidaria

Cada grupo político contaba con redacciones que apuntaban sus candidaturas. La Nación Argentina, de José María Gutiérrez (oficialista), La Tribuna, de Héctor F. Varela (autonomista) y La República, de Manuel Bilbao (Federal), canalizaban la lucha electoral.

Tomamos un pequeño desvío para contar que Bilbao –chileno- ideó un sistema de ventas para sus diarios. Al estilo de Nueva York, dispersó chicos por la ciudad para que ofrecieran el periódico federal y así surgieron los vendedores ambulantes de La República. Otros lo imitaron y de esta manera nació el oficio de los que en el siglo XX pasarían a ser conocidos como “canillitas”.

Dijimos que el partido de Mitre eran Los Nacionalistas. De allí se deduce el nombre de La Nación Argentina y, luego, de La Nación.

Quienes votaban en 1868

Desde la Asamblea del año XIII, dejamos de ser súbditos y pasamos a ser ciudadanos. Pero, a la hora de votar, las limitaciones eran notables. Perdían la condición de ciudadanos:

  • Aquellos a los que se le ejecutaron bienes por deudas con el Estado.
  • Los acusados de delitos.
  • Quienes tuvieran “estado de furor o demencia”.
  • Los domésticos asalariados.
  • Aquellos que no fueran propietarios.
  • Los vagos

 

La discriminación excluía a la gran mayoría; principalmente, a la mujer, ya que no tenía el derecho a la propiedad. Por lo tanto, el círculo de votantes tenía poco diámetro.

Los cuatro pasos

El proceso electoral se dividía en cuatro etapas que hemos decidido denominar “los cuatro doces”. Los días doce debían cumplirse las fases:

  • 12/4, elecciones primarias en las que los vecinos empadronados votaban a los 156 electores en todo el país. El escrutinio demandaba alrededor de un mes.
  • 12/6, en cada Provincia se reunían los electores colegiados y definían Presidente y Vice. Las deliberaciones duraban unos días.
  • 12/8, recibidas en Buenos Aires las Actas de cada Provincia, ambas cámaras las legitimaban y proclamaban a los candidatos vencedores. Cerca del 12 de agosto debían conocerse los nombres del binomio elegido.
  • 12/10, asumía el nuevo Presidente y Vice.

Aclaremos que como los electores eran 156, aquel que obtuviera 79 (la mitad más uno) se aseguraba la victoria. Por supuesto, era posible que ninguno alcanzara esa cifra.

Disciplina partidaria

Era poco estricta. No necesariamente se guardaba fidelidad a determinada posición. Por ejemplo, en el hipotético caso de que Alberdi fuera el candidato de los Federales, podía haber un elector Urquicista que por motivos, incluso personales, no le otorgara su voto. Aun así, los sufragios que aportaba cada Colegio Electoral de las Provincias solían ser más bien homogéneos.

Que se discutía en esas elecciones

La endeble economía, los avances de los malones en las fronteras y el caudillismo efervescente en determinadas provincias formaban parte del temario. Pero las discusiones más agitadas eran la federalización y la Guerra del Paraguay.

El primer asunto generaba grandes debates y posiciones encontradas. ¿Toda la Provincia de Buenos Aires debería ser la Capital de la República? ¿O solo una ciudad, como fue el caso de Paraná durante el Gobierno de Urquiza?. La candidata que parecía tener la preferencia era Rosario. De hecho, en Noviembre del 67 surgió el diario La Capital de Rosario, con el principal objetivo de apuntalar la mudanza del Gobierno Nacional desde las orillas del Plata a las del Paraná. Entre sus columnista figuraba el conocido poeta José Hernández, uno de los más fervorosos promotores del traslado de la Capital a la Ciudad Cuna de la Bandera.

La otra cuestión fundamental que trataban los argentinos era si la guerra debía continuar. Mitre, el Canciller Elizalde y la mayoría de los mitristas sostenían que debía seguir. Aún a pesar del costo económico y de vidas que provocaba la contienda en un territorio hostil y con un enemigo que se destacaba por su bravura. En una zona gris el Vice Paz no estaba tan seguro. Mientras que Alsina deseaba poner punto final al enfrentamiento al igual que Urquiza y Sarmiento evitaba exponer su voluntad pacifista.

 

Textos tomados del libro: “Sarmiento” El Presidente que cambio a la Argentina – Daniel Balmaceda

 

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