viernes, 8 de noviembre de 2024
Frenkie de Jong celebra un gol con Messi cuando ambos jugaban en el Barça, en 2020

Nasser al-Khelaifi se quedó perplejo cuando el verano pasado se dirigió a Lionel Messi para pedirle consejo. A la pregunta de si pensaba que Ansu Fati sería un buen fichaje para el Paris Saint-Germain, el argentino le respondió que el mejor jugador del Barcelona con mucha diferencia, y el que debía contratar si quería dar un golpe maestro, era Frenkie de Jong. Según fuentes del club parisino, el presidente qatarí se tomó tan en serio las palabras del jugador, que envió emisarios a hablar con el padre del holandés, al tiempo que el propio Messi le mandaba mensajes diciéndole que se fuera con él a jugar a París. El intento no prosperó. Cuatro meses después el destino reúne a Messi con De Jong en Lusail, enfrentados por un pase a la semifinal de la Copa del Mundo en Qatar, la casa de Al-Khelaifi.

De Jong creció admirando al Barcelona de Guardiola. En su casa en Ámsterdam todavía guarda una camiseta estampada con el nombre de Messi. Ambos coincidieron en el Barça en la temporada 2020-21 y entablaron una relación de respeto mutuo. “Messi no tiene que llegar con el balón controlado al área de penalti de Holanda”, advirtió cuando le preguntaron cómo parar a su viejo compañero. “Pero no nos olvidemos que desde hace 15 años él viene lidiando con equipos que intentan detenerlo. ¡Y en general encontró una solución!”.

Enfrentado a Messi en el mismo cuadrante del campo, De Jong será el principal encargado de cortarle las líneas de suministro. Nada que escape al guion que sigue en la Holanda de Van Gaal, en donde su principal función, notablemente más restringida que en el Ajax y el Barcelona, consiste en proteger a los tres centrales y ofrecerles la primera opción de salida con la pelota. “Si ganamos tres partidos más, somos campeones del mundo”, dijo el centrocampista en el diario De Volkskrant. “En Holanda nos habíamos conformado con la idea de llegar a la final. ¡Tenemos que ganarla! Prefiero ganar el Mundial con mal fútbol que jugar bien y perder la final, o quedarme entre medias. Lo que representan futbolísticamente los Países Bajos no es lo más importante ahora”.

”Nosotros también queremos jugar al ataque, pero dependemos de la posesión”, explicó, sin tener en cuenta que Holanda no encontrará fácilmente apoyos para elevar el volumen de de la circulación mientras acumule tantos hombres por detrás de la línea del balón. “Si seguimos perdiendo el balón tan rápido, será difícil”, observó. “Contra Estados Unidos y Ecuador nos costó encontrar hombres libres en la salida. Si no los encontramos, sería muy ingenuo decir: ‘nos quedaremos delante con cinco hombres mientras dejamos que los demás defiendan y regalen espacios’”.

“Los creativos y los leales”
Jugador polivalente por antonomasia, De Jong, de 25 años, sirve con la misma eficacia para dar el último pase ante una defensa cerrada que para ejecutar el cerrojazo en el área propia. Esto último es lo que le pide Van Gaal, contra su naturaleza, como él mismo confiesa. “Hay dos tipos de jugadores, los creativos, que son atacantes, y los leales, que son centrocampistas y defensas”, pontifica el seleccionador. “Para construir un equipo equilibrado necesitas un máximo de cuatro creativos. El resto deben ser leales. De Jong es creativo, Depay es otro y Blind es otro. Dependiendo del oponente añado y quito creativos de la cuota de cuatro. A veces necesitas más equilibrio y a veces más creatividad”.

Apóstol tránsfuga del fútbol de ataque, Van Gaal ha retorcido su ideario del mismo modo que el rol de su mejor jugador, ocho por naturaleza reconvertido a cuatro cada vez que se enfunda la camiseta naranja. “Hoy el fútbol es mucho más difícil de jugar hoy que hace 20 años”, se justifica el técnico. “Una defensa poblada de un equipo pequeño es más fuerte que un equipo grande que ataca”.

Suponiendo que el débil es De Jong y el fuerte es Messi, la lógica vangaliana propone una conclusión firme: Holanda pasa a semifinales.

Fuente: El País

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