miércoles, 11 de diciembre de 2024

La Argentina no fue ni es un paraíso de la integración racial, pero está muy lejos de los extremos del racismo supremacista blanco endémico en EE.UU. y en varios países europeos.

Parece un chiste pero no lo es. Cada vez que la Argentina enfrenta una competencia deportiva internacional aparecen analistas norteamericanos y europeos que critican a la sociedad argentina por racista. Sucedió durante el Mundial de Fútbol de Qatar, cuando una columnista en el Washington Post criticó a la Argentina por no tener jugadores de fútbol negros en su Selección Nacional. Volvió a suceder cuando la Argentina ganó la Copa América en la final de Miami. Ahora está sucediendo en los Juegos Olímpicos de París, en los que los equipos argentinos deben lidiar con la agresividad del público francés, entre otras cosas por el supuesto racismo argentino. ¿Es la sociedad argentina especialmente racista?

Comencemos por responder el artículo del Washington Post de diciembre de 2022, que si bien fue muy debatido en las redes sociales y en los medios, nunca quedó claro cuál era el problema de la columnista norteamericana ni cuál es la realidad argentina.

En primer lugar, la columnista del Washington Post usa datos falsos, los pocos que son válidos están fuera de contexto y todas las conclusiones que saca son a partir de esa falsedad descontextualizada. Es como si tomáramos un estudio sobre la gente más pobre de los EE.UU. y concluyéramos que ese país -reflejado en ese estudio sobre un grupo muy pequeño del total de habitantes- es el más miserable del planeta.

En toda la época colonial (de 1550 a 1810, digamos) hubo en lo que fue el Virreinato del Río de la Plata (que incluía también a Uruguay, Paraguay, Bolivia, Norte de Chile y Sur de Perú) unas 200.000 personas que llegaron de África como parte del negocio de la esclavitud. Esos negros vivieron en las principales ciudades y zonas más ricas, de Buenos Aires o Córdoba a Montevideo, Asunción o Potosí. Apenas realizada la Revolución de Mayo, el Virreinato del Río de la Plata estalló: muy rápidamente se separa Paraguay, ya en 1812 se pierde lo que hoy es Bolivia. En la década de 1820 se separa Uruguay. En la zona de lo que hoy es la Argentina queda un 65% de la población que tenía el Virreinato: unas 380.000 personas, de las cuales alrededor de unas 100.000 eran negras.

Muchas de las personas negras se unieron a los ejércitos revolucionarios y murieron muy jóvenes en las batallas. Pocas regresaron. Entre 1820 y 1880, el país vivió en estado de guerra civil permanente. Muchos afrodescendientes participaron de esas batallas incesantes y también murieron allí muy jóvenes.

La población negra que había en la Argentina en 1900 era menor a la que existía un siglo antes, con el “agravante” de que entre 1880 y 1910 vinieron a la Argentina 3.000.000 millones de inmigrantes europeos. La proporción de personas negras disminuyó muchísimo.

En los años 60 del siglo XX era muy raro ver a una persona negra en las grandes ciudades argentinas. Por dos motivos: el primero es el que se comentó en los párrafos anteriores (la poca población de origen africano que sobrevivió a las guerras del siglo XIX y la irrupción de millones de europeos a comienzos del siglo XX); lo segundo fue el mestizaje masivo.

La sociedad argentina de hace un siglo, a diferencia de la norteamericana y de muchas sociedades europeas, no sentía repulsa por las parejas étnicamente mixtas, en especial entre la gente pobre o de clase media baja.

Muchas mujeres indias y negras tuvieron hijos con varones blancos. Y no fue raro el caso de mujeres blancas que tuvieran hijos con varones de los pueblos originarios y con negros. Eso creó una gran cantidad de gente que hoy se autodenomina “marrón”, hijos del mestizaje masivo que vive la sociedad argentina. La Argentina no fue ni es un paraíso de la integración racial, pero está muy lejos de los extremos del racismo supremacista blanco que aun hoy es endémico en amplias capas de la sociedad norteamericana y que fue absolutamente masivo durante más de un siglo y medio en ese país.

En sus clases del Collège de France, tituladas “Genealogía del racismo”, Michel Foucault demuestra que el pensamiento racista sistemático que llevaría al nazismo hitleriano fue inventado por los nacionalistas franceses del siglo XIX.

Justamente ese pensamiento racista francés fue denunciado, décadas antes de Foucault, por Borges en su ensayo “El escritor argentino y la tradición” en el que les dice, irónicamente, a los nacionalistas vernáculos que sus ideas fanáticas de defensa de una argentinidad inmaculada y sin mezcla con otras culturas son de origen francés, no criollas.

¿Es racista la sociedad argentina?

En la Argentina hay racismo, como en todos los países del planeta, pero es muy moderado. Ni es tan moderado como sueñan los que creen que nuestra sociedad es perfecta, ni es tan acentuado como nos critican franceses y norteamericanos, dos sociedades que son tradicionalmente muy racistas.

Por Daniel Molina para Diario Río Negro

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