domingo, 8 de septiembre de 2024

Después de ejercer cinco años en un escuela rural de la precordillera, fui trasladada a la Escuela Nº 20 de Esquel y tuve a mi cargo una Sección de Jardín de Infantes que había sido creado recientemente .

Una experiencia completamente nueva para mi, con un grupo de 29 “Jardineritos” de 3, 4 y 5 años. Ellos vivían un mundo de inquietudes en torno a su flamante maestra y así pasé seis años en esa misión tan grata para mis recuerdos. Mis superiores consideraban que era la maestra “ideal” por mi paciencia, pero yo vivía aprendiendo a conocer y a adaptar esos pequeños a través de todos los textos a los que no tuve acceso en mi carrera de docente porque en esos años se experimentaba todavía y había en la Capital Federal algunos Jardines Modelo, que yo aprovechaba a conocer en mis vacaciones invernales. Mucho me orienté a través de las ideas de la Dra. María Montessoni que tenía publicados textos que explicaban las fórmulas para que el aprendizaje provocara felicidad y alentara la propia creatividad y capacidad natural de los alumnos. Actualmente se preparan profesionalmente a los maestros de enseñanza preescolar que reciben el título específico, pero estoy convencida que los principios difundidos por la Dra Montessoni a principios de siglo pasado son los ideales para la base de una educación y en ningún momento deben perder vigencia.

El ámbito donde tuve que desarrollar mi tarea era el ideal. Una casa amplia situada en un hermoso parque de pinos con canteros de flores; una pequeña granja donde los niños tan pequeños cuidaban conejos, gallinas y pollitos con un palomar al fondo. Moblaje previsto por una activa cooperadora y un Club de Madres que ofrecías generosamente su apoyo. Igualmente debo agradecer el apoyo brindado por mis superiores que me daban libertad de acción y colaboraban para llevar adelante el éxito de la Institución.

Alternábamos las actividades con los juegos en el exterior donde había un arenero, hamacas, toboganes, sube y baja, etc.

Las rondas y los cantos eran parte de los recreos diarios y se preparaban para frecuentes actuaciones en un teatro de Esquel donde se desempeñaban en representaciones que dejaron vivos recuerdos en aquellos pequeños y en la comunidad toda. Hoy me encuentro con ex-alumnos de aquella época, muchos de ellos profesionales que rememoran aquellos felices años que aún recuerdo en la década del 50, donde aprendí a entender cuán importante es para su futuro, una niñez feliz.

 

Gweneira

 

Compartir.

Dejar un comentario