Un lugar que posee historia propia con un protagonista español que ayudaba a quienes se trasladaban en carros cruzando la provincia del Chubut.
La localidad de Los Altares se encuentra en el medio de la provincia de Chubut; a mitad de camino entre la Cordillera de los Andes y el Océano Atlántico.

El relieve es típico de la zona central, (de la meseta patagónica extrandina), responde a un ascenso general sufrido por toda la región respecto del nivel del mar. Está formada por mesetas, terrazas escalonadas, cañadones y valles que disminuyen altura hacia el mar.
El río Chubut es el gran colector de la zona. Por encima de las mesetas se elevan algunas sierras aisladas, que en general se denominan sierras de los Patagónides.

Los descendientes de aborígenes Tehuelches artesanos, que habitan en el lugar, realizan puntas de flecha de piedra a pedido del visitante, eligiendo los colores de las piedras.
Hay un lugar en el kilómetro 291 de la Ruta 25, a muy pocos kilómetros de la localidad de Los Altares, que posee historia propia, y que muy pocos de los que transitan este tramo conocen.

Sobre la banquina izquierda, si se recorre de este a oeste, se encuentra el sitio que los colonos galeses denominaron Rocky Trip, aproximadamente a partir del año 1870, y que se puede traducir como “camino de roca”. Esto corresponde a una referencia al paso de las caravanas de carros que cruzaron el cordón de bardas para llegar a las orillas del Río Chubut, para que los animales y hombres tuvieran unas horas de descanso a la larga travesía que significaba en esos tiempos el viaje de Costa a Cordillera.
Allí, en las inmediaciones y a 200 metros del río, había instalado un almacén de campaña o boliche, el español Alipio de La Lama, comerciante que, según se recuerda, compensaba los sacrificios de la soledad, en ese inhóspito paraje con los beneficios de la buena lectura, y poseía una surtida y muy bien provista, biblioteca.
Estos boliches, fueron una parte clave en la formación de pueblos y la consolidación de rutas en la medida que avanzaba el Estado Nacional a través las colonias y la explotación de los recursos del interior. Eran almacenes de campaña, de ramos generales, donde los viajeros y pobladores podían adquirir mercancías, además de servir como punto de encuentro y socialización, copas y juegos de cartas mediante.

El paso era muy duro y accidentado, ya que los carruajes debían bajar una pendiente de 45 grados. Realmente era una odisea transitar por esos lugares y hasta debían atar a los animales por detrás de los carros cargados de insumos para que pudieran emprender el descenso.
Por seguridad, el viaje con carros se hacía, dentro de lo posible, cerca de la costa del río Chubut (el único río que va de la cordillera al mar en la provincia), asegurando el aprovisionamiento de agua tanto para animales como viajeros. Una de las alternativas era marchar desde el principio por la margen sud del río Chubut, a diferencia de la ruta empleada por la expedición de los Rifleros, que cruzaba de una margen a la otra. El camino no estaba exento de problemas, especialmente entre el Valle de los Mártires y el Paso de los Indios, donde había que sortear estrechas angosturas y peligrosas barrancas.
En ese lugar inhóspito, siempre se encontraba “Don Alipio”, como lo llamaban quienes lo conocían. Hasta la actualidad, se conservan los rastros de un camino árido y áspero, que dejó de utilizarse hacia la tercera década del siglo 20, cuando se abrió el camino que mucho más tarde (en los años 90) sería pavimentado, con un trazado menos complejo.
Un día trágico, el 17 de enero de 1927, Alipio tuvo una de las tantas discusiones con un viajero desconocido, que le dio muerte de una certera puñalada. Sus amigos, lo enterraron ahí mismo, al costado de la huella, y el modesto sepulcro del bolichero aún se encuentra en el lugar.

Hoy en día no queda nada del boliche de don Alipio, solo su tumba como recuerdo de ese tiempo de pioneros y troperos. Nadie recuerda la razón por la que el comerciante español se fue a instalar a este apartado rincón de la región.

Detalle de la placa, donde dice: “Alipio de la Lama – QEPD – Falleció el 17 de enero de 1927 – Recuerdo de sus amigos”