
Fue el primer comisario -honorario- de la naciente población de San Julián, en 1901. Diez años después, el ministro del Interior, Dr. Gómez, en vista del crecido bandolerismo en los territorios de Chubut y Río Negro, mandó un destacamento policial -25 hombres y dos oficiales- a las órdenes de este mayor de nacionalidad austríaca. En la arreada realizada apresó a 32 bandidos incriminados en los territorios mencionados y en Chile. Muy otra es la información vertida en el libro Crónicas de Coyhaique del periodista Baldo Araya Uribe: “(…) El famoso mayor Mateo Gebhard se hizo tristemente célebre por su hábito de apalear chilenos en la Patagonia. Obligado por sus superiores a renunciar a su cargo policial en vista de estos y otros atropellos, fue muerto a tiros poco después en plena calle, por venganza (…) La policía argentina, en increíble represión perseguía a nuestros compatriotas hasta dentro del propio territorio chileno, deteniéndolos, apaleándolos y luego exigiendo animales por su libertad”.
En toda la Patagonia es conocido el repetitivo robo de ganado -abigeato- por parte de (tateros) chilenos que luego escapan hacia el país trasandino eludiendo a la justicia argentina. Los antecedentes son tan antiguos que comienzan con los mismos malones de los invasores araucanos desde mediados del siglo XIX sobre las estancias bonaerenses, para posteriormente arrear el ganado robado hacia los mercados chilenos y venderlo allí. Esta era la principal causa de las grandes expediciones punitivas de Rosas y Roca. En el caso del mayor Gebhard, solamente habría actuado como nuevo escarmiento contra el eterno bandolerismo trasandino sobre las tierras argentinas.