La influencia del pastor evangélico Silas Malafaia (Río de Janeiro, 64 años) va mucho más allá de la pequeña Iglesia que lidera, la Asamblea de Dios Victoria en Cristo. Desde el púlpito o por redes sociales, el hombre que inauguró la era de los telepredicadores en Brasil hace cuatro décadas despliega un discurso extremadamente político y abiertamente hostil contra la izquierda. Amable en las entrevistas, se mueve con comodidad en las guerra culturales y a menudo es acusado de instigar odio. Malafaia, pastor de cabecera y amigo hace años del presidente Jair Bolsonaro, trabaja intensamente para que sea reelegido. Y para sorpresa general, acompañó al mandatario y a la primera dama en los momentos estelares del reciente viaje oficial al funeral de la reina de Inglaterra. El domingo pasado, el último antes de las elecciones, el pastor Malafaia dirigió el culto en su principal templo de Río de Janeiro y desde allí orientó a los feligreses en directo o por YouTube a votar a candidatos que compartan los principios y valores de los evangélicos, un electorado cada vez más codiciado. Proclamó ante los suyos “que Dios nos libre del fraude” y añadió: “Si el sistema (de recuento) se atasca ocho horas, adiós a las elecciones”. Tras su intervención, 209 personas fueron bautizadas allí mismo. Varios guardaespaldas lo acompañan del escenario a la salita donde atiende a esta corresponsal. Padre de tres hijos, tiene cinco nietos.
Pregunta. Casó al presidente Bolsonaro y a su esposa. ¿Es amigo, asesor, ambas cosas?
Respuesta. Asesor no, soy amigo desde 2004. El presidente suele decir que soy consejero. A veces me pregunta. Construimos una buena relación por afinidades ideológicas y políticas.
P. ¿Sobre qué le pregunta?
R. Sobre asuntos del mundo evangélico, sobre todo, por los líderes, lo que piensa el evangélico. A veces cuando hay una guerra muy caliente me pregunta. Habla con varias personas antes de tomar decisiones importantes.
P. ¿Le sorprendió que le invitara a la despedida oficial de Isabel II?
R. Ay, siempre hay debate con eso. Creo que nos llevó a mí y a un sacerdote porque la reina era cristiana.
P. En los distintos templos de su iglesia han bautizado hoy (domingo 25) a 1.400 personas. ¿A ese ritmo aumentan los evangélicos?
R. Muy alto, ¡eh! Dicen que en 2032 podemos ser la mayoría en Brasil.
P. Por eso los políticos cada vez les dedican más atención.
R. Es que, si no hubiera evangélicos, no se hablaría de la agenda de valores (conservadores) en las elecciones, ¡No entraría nada!. Es por los evangélicos que se habla del aborto, de la ideología de género, del matrimonio gay…
P. ¿Qué orientación de voto da para las elecciones?
R. La orientación es que voten a personas que tengan nuestros principios, creencias y valores. La vida, la familia tradicional, la (lucha contra la) ideología de género…. Y que los que están en contra de nuestros principios no deberían tener nuestro voto.
P. ¿A qué se refiere con la ideología de género y por qué le preocupa tanto?
R. Porque es ideología, no ciencia. Es sexualizar a los niños en la escuela. Como Brasil es firmante de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que dice que corresponde a los padres educar a sus hijos según sus principios y no a la escuela, un profesor izquierdópata queriendo transmitir eso a nuestros hijos es la cosa más cobarde. En este tema jugamos duro y por eso el candidato de izquierdas sufre con el voto evangélico. Por eso no le sirve aparecer en una iglesia evangélica en la campaña y decir unas palabras bonitas.
P. ¿Entonces solo votarán a la izquierda si defiende esos valores?
R. Sí, cuando dejen de ser hipócritas. Son una cosa antes de la elección y otra, después. La izquierda defiende y apoya a Gobiernos como el de Nicaragua, que persigue a curas y monjas y cierra emisoras.
P. Siete de cada diez evangélicos votaron en 2018 por Bolsonaro. ¿Y ahora?
R. Fue un poquito más. Bolsonaro sacará el 80% y un 20%, para el resto. Por eso digo que las encuestas están mal. ¿Por qué? Porque los institutos de sondeos trabajan de lunes a viernes, no van a las iglesias. Claro que Lula tendrá votos evangélicos, pero no tantos como dicen.
P. Usted acaba de decir ante sus fieles que votó a Lula en 2002. ¿Por qué?
R. Creí que este tipo que venía del Nordeste, de la pobreza, podía rescatar al país. Creí en él, hice campaña por él y vote por él. Ahora bien, ¿cuál es el arma del ciudadano en un Estado? Su voto. Un voto es un crédito que le das a un político. No salió bien.
P. ¿Qué le distanció de él?
R. Porque dice una cosa y hace otra. Participé, como sociedad civil, en todas las audiencias públicas en el Congreso Nacional con los diputados y senadores sobre aborto, ideología de género, matrimonio homosexual, adopción de niños. Y vi que el PT (Partido de los Trabajadores) defendía una cosa dentro y otra fuera. Y ahí no, amigo, por ahí no sigo contigo. Y además, está el lodo de la corrupción, la trama más corrupta de la historia del planeta. Lo que hizo el PT fue saquear el país. Quieren volver a la escena del crimen.
P. Dice que el voto es un crédito. ¿Y qué les deberá Bolsonaro a ustedes si es relegido?
R. Queremos que siga con una política liberal en economía, que desburocratice Brasil. Uno puede decir lo que quiera, que Bolsonaro habla demasiado, que dice tonterías. Dios, ¿eso es todo?
P. Además de presidente, los brasileños van a elegir la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. La bancada evangélica aumenta en cada elección. Si Lula ganara, ¿cómo será la relación con él?
R. Las encuestas se confunden hace 20 años y siempre a favor de la izquierda, ¿se ha dado cuenta? ¿Que cómo sería con Lula? La bancada evangélica no renunciará a sus principios, creencias y valores, ¿verdad? Votarán a favor de lo que proponga el Gobierno y sea bueno para el país. En la agenda de valores, no lo conseguirán. Tendrán que tragarnos, respetarnos. Esto no es Nicaragua, Argentina, ni Venezuela, tampoco Chile o Colombia. Aquí la Iglesia evangélica tiene una fuerza monumental.
P. Existe más tensión que nunca en los templos. En Goiás un fiel seguidor de Bolsonaro hirió de un tiro a uno de Lula en una discusión. Algunos pastores y fieles se sientes presionados….
R. Vamos a ver, somos más de 60 millones, tenemos más de 350.000 templos…¿Ha habido problemas en uno?
P. Y tensiones en otros.
R. ¿Dónde, dónde? No hay tensión, hay debate de ideas, que es natural. Tensión es lo que pasó en Goiás. Eso es tensión. Pero eso no representa al colectivo
P. Entonces, no está preocupado con la tensión derivada de los comicios en la comunidad?
R. No, no.
P. El Estado brasileño es laico, ¿le gustaría hacer cambios?
R. Quien trajo el Estado laico fue la reforma protestante. Nosotros, ni los comunistas ni los socialistas. El Estado no puede tener religión, quien tiene religión es el pueblo. Estado laico, pero no laicista, contra la religión. Y hay cosas básicas: Estado laico, una prensa terriblemente libre y libertad de expresión. Si rompes esas tres cosas se acabó el Estado de derecho.
P. ¿Le tienta entrar en política?
R. Nunca, nunca. Fui creado para influir, no para ser. ¿Sabe por qué? Porque si fuera político pertenecería a un partido político, a una parte de la sociedad. Y yo soy del todo. Nunca seré candidato. Siempre quise ser pastor e influir. Soy el más veterano de la televisión brasileña. Llevo 40 años y medio en la tele concienciando políticamente al pueblo evangélico.
P. Y ahora, en redes sociales.
R. Eso, tengo una red social poderosa, más de diez millones de seguidores. Pero no porque sea más inteligente que los otros, es por la omisión del resto. Nunca he sido miedoso, ni cobarde. En mis redes sociales no hablo de la Biblia ni de Dios, sino de posturas muy politizadas.
R. ¿Algún otro candidato le ha buscado esta vez?
R. Jajaja, siempre, siempre me buscan.