Los problemas que tenemos con el manejo de nuestra deuda pública son la secuela de haber destruido el sistema alentando la fuga de los ahorristas de la moneda y de los bancos. Hay que generar dólares genuinos como manera de evitar problemas en el sector externo y para eso se necesita promover las exportaciones.
La Deuda Externa es un cliché que hace tiempo está instalado en el debate político y también histórico con los dislates que se escribieron sobre el famoso empréstito Baring y que fue clave para que el Uruguay no sea una provincia brasileña.
Parece que se ignorara el nivel de endeudamiento de otros países, tanto de las democracias industrializadas como de nuestra región. En Europa la deuda en relación al PBI es del 88%, con Estados que superan el 100% del producto bruto como es el caso de Grecia cuya deuda equivale al 153% del PBI seguida de Italia con el 138%; Francia tiene una deuda equivalente al 114% y España al 107%.
También los Estados Unidos afronta un endeudamiento alto. Según estimaciones del FMI alcanza en 2025 al 126,6 % de su producto bruto. Alcanzó los 36, 03 billones de dólares en 2024, estableciendo un nuevo récord. Los pagos por intereses fueron en 2024 de 882 mil millones de dólares. Parte de esa deuda es estrictamente externa pero otros acreedores son fondos de inversión y fondos de pensión estadounidenses.
Una distinción que debemos hacer es entre deuda pública y deuda externa. También entre deuda en moneda local y en moneda extranjera. La deuda en dólares no necesariamente está en poder de inversores externos.
La deuda pública argentina es menor al 80% del PBI y pocos menos del 50% es en pesos como la deuda del Tesoro con el Banco Central o con el Fondo de Sostenibilidad Previsional.
La deuda en dólares una parte es con el Mercado de Capitales y equivale a poco más del 20% del PBI. Otra parte es con organismos internacionales de crédito como el FMI; El Banco Mundial, El BID y otros organismos.
En general nuestra región presenta niveles de endeudamiento menores a la Unión Europea y a los Estados Unidos. Tenemos el caso de Chile con una deuda total que equivale al 42,3 % del PBI en 2024 de los cuales sólo 47.690 millones de dólares son deuda externa y la colocada en el mercado interno de capitales es de 83.134 millones de dólares.
En Brasil la deuda pública con un billón novecientos mil dólares representan el 87,28% del PBI y un buen porcentaje está en reales.
Países como Uruguay tienen una deuda del 68% del PBI; la de México es menor al 60% y la colombiana de un 62%. El Perú es el estado con menor deuda en relación con el PBI, aunque representa sólo un tercio de su producto bruto.
En estas mismas columnas nos hemos referido a la necesidad de generar dólares genuinos como manera de evitar problemas en el sector externo. Para eso se necesita promover las exportaciones terminando con políticas que las desalientan desde hace 80 años con contadas excepciones o ciclos de precios muy altos. A las exportaciones debemos agregar ingresos como el turismo, patentes, servicios, inversiones de capital.
El otro problema que se arrastra desde la aparición de la inflación en 1945 es la pequeñez de nuestro sistema financiero. Hace 80 años los depósitos en los bancos argentinos equivalían al 50% del PBI, hoy oscilan entre el 13 al 14 % con algún año que se acercó al 20% como en los noventa o en los finales de la década de los setenta. Esto fue la consecuencia de tasas negativas que desalentaron el ahorro en moneda local. Con tasas de inflación que oscilaban entre el 22% al 33 % entre 1945 y 1974 con sólo tres años de un dígito de inflación y picos superiores al 40% en algún año, el ahorrista percibía un 5% anual y desde 1960 un 8%, es decir era esquilmado y su consecuencia fue el paulatino desplazamiento del ahorro en moneda local por el dólar.
El otro desatino, uno más de sus enormes disparates, fue la estatización de los fondos de pensión por el gobierno Kirchnerista.
Los problemas que tenemos con el manejo de nuestra deuda pública son la secuela de haber destruido el sistema alentando la fuga de los ahorristas de la moneda y de los bancos. A su vez los fondos de pensión posibilitan el crédito a largo plazo. Esto beneficia a las familias que pueden así acceder a su vivienda por haber disponibilidad de financiación y a los planes de infraestructura de los gobiernos que con un mercado sólido de capitales en el país pueden evitar el endeudamiento en el exterior.
Por Roberto Azaretto, presidente de la Academia Argentina de la Historia, para Los Andes

