jueves, 12 de septiembre de 2024

Se cumplen diez años del inicio de la durísima huelga de los trabajadores de la construcción que ingresaban a los yacimientos petroleros y se transformaron en Los Dragones. La conflictividad obrera surgida en el yacimiento Cerro Dragón, que opera Pan American Energy, llegó a su punto culminante entre los días 21 y 24 de junio de 2012. Las camionetas apiladas y las zanjas que impedían el avance de las fuerzas represivas terminaron marcando a fuego una de las páginas más intensas de la lucha de clases en el sector petrolero. La recordada huelga de Los Dragones se inscribe como un capítulo en una serie de conflictos que en 2005 dieron origen al nuevo agrupamiento de la UOCRA en los yacimientos, que ese mismo año tuvo su paralelismo en la toma de playa de tanques de TERMAP por los petroleros y en 2006 alcanzó su máximo nivel de tensión con la toma de los yacimientos santacruceños de Las Heras. Hoy Los Dragones ya no existen como agrupamiento sindical. La causa judicial contra los obreros debió cerrarse en el 2020, pero sigue abierta, aunque con escasas posibilidades de llegar a juicio antes de que termine 2022.

La huelga de los Dragones es uno de los hechos más relevantes e intensos que se produjeron en los yacimientos de Chubut y el conjunto de la Cuenca del Golfo San Jorge, pero no fue el único que marcó el ascenso de la lucha de clases en el sector petrolero y se extendió desde principios de los 2000 por casi toda una década.

Ese proceso de altísima conflictividad laboral, marcado a fuego por las huelgas, tomas de yacimientos e instalaciones petroleras y cortes de ruta que se extendían como reguero de pólvora ingresó en los últimos años en una etapa de reflujo.

Muchas de las conquistas obtenidas por los obreros petroleros se fueron reduciendo, se introdujeron cambios en las condiciones laborales en favor de la ampliación de la rentabilidad empresaria y en la actualidad el salario promedio en dólares de los petroleros está en los mismos niveles de 2008. Representa aproximadamente la mitad de los niveles salariales que había alcanzado en su pico máximo de 2012.

Buena parte de las organizaciones que protagonizaron aquellos conflictos fueron descabezadas, y hoy la tan mentada “paz social” domina la cotidianidad en el mundo del petróleo.

 

Si bien la conflictividad retrocedió a una de sus mínimas expresiones de la historia reciente, no se puede asegurar que se trate de una imposición perdurable en el tiempo. Sí es inobjetable que el retroceso sindical resulta muy marcado.

Aunque haya caído el Muro de Berlín y la URSS fue desintegrada, el “fin de la historia” que profetizaba Francis Fukuyama no llegó. El final de las ideologías no se consumó absolutamente, y el concepto de lucha de clases sigue vigente como mecanismo de disputa y búsqueda de equilibrio a la hora de distribuir la rentabilidad empresarial.

Los sucesos protagonizados por Los Dragones y la ascendente conflictividad obrera de principios de la década pasada muestran que esa contienda sigue abierta aunque larvada, más allá de esta etapa en que el agrupamiento desapareció y la pasividad domina los caminos de los yacimientos.

 

Para entender a Los Dragones y los procesos de lucha que se desarrollaron de manera paralela hay que remontarse a 30 años atrás, cuando el menemismo privatizó YPF y la transformó en una Sociedad Anónima.

La privatización de YPF no solamente significó la pérdida del control estatal sobre su principal compañía, sino que también se tradujo en un premeditado y direccionado desguace de la petrolera que dio origen a centenares de pequeñas, medianas y algunas más grandes empresas contratistas que se transformaron en las mediadoras de manera tercerizada del empleo petrolero.

De la concentración de contratación y agremiación sindical que protagonizaba la YPF estatal se pasó a un proceso de dispersión y fragmentación en las diferentes tareas que realizaban los obreros petroleros en los yacimientos por intermedio de centenares de contratistas.

Si bien Pan American Energy (PAE) ya venía implementando mecanismos de esas características en Cerro Dragón, su foco estaba puesta casi primordialmente en la porción chubutense de la Cuenca; ya que en territorio santacruceño el predominio lo sigue teniendo YPF.

La enorme incidencia de la nueva YPF privatizada generó una ampliación de esos conceptos de segmentación de tareas y la aparición de las contratistas. Esos aspectos se tradujeron también en el terreno sindical.

 

 

La casi desaparición del SUPE (Sindicato Unido Petroleros del Estado) hizo que creciera aceleradamente el Sindicato de Petroleros Privados. Años más tarde se produciría la irrupción de nuevas organizaciones sindicales como las de Petroleros Jerárquicos -desarrollado entre 2003 y 2004 a través de fuertes protestas- y los propios Dragones que tuvieron su origen como una sección dentro de la UOCRA (Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina). Ambas organizaciones fueron creadas en el arranque de los 2000 al calor de la altísima conflictividad laboral.

La dispersión en cientos de contratistas posibilitó a las operadoras reducir los costos laborales, tercerizando las actividades a través de contrataciones a plazo. Los propios trabajadores del sector por intermedio de su agremiación y sus luchas encausaron esa disputa por la rentabilidad e impusieron nuevos regímenes, condiciones y limitaciones a la hora de ingresar a los yacimientos.

El conflicto de los petroleros producido en Comodoro Rivadavia durante 1998, cuando miles de obreros se quedaron sin trabajo en medio de la abrupta caída del precio internacional del petróleo y terminaron tomando la playa de tanques de YPF en Kilómetro 3; la multiplicidad de conflictos generada en torno de la desocupación local y la propia insurrección nacional de diciembre de 2001 son hechos que marcaron el paso de lo que se produciría en el mundo obrero de los yacimientos cuando ya comenzaba a desandarse el nuevo siglo.

Entre 2004 y 2012 se transitó el momento de mayor organización y conflictividad laboral en la Cuenca del Golfo San Jorge, más allá de las diferencias que se generaban a uno y otro lado del límite entre las provincias de Chubut y Santa Cruz.

La incidencia de YPF en Chubut es muchísimo menor a la de PAE, esencialmente porque Cerro Dragón que era el yacimiento más grande del país. En el flanco norte santacruceño el mayor nivel de impacto lo tiene YPF como producto del control del yacimiento de Los Perales.

En paralelo y tras la privatización la reorganización sindical no fue equilibrada a uno y otro lado de la Cuenca. En Chubut el Sindicato de Petroleros Privados rápidamente consiguió concentrar a los trabajadores del sector y su dirigencia fue mucho más monolítica que la surgida en Santa Cruz.

Ese proceso se reflejó en las disputas internas mucho más desarrolladas y cuasi anárquicas en territorio santacruceño, lo que a su vez hacía mucho más “indomable” y a la vez “desorganizados” a los trabajadores del sector.

Pese a esas diferencias y tras el brutal mazazo al salario que representó la devaluación de 2002, los petroleros lograron arrancar a las compañías entre 2004 y 2005 importantes beneficios que no solamente se tradujeron en mejoras salariales sino también en condiciones de trabajo.

No es menos cierto que el crecimiento a tasas chinas de Argentina después de 2003 influyó de manera positiva en ese proceso y potenció la disputa de la rentabilidad, que no siempre se consiguió con buenos modales o en mesas de negociación. Hicieron falta enormes huelgas y tomas que desembocaron en la puja distributiva que posibilitó la recuperación del salario petrolero.

 

Fuente: El Extremo Sur

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