En unos pocos años el puerto recibirá cerca de 10 mil personas por año, pasajeros que pasaban días hasta poder llegar al pueblo desde Bahía Blanca o Buenos Aires. Las cargas de frutos y mercaderías tampoco son de desmerecer y alcanzará las 200 mil toneladas anuales.
Pero la construcción del puerto se suspende en 1926 para continuar al año siguiente. Este alerta es solo inicio de muchos otros de días, meses o años que vivirá el puerto antes que se construya el Puerto de Ducós. Aún así, en 1928, se retoma la ejecución a un ritmo intenso que hará renacer las esperanzas de quienes apuestas por esta herramienta imprescindible para el crecimiento de Comodoro Rivadavia.
El Muelle Maciel continua sobre la zona costanera, como testigo de ese sueño que por momentos parece escapárseles a Ducós y todos los comodorenses. La escasa actividad en la construcción del puerto preocupa pero inconcluso y todo, presta un servicio mejor que el viejo muelle. Este será demolido en 1934, mientras los reclamos por la continuidad de la obra del puerto son escuchados y leídos por las autoridades nacionales en las cuales el pueblo confía para verlo concluido pronto.
Sobre una base de piedras fabricadas con bolsas rellenas de hormigón se construye la primera escollera que, a partir de 1929, permitirá el atraque de buques en condiciones medianamente seguras.
Los trabajos seguirán con más paralizaciones que avances ya que los fondos del Gobierno Nacional no se corresponden con el ritmo de obra adecuado para el puerto.
Extraído del libro “Crónicas del Centenario”, editado por Diario Crónica en 2001