Amantes del deporte más popular de los argentinos, los esquelenses se inscriben en la creación de clubes de fútbol. Época en que apenas se conocía de los clubes porteños lo que se escuchaba en las radios, lo poco que se leía en los semanarios y los relatos de los viajeros que, habiendo contado con la posibilidad de ir a la Capital, no faltaban a algunas de las más importantes canchas de fútbol.
Los antecedentes del fútbol en Esquel nos remontan a los orígenes del pueblo. Equipos de extranjeros contra criollos, de Esquel y la Colonia 16 de Octubre, de empleados nacionales y vecinos de barrios, son registrados por la memoria local. Un primer partido “oficial” entre esquelenses y jóvenes de la Colonia se habría realizado el 12 de octubre de 1911; apellidos criollos y españoles entre los primeros y galeses entre los segundos. En 1927 se fundó el Club Atlético Argentino. En las listas de su primer equipo de fútbol y de la primera comisión directiva, se repetían apellidos. En 1930 nació el Club Independiente Deportivo y en 1934, el Club San Martín, que marcó una diferencia con otros equipos locales, ya que optó por contar en sus filas exclusivamente a vecinos de Esquel; como decía la prensa, “…con la muchachada del pueblo”. Muchos de los colores y casacas que identificarían a los clubes, guardaban relación con entidades del fútbol “grande”.
Los clubes no sólo se dedicaron al popular deporte; intentaron abordar otras actividades que convocaban a la población, y en ello seguramente no dejaban de competir entre sí. Se incursionó en el boxeo, el teatro y el atletismo; también básquet y ciclismo, el Tiro Federal y el ajedrez. La práctica del automovilismo dio origen al Automóvil Club que participó en la organización de la recordada prueba de 1942 “Gran Premio del Sur”. Durante los preparativos del Gran Premio de 1950, llegaron a Esquel Fangio y Marimón.
En 1933 la Sociedad Rural proyectó la creación del Hipódromo de Esquel, pero recién en febrero de 1943, empezó a funcionar el Hipódromo. Un personaje del deporte esquelense ocupó, en la década del ’50, nada menos que la tapa de “El Gráfico”: se trata de Nazih Kerbagge, hijo de la colectividad sirio-libanesa de la ciudad. Kerbagge aparecía en la fotografía (pintada, en aquellos tiempos) apoyado sobre uno de los elementos de uso deportivo: las pesas. En 1954 batió el récord argentino al levantar 340 kg.