domingo, 12 de enero de 2025

José, el padre de Jesús, fue un artesano carpintero (נגר o חרס en el lenguaje del Antiguo Testamento) y, según se acostumbraba entonces y hasta mucho más tarde, en Palestina y como regla universal incluso hasta en la Edad Media, el hijo aprendió el oficio del padre. Una feliz casualidad ha preservado la expresión talmúdica “carpintero e hijo de carpintero”, Justino Mártir dice que José y Jesús construyeron aguijadas y arados que todavía existían en sus días.  De modo que Jesús provenía de la clase humilde, de aquellos que se ganaban la vida con el sudor de su frente: había experimentado sus problemas, su pobreza y sus trabajos.

Tuvo por lo menos cuatro hermanos: Jacobo, José, Judá y Simeón. Tenemos noticias de algunos de ellos. Josefo menciona a Jacobo como “hermano de Jesús llamado el Mesías”; también se habla de él en los Hechos de los Apóstoles y en la Epístola a los Gálatas como “hermano del Señor”; según Clemente de Alejandría, era conocido como “Jacobo el Justo”, cumplía las reglas ortodoxas del judaísmo, observaba las leyes ceremoniales y pertenecía al partido de los ebionitas y ascetas.

Parece que al principio no creía en Jesús; sólo después de la crucifixión y del éxito de la Iglesia Cristiana primitiva se incorporó a ella transformándose en su líder, pero sin dejar de ser un judío ortodoxo, y cuando, junto con sus coterráneos nazarenos, fue ajusticiado por el sumo sacerdote saduceo Anás ben Anás, acusado de abandonar la fe, los fariseos y sus seguidores, que conocían la piedad de Jacobo, protestaron. De otro hermano de Jesús, Judá, sabemos que sus nietos fueron perseguidos por Domitiano, quien había oído que el Mesías removería el yugo romano del cuello de Israel, y que ese Mesías pertenecería a la casa de David.

Los cristianos de fines del siglo primero consideraban a Jesús “hijo de David”, de modo que todos los miembros de su familia debían ser de la casa de David. Según surge de un pasaje de los Evangelios y de otro de San Pablo, Jesús era “el primogénito entre muchos hermanos”. Tenía además por lo menos dos hermanas, según parece desposadas con nativos de Nazaret.

Parece que el padre de Jesús murió durante la juventud de este último, pues vemos que María es mencionada a propósito de varios incidentes de la vida del Maestro e incluso posteriores a su crucifixión, y que también se habla de sus hermanos y hermanas, solos o junto con aquélla, pero en cambio al padre se lo nombra exclusivamente con referencia a la época del nacimiento. Es difícil suponer que fue deliberadamente ignorado por construir un obstáculo en la historia del nacimiento de Jesús por obra del Espíritu Santo, puesto que la mención de hermanos y hermanas tiene el mismo efecto, aunque en una medida menor. De modo que debemos concluir que José murió cuando Jesús era joven.

Por otra parte, el Nazareno habló mucho del amor del padre por sus hijos, pero no del amor de la madre. Es cierto que el padre del que trata es Dios, pero tampoco el “hijo pródigo” fue bien acogido por la madre. Debemos inferir que el recuerdo de su padre era más precioso para él que la madre viva, que no lo comprendía y de la que se alejó cuando ella y sus hermanos fueron a buscarlo. Siendo el mayor, estaba obligado a sostener a su madre viuda y a sus hermanos huérfanos mediante su trabajo de carpintero.

Así, trabajando y estudiando, pasó su infancia y juventud en la pequeña ciudad oculta tras las colinas galileas. Fue inconscientemente influido por la belleza natural de Nazaret. Posteriormente habló de “los lirios del campo”, con sus hermosas vestiduras, y dijo que ni Salomón, con toda su gloria, se vistió como uno de ellos. La mayor parte de sus encantadoras parábolas tratan sobre temas, tales como sembradores y cultivadores, la higuera y la mostaza, el trigo y la cizaña; todo esto demuestra cuán devoto era de los gratos campos y viñedos y del hermoso escenario natural rico en flores multicolores que caracterizaban a su suelo natal.

Por cierto, la vista que se despliega hoy mismo cuando se asciende por las colinas que rodean a Nazaret es una de las más hermosas de Palestina.

Fragmento del libro “Jesús de Nazaret”, del Dr. Joseph Klausner

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