miércoles, 4 de diciembre de 2024

El apoyo de la Comisión Emigratoria Galesa se articulaba perfectamente con el interés del Gobierno Argentino de concretar su presencia soberana sobre tierras que, si bien reclamaba como propias, no dominaba efectivamente. Por esta razón el Poder Ejecutivo, como parte del apoyo brindado a los colonos, convino un tratado con el Cacique Tehuelche Francés, por el cual éste “cedía las tierras de su pertenencia”, a ambas márgenes del río Chubut, para la creación de una colonia galesa bajo bandera Argentina. El jefe indígena también se comprometía a facilitar y apoyar su instalación, y a defenderla del posible ataque de otras tribus o naciones extranjeras junto con el concurso de los Caciques Antonio y Chiquichan. A cambio, el Gobierno le pagaría a cada uno de estos tres jefes con doscientos animales por única vez y raciones trimestrales para ellos y sus respectivas tribus, según el “Tratado Cheguelcho”.

Si bien los acuerdos de esta naturaleza fueron muy frecuentes durante esta época, la diversidad de jefes y grupos indígenas, así como los frecuentes incumplimientos de uno y otro lado, hacían que los tratados no garantizaran de manera absoluta la seguridad de los bienes y los pobladores de los establecimientos fronterizos. El propio Lewis Jones da cuenta que, durante su paso por el Carmen de Patagones en 1863 tomo noticia de la “masacre” cometida por los indios contra la pequeña guarnición de San Javier ubicada a solo unas doce o quince millas de distancia, y que poco antes de instalarse la colonia unas seiscientas cabezas de ganado destinadas a ella habían sido robadas por los “indios ladrones” mientras eran trasladadas desde el Valle de Río Negro hasta el Chubut. El líder galés distinguía a los indígenas de la Región Pampeana, a los que apostrofaba como depredadores, de los cordiales y pacíficos tehuelches, por lo que confiaba en que actuando con prudencia se podía esperar más beneficios que perjuicios de sus visitas.

Los primeros encuentros e intercambios

Más allá de esa caracterización de Jones sobre los tehuelches, las prácticas militares, iniciadas en Gales, continuaron efectuándose en el Chubut por parte de los hombres entre 18 y 30 años. Los milicianos entrenaban como soldados de infantería y de caballería, armados con revólveres, sables y algunos rifles, y extremaban la vigilancia las noches de luna llena.

Por ese entonces, seguramente los colonos no conocían la firma del Tratado Cheguelcho, pero ya en diciembre de 1865 desde Tschetschgoo, en medio de la meseta norchubutense, Antonio, uno de los tres principales Caciques referenciados en el acuerdo, procuraba establecer contacto epistolar con el jefe de la nueva colonia. En su carta (valiéndose de la pluma de George Claraz, naturalista suizo), Antonio se presenta como un Cacique de la Nación “Pampa”, pueblo que ostentaba territorialidad entre los ríos Negro y el Chupat, diferenciándose de los indios a los que denomina “chilenos”, los que habitaban el norte de Río Negro y en la Región Cordillerana, y de la Nación a la que denomina “Tehuelche”, la que habitaba al sur del Chupat. El objetivo del Cacique era tender puentes diplomáticos y comerciales con los galeses:

“No tenga miedo mi amigo de nosotros, yo y mi gente estamos contentos de verlos en el Chupat, porque tendremos un lugar más cercano para comerciar, sin necesidad de ir a Patagonia (Patagones), donde nos roban los caballos y donde los pulperos nos roban y engañan. Si ustedes nos tratan bien y sus comerciantes no nos engañan, siempre negociaremos con ustedes….”.

Recién en abril de 1866 se produciría –finalmente- la visita del primer grupo indígena de la colonia, el Cacique Francisco y su esposa. Más allá de los relatos idílicos, cuenta TwmiDimol que al acercarse a la colonia el matrimonio pareció sorprendido o atemorizado por la presencia de los milicianos armados. Ya en Trerawson hubo intercambio de saludos y de presentes: el Cacique le regaló al Presidente de la Colonia, William Davies, una manta de guanaco y los galeses le dieron en reciprocidad pan y tabaco. Francisco no era otro que el Cacique Francés, quien justamente había cedido por el Tratado de Cheguelcho “las tierras de su pertenencia para la instalación de los galeses, por lo tanto no resulta extraño, sino esperable, que fuese éste el primero en presentarse en el nuevo establecimiento.

Durante esta primera visita de Francisco –Frances- se registraron los primeros intercambios económicos y culturales. Los tehuelches les suministraron a los galeses plumas de avestruz y carne, e incentivaron a los colonos a profundizar el comercio. Según Dimol para esa época Francisco les anunció a los colonos su intención de: “ir a la Península de Valdez por un mes a cazar con otra familia que ya está allí, y las dos familias volverán juntas aquí y éste será el momento en que nos enseñará a cazar avestruces y guanacos. Manda plumas de avestruz y pieles a Patagonia con nuestro barco (el de los colonos) para obtener bebidas, rum y brandy, dice él; y él y su amigo estarán aquí de vuelta de Valdez cuando llegue el barco de del Carmen”.

Otras dos tribus se presentaron en el Valle de Chubut: Los Pampas del Cacique Chiquichan, el tercero de los caciques principales involucrados en el Tratado Cheguelcho, los que acamparon en la margen norte del río. También legó otro grupo de tehuelches o “indios del sur” del Cacique Galats (Gálath) hermano del Cacique Francisco, los que se ubicaron del lado sur del río.

Como en el caso de Francisco, también hubo intercambio de presentes. Después de beber tres botellas de ginebra y una de brandy, todo el licor que había en la colonia, el Cacique Chiquichan lo retribuyó a los colonos con el regalo de una hermosa yegua. Luego de los intercambios protocolares, tuvieron lugar los comerciales. Si bien la situación de los colonos continuaba siendo precaria, los indígenas hicieron lo posible para facilitarlos. Según narra Matthews:

“Ese año vendían muy baratas sus mercancías, al parecer porque veían que los colonos no tenían nada que dar por ellas. Era posible comprar un caballo por unos pocos panes y un poco de azúcar, o sino por unas yardas de algodón y uno o dos panes”.

Aunque en esa oportunidad el comercio fue bastante reducido, en la misiva con la propuesta comercial y diplomática formulada por el Cacique Antonio y entregada por Francisco a los colonos se especificaba claramente que productos eran los que los Caciques ofrecían y cuales esperan obtener a cambio: “nosotros vendemos plumas de esos avestruces llamados petisos, porque en Las Pampas hay de los otros, y son mejores que los avestruces más grandes. Vendemos también pieles de guanaco y si ustedes desean llevaremos además lana de guanaco; pero nuestro trabajo es hacer mantos de guanaco (quillangos). Nuestras mujeres los hacen ….. Dígame que clase de moneda están usando en Chupat, trate de conseguir un intérprete. Nosotros sabemos un poco de castellano, pero no entendemos inglés. Tampoco olvide de tener licor, yerba mate, azúcar, harina, pan, galleta, tabaco, pañuelos, telas o mantas finas para nuestras mujeres, porque ellas no tienen otra vestimenta excepto mantas. Fíjese que las cosas que compramos y necesitamos sean buenas, pero sobre todo la yerba tiene que ser buena”.

Si bien no aparece mencionado en las crónicas, Antonio, tal como lo había anticipado en su carta, también visitó el Chupat durante 1866 junto con un centenar de pampas, los que permanecieron durante un mes comerciando con los colonos.

A raíz de todos estos intercambios los galeses pudieron incluir dentro de sus primeras “exportaciones” a Patagones algunos quillangos y mil libras (460 kilos) de plumas de avestruz a unos 24 pesos papel el kilo. También colocaron otras quinientas libras de plumas en Buenos Aires, mientras que unas cuatrocientas libras restantes quedarían almacenadas en la Colonia. Así, en 1876, el valor de las exportaciones de productos provenientes del comercio con los indígenas trepaba al 49% del monto total vendido por la Colonia

 

Textos de: Y Wladfa en el Cupat. Una pequeña colonia galesa en medio del territorio indígena de la Patagonia – Marcelo Garivati. Incluido en el libro “150 años de Y Wladfa. Ensayos sobre la historia de la colonización galesa en la Patagonia” – Marcelo Gavirati – Fernando Williams (compiladores) –

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