Si Arcioni hubiese llevado al “garoto” Antonena a la gira turística realizada en Galicia la semana pasada, seguramente hubiese buscado contacto con Nene y le habría colocado unas letras chubutenses a buena tasa.
Su nombre completo es José Ramón Barral Martínez, aunque todo el mundo en su pueblo lo ha conocido siempre como Nené, un hombre que se ganaba las simpatías de los votantes por haberse hecho a sí mismo -empezó como emigrante en Alemania y Holanda y, al regresar, montó distintos negocios- y por su generosidad con todo aquel que pasaba un mal momento. No le dolía el dinero a la hora de ayudar a un vecino a reparar una vivienda o a curar una dolencia. Llegó a alcanzar tantas cotas de poder que, en sus 18 años como alcalde, ningún rival le hizo sombra.
Pocos viajes hay como el de Nené. Fue un señor alcalde, el más votado de la comarca gallega de O Salnés, tristemente famosa por su relación con el contrabando y el narcotráfico; se hizo ficción en Fariña, y ahora tiene que afrontar un gran juicio por su red de contrabando de tabaco, que se extendía por Portugal, Holanda, Suiza, Croacia, Estados Unidos, Reino Unido o Polonia. Ya fue condenado por defraudar en la declaración del IRPF, pero logró eludir la prisión conmutándolo por una multa de 4.620 euros. Peccata minuta para alguien que desde el sillón de la alcaldía de Ribadumia movía los hilos de un negocio que el Tribunal Supremo cifró en 72 millones.
Nené llegó a la alcaldía de Ribadumia en 1983 por Alianza Popular, en los tiempos de gloria en los que el tabaco de contrabando, o «rubio de batea» en la Ría de Arousa, estaba bien visto e incluso aplaudido, y cuando ya había informes policiales que le situaban en el negocio desde la década de los 70. Aquello era vox populi en el pueblo, donde todo el mundo lo consideraba el hombre de confianza del histórico patriarca Vicente Otero, Terito, y, sin embargo, su apoyo era abrumador. Cuando en mayo de 2001 un alijo de 400.000 cajetillas de tabaco Magnum incautado en el puerto de Vigo le hizo caer en desgracia, tenía con el PP nueve de los 11 ediles.
Todo se precipitó desde entonces. Nené no ocultaba su fortuna: tenía bodegas, plantaciones de kiwis, concesionarios de coches y se había comprado un pazo en Lantaño (Portas) y un chalet a pie de playa en Vilanova de Arousa. Allí estaba dos días después, a primera hora de la mañana del 14 de mayo de 2001, cuando irrumpió el Servicio de Vigilancia Aduanera y, tras un registro, le sacó esposado de su casa. Aunque ya entonces se le conocía como rey del tabaco, ninguna investigación consistente había podido vincularlo con el negocio.
Tenía ya 62 años cuando una causa impulsada por el joven juez José Antonio Vázquez Taín siguió la pista de sus andanzas, con colaboradores de distintas nacionalidades. Había concertado el envío de ese alijo a través de un enlace anglo-americano en Emiratos Árabes (Jebel Ali). La organización que él lideraba logró enviar varios contenedores tirando de un contacto croata y de otro lituano. Finalmente, cuatro contenedores tuvieron como destino final el puerto de Vigo. Allí les esperaba el Servicio de Vigilancia Aduanera.
El 22 de mayo, una semana después, ya en libertad con cargos, vio cómo ese sillón de mando desde el que dirigía sus negocios se le escapaba de las manos. El PP ya había destituido de los cargos del partido tanto a él como a su hermano, Feliciano, que ostentaba la presidencia de la agrupación local y fue también detenido en la misma operación. Esa noche presentó su dimisión entre la aclamación de 200 vecinos que acudieron a respaldarle. En su último discurso, quiso defender su honor: «He sido honrado y honesto en mi vida pública, mi error es privado».
Han tenido que pasar más de 21 años para que esta semana, por fin, se sentase en el banquillo de la Audiencia Provincial de Pontevedra por esta causa, la más antigua sin juzgar que quedaba en los juzgados españoles. Ya es octogenario. En medio ha vivido toda una odisea personal en la que intentó regresar a la política fundando su propio partido, Independientes por Ribadumia -perdió la alcaldía por dos votos-. Fue juzgado y condenado a un año de prisión eludible con multa por el Juzgado de lo Penal número 2 de Pontevedra por dos delitos contra la Hacienda Pública. Defraudó 338.493 euros en la declaración del IRPF de los años 2006 y 2007 en sus negocios acuícolas y en el sector de la energía eólica en China y Chile. Y su nombre se hizo famoso en toda España gracias al libro Fariña, de Nacho Carretero, y a la serie de televisión homónima de Atresmedia y Bambú Producciones.
AÑOS CON EL TELÉFONO PINCHADO
El personaje que en la serie interpreta el actor Miro Magariños supera, en la realidad, a cualquier ficción televisiva. En 2019, el Tribunal Supremo emitió un auto en el que consideraba que Nené fue uno de los pioneros del contrabando en Galicia y que movía mercancía valorada en más de 72 millones de euros, con conexiones en tres continentes y que supuestamente importaba tabaco desde Estados Unidos y China, pasaba por Grecia y Emiratos Árabes y tenía como destino final Barcelona, Valencia o Portugal.
Esa es otra causa, la denominada operación Cebra. En la que ahora acaba de llegar a juicio la Fiscalía pide que sea condenado a diez años de prisión y al pago de una multa de 15 millones de euros como cabecilla de una red que operaba desde 1996 con la finalidad de procurar la introducción en España y en la UE de grandes partidas de labores de tabaco de procedencia extracomunitaria, por vía marítima y terrestre.
Esa red empezó utilizando dos pesqueros propiedad de Nené, si bien para ocultar la verdadera titularidad se amparaba en sociedades instrumentales radicadas en paraísos fiscales. De hecho, el caso ha tardado tanto en llegar a juicio, entre otras razones, por las trabas para investigar sus cuentas en Suiza. El fiscal le atribuye «la máxima capacidad de decisión» proyectando, planificando y dirigiendo los hilos en un período (1996-2001) en el que gobernaba su pueblo y en el que, a través de escuchas telefónicas, le captaron gestiones desde el propio des
pacho oficial de regidor. Estuvo pinchado durante años y fue testigo de chivatazos de agentes del orden y gestiones de diferente naturaleza.