El gobernador Mariano Arcioni y el ministro de Seguridad, Miguel Castro, anunciaron con bombos y platillos la entrega de “5 nuevos alcoholímetros y los primeros 2 radares” que miden la velocidad vehicular con los que buscarán reforzar la seguridad vial en distintos puntos de la provincia. Según el anuncio oficial, se invirtieron 35 millones de pesos en equipamientos para la Agencia Provincial de Seguridad Vial (APSV).
Las primeras medidas del nuevo ministro de Seguridad generaron el beneplácito de dirigentes y de la comunidad que agradecen que el Estado gestione e invierta en equipamiento que ayude a disminuir los accidentes de tránsito.
“Es una alegría tremenda, con incorporación de equipos para la policía, esto nos va a permitir mejorar los niveles de prestación de la seguridad pública en cada rincón de la provincia”, aseguró el Ministro.
Sin embargo, como somos memoriosos de los anuncios del gobierno creímos haber visto hace algún tiempo la presentación de estos equipos, por lo que recurrimos al archivo que nos ratificó las sospechas. El 18 de diciembre de 2019, el por entonces ministro de Seguridad Federico Massoni realizó un acto en casa de gobierno donde presentó y entregó a la APSV 2 controladores de velocidad móvil de última generación y diez alcoholímetros compuesto por un alcoholector de aliento expirado, una impresora y estuche rígido.
Así es querido lector, querida lectora, un auténtico “déjà vu”. Un mismo gobierno (el de Marino Ezequiel Arcioni) anuncia dos veces la adquisición de los mismos equipos. ¿Habrá sido un descuido, tal vez Castro no se dio cuenta que ya los tenía y creyó que eran nuevos? El ministro anunció que habían invertido 35 millones para la adquisición de los radares y los alcoholímetros, sin embargo los tienen desde hace 2 años. ¿Quién se llevó ese dinero?
En el momento de la presentación, en 2019, el entonces ministro Massoni indicó que “somos una Provincia que tiene que ser ejemplo a nivel nacional”. Y con este tipo de engaños a la sociedad nos convertimos en ejemplo a nivel nacional, pero, para nuestra desgracia, de lo que no se debe hacer. Un auténtico papelón nacional.