Nació el 13 de junio de 1911 en Corcovado. Su padre, Juan Steinkamp, vino con su familia de Bahía Blanca. Primero llegaron a Quichaura y de allí los echaron los indios matreros, por esa razón llegaron a estos lugares.
“En aquella época vivíamos en la legua 94, donde estaba el destacamento”.
Las familias que habitaban esta zona eran Díaz, Sánchez, Steinkamp, después del lado chileno llegaron los Jaramillo, los Velázquez y para el lado de Cerro Centinela vivían los Pañalaf.
En la legua 94 estaba la primera escuela. La gente de Palena colaboró mucho en la construcción, trayendo tablas al hombro. En ese momento eran todos argentinos.
En el año 1924-1925 el Sr. Conesa viene con una orden, no sé de quién y nos desaloja como perros a todas las familias. Nos tuvimos que ir, allí salimos para la legua 97, otra gente se fue para Chile, otros para Carrenleufú y otros para el lado de Centinela.
Tuvimos que pelear mucho para tener nuestra tierra.
Íbamos a la escuela a caballo, jugando carreras, estaban los chicos Pañalaf, Velázquez, Enrique y José Luis Jaramillo y otros. Mi primer maestro fue Miguel Sánchez, después que Conesa nos desalojó la escuela se trasladó para el lado del pueblo.
En el año 1931 me casé con Alberto Underwood, él y su familia venían de la zona de Trevelin. Tuve tres hijos.
Antes se hacían fiestas hermosísimas para el 25 de mayo, la gente trabajaba muy unida, los habitantes de Palena venían a nuestras fiestas, incluso a sus hijos los anotaban en la zona de Tecka.
La población ayudó mucho a la construcción de la escuela de Carrenleufú, Don Spinelli hizo los ladrillos, la cal la pusieron los Torres y mi marido puso un carro con un hombre para trasladar los ladrillos y los materiales.
La familia siempre se dedicó a la cría de ovejas y vacas. Venían de Trevelin a comprar novillos y nosotros los alimentos los comprábamos en el pueblo, en el almacén de Pancho Petiso Sánchez.
Antiguamente las casas se construían con cañas y barro. Y la costa del río estaba limpia, no llena de sauces como ahora. Empezaron a crecer después que vino el aserradero. Había mucho calafate.
Entre los pobladores recuerdo a Manuel Vargas que era como un doctor. El revisaba y curaba, mandaba a preparar los remedios a Trevelin. A mí me curó de una neumonía y su hija Genoveva Vargas curó de una descompostura al hijo de Albertina.
También esta zona estaba habitada por aborígenes, sobre todo en las costas de los arroyos había tolderías. A veces ellos solían agarrar animales y se los llevaban para la cordillera. Esta gente con el tiempo se fue para el lado de Chile.
En el año ’44 cayó una nevada y pobladores como Calixto Díaz, Lucas Bravo perdieron todos sus animales, cayeron “más de dos metros de nieve”.