viernes, 13 de diciembre de 2024

 

Imagen de Puerto Madryn de comienzo del siglo pasado

Corría el año 1900. Puerto Madryn era un pequeño poblado de casas bajas de desperdigadas, algunas frente al mar, otras en “La Loma”. Ese año el inspector de escuelas Raúl Díaz escribía su informe al Consejo Federal de Educación sugiriendo la creación de una escuela en Madryn: “Tiene 58 habitantes y 17 niños de 6 a 14 años que crecen en la ignorancia porque la escuela más próxima está a 70 kilómetros”. Estos chicos se discriminaban de la siguiente manera: “varones 9, mujeres 8, alfabetos 9, argentinos 13, británicos 1, español 1, chileno 1, oriental 1”.

La trascendencia de lo declarado por el inspector Díaz radica en que si bien para el desarrollo nacional se confió en la importancia de la inmigración, la educación fue de un valor crucial en el progreso de una entidad colectiva con el modelo que impulsaba la generación del 80.

Reafirma la posición del funcionario anteriormente citado el informa que realizara el inspector Benjamín Zubiaur titulado “las escuelas del Sud”, con motivo de la visita que efectuara en marzo de 1906 a las escuelas públicas de la costa patagónica. En base a sus observaciones, aconsejó “la creación de una escuela en Puerto Madryn, donde hay 32 casas, 175 habitantes y 36 niños en edad escolar”.

Aunque la Ley N° 1420 impulsaba la educación como instrumento argentinizador en todo el territorio del país, en la práctica la realidad fue muy diferente. En la ciudad de Puerto Madryn, a pesar de los reclamos de la población y de los mismos funcionarios educativos, el Estado Nacional no se hizo cargo de la alfabetización de los habitantes.

Fragmento del libro “El desarrollo de la educación en Puerto Madryn y zonas aledañas (1900 – 1950)” de Marta Gueli y  Liliana Martín

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