jueves, 6 de febrero de 2025
Un alto en el descenso para atender al herido (Gentileza F. Laje)

Por Marcelo D. Giusiano para La Voz de Chubut

Resultó duro también escuchar aquella tarde-noche las vicisitudes del operativo rescate llevado adelante por miembros del Club Andino Bariloche, del Club Andino Piltriquitrón, del Escuadrón 35 de Gendarmería Nacional, la Administración de Parques Nacionales y personal de la Policía de las Comisarías de El Hoyo y Cholila.

Pasado el intervalo, Federico Laje continúa: “La noche de la llegada al campamento base debe haber transcurrido en un clima de cierto desconcierto, cansancio, algún cigarrillo, alguna comida y la absurda confirmación de que faltaban dos compañeros que ya no veríamos más. A los 17 años, por primera vez la muerte me saludaba. Esa misma noche y ante la delicada situación de Nilo decidimos separarnos para buscar ayuda. Nachi salía solo, volviendo por el mismo camino que utilizamos para llegar hasta el lago, subiendo y bajando montañas, para ver de cruzarlo y pedir ayuda en Bariloche. Ignacio y yo nos quedamos para cuidar a Nilo rogando que su situación no empeorara. Pronto los diarios informaban sobre el accidente creando una gran confusión entre quienes eran los lastimados, los vivos o los fallecidos y nuestras familias comenzaban a llegar”.

A esa altura del relato interviene don Gerardo Rudolph, pionero bolsones de las actividades de montaña y fundamentalmente del esqui, quien recordaba que esa tarde de Enero mientras pescaban en el lago Puelo, en la zona de El Turbio con su padre Albrecht Rudolph – uno de los fundadores del Club Andino Piltriquitrón – , prontos a emprender el regreso a El Bolsón escucharon unos gritos en la costa pidiendo ayuda, al divisar al joven que lo hacía en la orilla se acercaron y lo trasladaron a la localidad vecina, iniciándose de ese modo el operativo que finalmente sacaría a Nilo Silvestrone de El Turbio, vía Cholila, no por el lago Puelo.

Entre recuerdos, anécdotas y datos que se lanzaban a la mesa el tiempo fue discurriendo y con ello la charla fue llegando a su final.

Lejos de haber sido para mí una charla de tantas a las que uno puede asistir, en esta oportunidad despertó mi interés por saber un poco más de aquella expedición y de otras que tuvieron lugar en el mismo cerro o en los cerros aledaños.

Ese cúmulo de información recibida me motivo para buscar personas que se hayan relacionado, conocedores del accidente, familiares; y con todo ello fui armándome una idea más acabada de aquella tragedia.

Tuve acceso a través de un Libro de Actas del Club Andino Piltriquitrón – el que posteriormente, a los pocos días, se quemó en el incendio que sufriera la sede de esa Institución deportiva – a fotografías y recortes del Diario “El Bolsón” de fechas 3, 10 y 17 de Febrero de 1964 donde el Sr. Mario Márquez escribía un detallado informe cronológico de lo acontecido. Allí relataba: “A las 23 hs., del día Martes 28 de Enero, en compañía de Beto Fernández – el baqueano – arribo al lugar de los sucesos. El Miércoles 29, de común acuerdo se decide que por el momento el rescate de los cuerpos de Castelli y Giménez resulta imposible debido al mal tiempo, condiciones de la roca y sucesivas avalanchas, ante todo por la situación del herido cuya evacuación se hará por el lago Cholila, siguiendo el curso del Arroyo Turco. A fin de cambiar los diferentes puntos de apoyo, bajan al Turbio y luego a El Bolsón. Para la operación traslado de Silvestrone se hacen dos equipos: uno integrado por el Dr. Gutman, Otto Weisskopt, Gregorio Ezquerra, el Suboficial de Gendarmería Nacional Rubén Martínez, los dos cordobeses y los tres eslovenos, sumándose a esta operación el Dr. Venzano a las 12 hs., y el equipo punta de lanza que tiene por finalidad la apertura de la picada, compuesto por Pepe (Dr. José Iglesias), Carlos Botazzi, Emilio Hernández y quien suscribe (…)”.

El descenso con Lino Silvestrone fue penoso, debiendo cruzar el Arroyo Turco una infinidad de veces, abriéndose camino en la espesura del bosque a puro machete y bajo una copiosa lluvia que los acompañó casi todas las jornadas. Como si todo ello fuera poco tuvieron que racionar el alimento y someterse a una estricta dieta ya que por equivocación los víveres habían quedado en la casa del poblador Arturo Bahamonde, padre de una numerosa familia pionera de ese paraje.

Traslado en camilla de Lino Silvestrone (Gentileza F. Laje)

Finalmente el día 31 de Enero, ya con claras muestras de cansancio, hambre y bajo una persistente lluvia los Dres. Gutmann y Venzano acompañados por Mario Márquez salieron muy temprano como avanzada para solicitar ayuda ante el panorama del grupo con el propósito de encontrar al equipo que venía desde Cholila. A media mañana se encontraron con el vecino de Cholila Solís y dos policías de la misma localidad, más atrás venían dos pilcheros con los víveres de la patrulla de Gendarmería destacada por el Escuadrón Nº 35. A la tarde llegaron al lago Cholila donde Albrecht Rudolph – presidente del Club Andino Piltriquitrón – y Joaquín Lostra, ambos de antiguas familias de El Bolsón, los esperaban con un bote a motor para cruzar el lago que estaba muy picado, a las 12 hs. de la noche en la ambulancia de Gendarmería Nacional llegaron a El Bolsón para las primeras atenciones. Al otro día, Sábado 1º de Febrero, fue trasladado a la ciudad de Bariloche, para finalmente en un avión especial de la IKA, para quien Silvestrone trabajaba como Jefe de Fotografía de la sección Relaciones Públicas, se procedió a su derivación a la ciudad de Córdoba.

Natalia, la hija de Silvestrone, recordaba: “Mi papá era vecino en Córdoba de Aurelio Castelli, que a su vez era padrino de una de mis hermanas. Mi papá decía que lo vio pasar una vez colgado como un péndulo, otra vez como un péndulo, se le desató el pañuelo del cuello y ya no lo vio más. A Giménez lo encontraron y Aurelio creo que quedó en una grieta y ya no lo sacaron más. Me decía que fueron dos avalanchas y que él se salvó porque tuvo una caída libre de muchos metros y el impacto hizo que revotara y cayera junto a la pared y entonces la avalancha siguió corriendo hacia abajo del otro lado. Le cayó una roca en una mano destrozándosela, por eso tenía una mano de platino. Estuvo tres meses internado, y si…se salvó de milagro. Me contaba que fue el instinto de supervivencia el que lo llevó, a pesar de su estado, a arrastrarse con la ayuda de sus compañeros para llegar al campamento y cuando vio la primera carpa se desmayó. Frente a la carpa había un cañaveral y que un día de repente se abre y aparece el Dr. Venzano con medias de lana de oveja y cada pie envuelto en hilo sisal porque este hilo se pega en el hielo y con eso pudo cruzar el glaciar”.

En ese momento del entretenido relato de Natalia recuerdo que allá por el año 1996 o 97 charlando con don Waldimiro Sinigoj, ex intendente de Lago Puelo y propietario de uno de los lupulares más grandes, me contó que en esa oportunidad, cuando Venzano se dirigía hacia El Turbio, paso por su chacra y preparó el hilo sisal con las medias explicándole las ventajas del uso de ese calzado improvisado pero muy eficaz para la función que debía cumplir, un rato después siguió su camino.

Con muchos más recuerdos por compartir, Natalia continuaba con aquellos datos que su padre le contara: “Mi padrino que era muy jovencito, al ver la situación corrió 8 hs. sin parar hacia el lago en busca de auxilio. Cuando llegó tuvo la suerte de encontrarse con don Albrecht Rudolph y su familia que habían ido a pasar el día y a pescar, y les dijo antes de desmayarse que hubo un accidente en el Tres Picos. Sin más demora que el viaje de regreso don Albrecht da aviso a Gendarmería. Mientras tanto en gendarmería no sabían cómo llegar y deciden ir por Cholila, pero para esto pasaron dos días. Mi papá bajo 18 kg en tres días. Es don Beto Fernández, que luego fueron amigos con papá toda la vida, el baqueano que abrió el camino para poder llegar a donde estaban. Ahí es que deciden bajarlo por Cholila.

Fue un rescate apoteótico. La primera asistencia que recibe papá en el campamento es la del Dr. Venzano, es él quien metiendo un palito en un hormiguero le dice a papá que chupe, el ácido fórmico de las hormigas logran estabilizar a mi padre salvándole la vida. La segunda asistencia que recibe es ya en El Bolsón con doña Moni Alcalde, que sin ser enfermera, fue la única que se animó a tocarlo y a limpiarle las heridas y la ropa que tenía toda pegada con sangre al cuerpo. Mi papá en su delirio quería comer trucha y doña Moni no solo lo limpió y realizó las primeras curaciones, sino que también le consiguió la trucha”.

Con una sonrisa por la anécdota Natalia fue concluyendo su relato sobre el accidente para luego explayarse en otros aspectos de la vida de su padre en El Bolsón, su lugar en el mundo, el que eligió para radicarse con su familia un día de octubre del año 1975.

Fueron muy importantes en todo el operativo de rescate la participación de avezados montañistas de la Comisión de Auxilio del Club Andino Bariloche, también los del Club Andino Piltriquitrón y otras instituciones como Policía, Parques Nacionales y Gendarmería Nacional.

Esta última, a través del personal del Escuadrón Nº 35 con asiento en El Bolsón cumplió un rol fundamental también. Desde el inicio, el día Domingo 26 de Enero, el Suboficial Rubén Martínez, vecino del Mallín Ahogado, se incorpora a la Comisión de Auxilio del CAB que son los primeros en llegar al campamento base. Es el propio Mario Márquez quien en su cronología del suceso destaca su actuación cuando sostiene que es “un digno representante del Escuadrón 35, no desmaya en ningún momento y es toda una revelación como andinista, trabaja en forma incesante, cuando no está acarreando una mochila, ayuda a llevar al herido, o hace las veces de cocinero”.

También hubo otros gendarmes que en aquella oportunidad tuvieron una destacada actuación en las tareas de rescate. Tres de ellos: Carrión, Sales y González están en el recuerdo de la vecina Fomi Rodríguez, miembro de la familia Rodríguez llegada a Lago Puelo hacia el año 1921. En una charla con ella recordaba aquello que le había contado su marido el Cabo 1º Luis Alberto Carrión, oriundo de Esquel pero radicado en Puelo donde había formado familia. “Los tres llegaron arriba del Cerro Tres Picos, de donde sacaron a Silvestrone, mi marido y sus camaradas Simón González y Sales. Recordaba que el Dr. Venzano iba con una caramañola de aluminio llena de leche porque él solo tomaba eso y al verlo Silvestrone se la tomo toda ya que estaba afiebrado. En ese tiempo Carrión era soltero nos casamos dos años después, en 1966. A los pocos días del rescate de Silvestrone se organiza una nueva comisión  a cargo del Oficial Pereto del Escuadrón 35 con el propósito de recuperar los cuerpos de los fallecidos. Hacia El Turbio fueron en la lancha de Parques Nacionales, iban armando campamento a medida que avanzaban, uno de ellos lo hicieron en la casa de la familia de Arturo Bahamonde. Una vez allí rescatan uno de los cuerpos, el otro, contaba mi marido, que bajo en una grieta y lo pudo ver enganchado de una roca y se lo veía como petrificado – seguramente congelado – en ese momento en que quería llegar hasta el segundo cuerpo el sobrevuelo de un helicóptero provoca desprendimientos de rocas, razón por la cual sus camaradas deciden sacarlo de la grieta y deben regresar a El Bolsón solo con uno de los jóvenes fallecidos. El descenso fue dificultoso, según recordaba mi marido, de un lado era precipicio y del otro la cordillera, iban todos atados a una roca. Cuando llegan a una pared con placas conmemorativas de otras expediciones seguramente, se detienen y hacen un minuto de silencio por respeto. Finalmente bajan por el Turbio. Varios años después, en 1975, lo vienen a buscar a mi marido para que los acompañe a buscar el cuerpo que había quedado en la grieta, pero ya estaba muy enfermo y no pudo acompañarlos, fallece al año siguiente con 40 años de edad, muy joven”.

Minuto de silencio, a cada lado de las placas los gendarmes Carrión y Sales (Gentileza F. Todríguez)

Simón González (hijo) me comenta que si bien su padre era nacido en Corcovado de muy chico su familia se radicó en El Bolsón. A los 20 años, más o menos, ingresó a Gendarmería Nacional y estando destinado en el Escuadrón Nº 35 fue parte del grupo de rescatistas junto a otros camaradas de la Fuerza. Su hijo recuerda que una vez radicado en El Bolsón Lino Silvestrone, se hizo muy amigo de su padre a quien recordaba de aquel rescate.

Adelante Cabo 1º Luis Carrión le siguen Sales y Simón González, 1964 (Gentileza F. Rodríguez)

es una de esas historias en las que el suceso central, el accidente y posterior rescate, atraviesa a diferentes sectores de la sociedad comarcal, en la que aún está muy presente.

Como moraleja de la historia me gustaría compartir una última reflexión:

“Yo siempre pienso que la vida es un desafío. Hay que proponerse desafíos y creer en los desafíos, para que valgan la pena ser vividos. Para que valga la pena más la vida. A veces con dudas, a veces con miedos. Como es lógico, la duda es la base del conocimiento y no tener miedo es ser irresponsable. Por eso, cuando Nilo ya se reponía en algún hospital, los temores propios después del accidente, las dudas y los riesgos de seguir o no escalando comenzaban a disiparse. En realidad duran poco. Al año siguiente estaba en el Fitz Roy”. Federico Laje, sobreviviente de la Expedición al Cerro Tres Picos

 

Por Marcelo D. Giusiano para La Voz de Chubut

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