martes, 1 de julio de 2025
Frigorífico de Puerto Deseado, 1926

El 25/12/1876 entraba al puerto de Buenos Aires el barco Le Frigorifique, llamado así por el sabio francés Charles Tellier, en el que él había implementado por primera vez el método del frío para el transporte de carnes, almacenando 12 ovejas, I cerdo y 50 gallinas.

El procedimiento se desarrolló en nuestro país en las antiguas graserías. La primera de la Patagonia se instaló en Río Gallegos, en 1899 -La Blanca-, la que con el correr de los años quedó en manos de ganaderos y capitales ingleses -The New Patagonia Meat y Colt Storage Company Ltda- y luego de la Swift.

Los frigoríficos dedicados exclusivamente a la carne ovina se instalaron en Puerto Deseado, Río Gallegos y Río Grande, latitudes en donde las distancias entre los mejores campos de engorde-al pie de la cordillera- y la costa, son menores. Los frigoríficos norteamericanos e ingleses -instalados entre 1895 y 1914- pasaron a controlar la industria de la carne, los ferrocarriles que las transportaban a los puertos y los barcos que las llevaban a Europa.

El constante excedente anual de ganado lanar, y las dificultades que representaba su venta, dio lugar a la instalación de los frigoríficos en la Patagonia austral. La firma Waldron and Wood, que se dedicaba a la cría de ovinos en el sur argentino y chileno, se dedicó también a ser consignataria de lanas que exportaba. En 1894 faenaba en su estancia Punta Delgada, sacrificaba los animales en la costa, para luego subirlos a bordo y colocarlos en cámaras congeladas.

Los barcos de la compañía Houlder Line, que llegaban hasta el estrecho de Magallanes, hacían otro tanto vía Inglaterra.

En 1920, Armour levantó en la confluencia de los ríos Santa Cruz y Chico, un frigorífico con todos los elementos modernos del momento. Por causas similares -excedentes ganaderos- Alejandro Menéndez Behety y José Menéndez se incorporaron a esta industria tanto en Tierra del Fuego como en la costa santacruceña. La primera faena del frigorífico de Río Grande tuvo lugar el 09/02/1918, temporada en la que se sacrificaron 149.661 animales, predominando los corderos, que, congelados, se enviaron a Inglaterra.

Menéndez Behety también fundó el frigorífico de Puerto Deseado, el que inició sus actividades el 12/01/1926. Ese año se faenaron 82.165 lanares.

José Menéndez formó la Sociedad Anónima Frigorífica de la Patagonia y la Compañía Frigorífica de la Patagonia. Otros datos dan cuenta que, iniciado el siglo XX, se instaló en Río Grande la Compañía Frigorífica Argentina, que nucleaba a los ganaderos de la zona. En 1926 se inauguró en Puerto Deseado la planta industrial de la Corporación Argentina de Productores de Carnes (CAP), que dependía entonces de la Sociedad Cooperativa Frigorífico Puerto Deseado.

Una publicación de 1934 resumía así la actividad de carnes congeladas en el territorio de Santa Cruz: “En pocos años se han montado en el Territorio y en cada uno de los puertos del mismo, un frigorífico con instalaciones modernas y que abastecen las exigencias de la región. Así tenemos instalado en Río Gallegos el Swift de La Plata; el Armour en Santa Cruz, tal vez el mejor instalado de la República; nuevamente el Swift en San Julián y en Puerto Deseado la Sociedad Frigorífica Deseado. (…) El alojamiento de todos los trabajadores de los frigoríficos Swift de La Plata en Río Gallegos y San Julián es gratuito y en la fonda de estos establecimientos se les da pensión por $60 mensuales a los obreros con oficio y por $45 a los peones en general (…)”.

El período de expansión de estas industrias duró hasta la gran crisis mundial de 1929-1930, y durante todo ese período la mayor parte de la producción argentina de carne se destinó a la exportación, principalmente con destino a Inglaterra. Los grandes frigoríficos que monopolizaban el negocio se quedaban con el grueso de las ganancias, y una parte de esos cuantiosos beneficios los compartían con un pequeño grupo de estancieros acaudalados. La situación se hizo insostenible luego de la gran crisis, cuando Inglaterra estableció cuotas de compra de carnes argentinas y disminuyó las importaciones a menos de la mitad, pagando precios muy bajos.

En aquellos años, mientras los productores pequeños y medianos vendían en el mercado de Liniers a un precio de 14 a 15 centavos el kg vivo, los grandes ganaderos recibían del frigorífico entre 25 y 28 centavos por igual calidad de carne. Fue cuando el senador Lisandro de la Torre presentó la denuncia y posterior investigación de estos manejos turbios apañados en las altas esferas del Estado.

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