sábado, 7 de junio de 2025
Petroquímica Comodoro Rivadavia

Los trabajadores Petroquímica vienen negociando con la empresa que se cumpla el convenio laboral de 1975, que fuera suspendido durante la dictadura pero no se retomó con la democracia, como sí sucedió con otros convenios colectivos de trabajo.

Desde 1987, los gremialistas intentan arribar a un punto de acuerdo que incluya un adeudado aumento en los salarios y la plena vigencia de las condiciones de trabajo acordadas entre la empresa y los trabajadores desde hace más de una década. Pero el consejo administrativo de Petroquímica no cede para cumplir con las demandas de incrementos salariales que rondan el ciento por ciento.

En abril del ’88, se anuncia un paro de actividades con afectación de la producción para el jueves 7 de abril. Para evitar inconvenientes y cumplir cabalmente con la legislación sobre el derecho de reclamo, el sindicato notifica dos días antes a la empresa sobre la medida a concretar.

Pero como respuesta, se encuentran con el despido masivo de quienes adhieren al paro. Los telegramas llegan a 326 empleados de Petroquímica, incluida la comisión directiva del sindicato y el cuerpo de delegados.

La sorpresa y la impotencia se adueñan de los trabajadores y de sus familias que se manifiestan para intentar revertir la medida de la empresa. Ninguna respuesta favorable reciben desde los directivos, que intentan explicar los despidos en la baja actividad de la compañía.

Durante 110 días, los cesanteados mantienen un campamento la entrada de la empresa, mientras acuden a abogados, autoridades políticas y laborales para encontrar una solución. Ni siquiera la intervención del Ministerio de Trabajo de la Nación en el conflicto les dará respuestas. La empresa no acata la conciliación obligatoria dispuesta e, incluso, impide el ingreso del personal a puestos de trabajo con una fuerte custodia civil y policial.

El conflicto se mantiene en la puerta de Petroquímica y en las calles, donde los trabajadores se manifiestan para encontrar el apoyo de la comunidad.

 

Fragmento del libro “Crónicas del centenario”.

Compartir.

Dejar un comentario