Sucesos y episodios de la vida cotidiana que forman parte de la historia secreta del tango y sus máximos representantes.
Edmundo Rivero y el Manguero
Edmundo Rivero solía contar la historia de un hincha manguero. En ese entonces actuaba en el Marabú y este personaje lo perseguía como una sombra. Primero lo aplaudía y después le pedía “unos mangos”. El cantor le daba siempre algo hasta que un día recibió esta respuesta:
-Pero, ¿esto me das? ¿Pero vos te crees que yo voy a estar acá chupando frio hasta las cuatro de la matina por esta guita? Si sabía, me iba a la salida del Tibidabo y el gordo Troilo me daba el doble. ¡Ah no, viejo! A mí no me ves más por acá.
Marianito Mores – Athos Palma y el Fa Sostenido
Jesús Martínez Moirón pasó su vida entre autores y compositores de la música popular. Historió la vida de SADAIC y en alguna oportunidad recordó la siguiente anécdota: durante muchos años. Marianito Mores vivió con su familia en un departamento contiguo a las oficinas de SADAIC. En el piso de abajo vivía el maestro Athos Palma. Cuando Marianito ensayaba en su departamento, Athos Palma desde el suyo solía gritarle:
-¡No….eso es fa sostenido!
Eso sucedió en varias oportunidades. Marianito agradecía y rectificaba el pasaje musical. Una tarde, Martianito y Athos se encontraron en el ascensor. Luego del saludo, Mariano le pidió el maestro que aceptara darle un curso de armonía y contrapunto cobrándole lo que fuera, y Athos Palma le contestó:
-Yo te daría el curso sin cobrarte un centavo, pero no quiero hacerlo porque perderías la esencia popular de tanguero que llevas adentro… ¡Te ruego que sigas así!
Astor Piazzola y Nadia Boulanger: Tengo un Tango
La respuesta de Athos Palma a Mariano Mores fue muy parecida a la que le dio la eximia maestra Nadia Boulanger a Piazzolla, cuando Astor- en 1945- ganó una beca para estudiar en Francia.
Piazzolla llegó al estudio de la Boulanger con dos portafolios llenos de partituras de música clásica escritas por él. Nadia vio y escuchó durante dos semanas.
Al final le preguntó a Astor:
-¿Qué es lo que hace en su país? ¿Qué música toca?
Con mucha vergüenza, Piazzolla le confeso que hacia arreglos de tango, que incluso había tocado con Troilo y dirigido su propia orquesta. Y le confesó que estaba cansado de todo eso que su destino estaba, o le parecía que estaba, en la música clásica. Nadia le pidió que le mostrara algo propio y Piazzolla respondió: “Tengo un tango, ¨Triunfal¨ se llama…”
-Tóquelo en el piano- le ordeno la maestra.
Piazzolla le aclaro que si instrumento era el bandoneón, pero igual se animó a complacerla. Cuando terminó, recibió esta felicitación y este consejo de Nadia Boulanger:
-Astor, esto es hermoso, me gusta mucho. Aquí está el verdadero Piazzolla. No lo abandone nunca.
Carlos Gardel – Francisco Canaro y los 500 Mangos
Carlos Gardel consideraba a Francisco Canaro un hombre de mucha suerte. A los dos les gustaban los burros y solían encontrarse con frecuencia en el circo de Palermo. Cierta tarde Gardel no acertaba una. Le había ido mal, realmente mal. Lo vio a Canaro y lo encaró:
-¡Che, “Cana”! Préstame unos mangos que tu plata da suerte.
-¿Cuánto querés? – le respondió el director de orquesto.
-Dame 500 magos…
Canaro se los dio. Tiempo después fue Canaro quien estaba en una mala tarde y se le ocurrió reclamarle al cantor la devolución del préstamo. Con sorpresa, recibió este reproche de parte de Gardel_
-¡Con el “paco” que tenés, no te da vergüenza pedirme los 500 mangos!
Y no se los dio.
Franciso Canaro y la Yerba
“Los criollos, cuando viajamos- afirma Francisco Canaro en su libro memorias-, tenemos un hábito inveterado que es parte de nuestra propia naturaleza: el mate. Podemos olvidar cualquier efecto o utensilio de nuestro equipaje, pero jamás descuidamos el mate, la bombilla, el paquete de yerba y una pavita para el agua caliente. Matear es nuestro vicio criollo, que siempre ha dado margen a los más curiosos comentarios de los extranjeros. Yo, como buen criollo, viajé a Europa con mi equipo de matear y un tarro de yerba ¨Cruz de Malta¨; y al desembarcar en Marsella me revisaron en la aduana minuciosamente”
Enrique Santos Discépolo y el Actor Manguero
Es sabido que Enrique Santos Discépolo era un “manoabierta” incurable. A principios del ’50 estaba representando “Blum” en el teatro Politeama y tenia de “cliente” permanente a un actor de segunda línea que le pedía dinero a préstamo sin devolverlo jamás. Una noche fue testigo de la escena un sobrino de Discepolin. Cuando el actor se retiró, el sobrino le dijo:
-¿Cómo le da dinero a ese tipo que se lo pasa hablando mal de usted?
-¿Te das cuenta? Habla mal y le doy plata. ¡Mirá lo que va a decir si se la niego!
Juan de Dios Filiberto y Eduardo Donato a las Piñas
Esto sucedió durante una asamblea de socios en SADAIC en 1943. La reunión venia mal y el debate se había tornado más ardoroso. En determinado momento Juan de Dios Filiberto- catalogado como de pocas pulgas por sus colegas- se enojó y abandonó el recinto. En la vereda seguía protestando a viva voz. Justo en ese momento se aprestaba a ingresar el director de orquesta Eduardo Donato. Al verlo tan enojado le dijo:
-Que le paso hermano?
-¡Yo no soy hermano de ningún hijo de p…!-le respondió Filiberto, acompañando las palabras con su cross a la mandíbula- Obviamente, se tomaron a trompadas y terminaron los dos en la comisaría 5°. Allí los reconoció el comisario – los dos eran muy populares-, comprendió la situación, atemperó los ánimos y los instó a darse la mano y un abrazo. Lo hicieron y al rato volvieron juntos a la reunión de SADAIC.