sábado, 27 de julio de 2024
El ARA San Luis, bajo el comando del Capitán de Fragata Fernando Azcueta, zarpó de la Base Naval de Mar del Plata el 11 de abril de 1982, para efectuar pruebas de mar previas a su despliegue, las que finalizó a los dos días. A su regreso, recibe la orden de “desgastar a la fuerza incursora expedicionaria británica en el área focal Malvinas/Georgias a fin de contribuir a mantener y consolidar la conquista de Malvinas”.
Realiza una campaña de 40 días, durante la cual llevó a cabo tres ataques a la fuerza del enemigo, no obstante haber operado con solo tres de sus cuatro motores diésel y haber tenido la computadora del sistemas de armas fuera de servicio, manteniendo así su capacidad de lanzamiento de torpedos limitada a las condiciones de emergencia.
Luego de algunos contactos hidrofónicos con buques de superficie que no posibilitaron su respuesta y de sufrir un ataque del enemigo sin consecuencias, el 1 de mayo lanzó un torpedo SST-4 sobre un blanco a distancia (clasificado como destructor/fragata) sin poder apreciar su efecto, siendo a continuación, hostigado por 22 horas por una fuerza de buques y helicópteros, por lo que debe asentarse en el lecho del mar, para evitar sufrir consecuencias por el mencionado ataque.
El 8 de mayo efectuó un nuevo ataque sobre un blanco apreciado como submarino, con fuerte explosión en el azimut del lanzamiento, sin poder dilucidar los efectos.
Finalmente el 10 de mayo efectúa un tercer ataque con dos SST-4 sobre un blanco, también clasificado como destructor/fragata, sin tampoco apreciar sus efectos, pero sin sufrir un posterior contraataque. El 11 de mayo recibió la orden de regreso a su base de operaciones, que cumplió sin novedad. El 19 de mayo ingresó a la Base Naval Puerto Belgrano, luego de 39 días de patrulla y 864 horas de inmersión (equivalentes a 36 días).
Estudios posteriores de los fabricantes alemanes indicaron que los torpedos tenían invertida la polaridad en el cable de filoguiado. La incorrecta manipulación de las partes durante el mantenimiento de los torpedos llevo a su inutilidad.
Por Miguel Ángel Martínez
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