jueves, 27 de marzo de 2025

El gobernador Conesa sostuvo: “Es la más próspera y progresista de las colonias pastoriles establecidas hasta la fecha en los Territorios Nacionales”

 

Escuela de Cushamen, 1922. Gobernador Benito Fernández

Otro aspecto no menos importante, quizás más, merece ser destacado. El 14 de abril de 1902 el gobernador del Territorio, Alejandro A. Conesa, eleva al Consejo Nacional de Educación una nota para que se dé curso a “lo que tan justamente solicitan los vecinos indígenas de la Colonia Cushamen, no obstante, su silencio y remota ubicación es la más próspera y progresista de las colonias pastoriles establecidas hasta la fecha en los Territorios Nacionales. Y que esto se debe precisamente a la inteligencia y activa dirección del cacique Miguel Ñancuche Nahuelquir, quien ofrece patrióticamente una casa adecuada para la escuela y para el maestro, mientras hace construir el local definitivo de ese establecimiento que donará al Consejo Nacional, según manifestación y compromisos verbales hechos ante esta Gobernación”.  Al año siguiente, el 18 de marzo, Conesa recibía el siguiente telegrama despachado en Ñorquincó: “Día 15 inauguróse edificio escuela con hermosa fiesta aclamándose nombre de V.E. y perito Dr. Moreno por valiosa cooperación escuela. El edificio es cómodo e higiénico; faltan útiles para los 47 niños que asisten actualmente, rogamos a V.E. ordene remisión de los mismos”. La inauguración se hizo aprovechando la presencia del misionero padre Mario Luis Migone que la bendijo. Esta escuela quedó registrada con el N° 15 y actualmente lleva justicieramente el nombre del cacique. Un hecho de tan elevada significación no figura en los recitados de los que tanto insisten en que se tenga memoria.

Miguel Ñancuche Nahuelquir, a pesar de ser analfabeto, fue nombrado Presidente del Consejo Escolar local. El 25 de mayo de 1908 se dirige al presidente del Consejo Nacional de Educación: después de manifestarle que ese día se tomaron los exámenes en su presencia y que ha felicitado a la señora directora por el buen resultado, pide “que se nombre otra persona para encargado escolar” en razón de ser él un hombre de campo, con muchas ocupaciones y “su poco entendimiento sobre asuntos escolares”. Cualquier comentario empañaría tan elogiable gestión, sobre todo cuando se observa el actual estado de nuestra educación. Al que le quepa el sayo que se lo ponga.

El Consejo Nacional de Educación parece que tenía de él otro concepto, pues el 15 de junio le comunica que “se ha resuelto no aceptar su renuncia del cargo que desempeña, por considerarse que puede usted prestar servicios a la escuela pública de esta localidad”. Firman la nota José María Ramos Mejía y Alberto Julián Martínez.

Resaltan aún más los méritos de esa gente si se considera que la concesión de las tierras era precaria y continuó en ese estado todavía por muchos años. Contrasta la desesperante lentitud y cúmulo de dificultades que encontraban los aborígenes y modestos pobladores para adquirir los títulos definitivos de propiedad con la facilidad con que los obtenían los hombres de capa y espada.

Cuando Chubut se transformó en Provincia, las nuevas autoridades se encontraron con un enredo de litigios; no faltaron planes y estudios para resolverlos, pero entre tanto la situación se iba tornado muy compleja y eso dificultaba enormemente encontraron una solución equitativa de acuerdo con la legislación vigente.

En cada cambio de gobierno renacía la esperanza de encontrar en las esferas oficiales alguien que, por su sensibilidad, reivindicara los derechos de los desposeídos, para caer en una nueva desilusión al poco tiempo.

Finalmente, el 5 de marzo de 1975, el gobernador del Chubut, Benito Fernández entregó 46 títulos de propiedad a otros tantos pobladores indígenas de Cushamen que venían reclamándolos, de padres a hijos, desde principios de siglo.

Estas expresiones, que hubieran tenido sentido tres cuartos de siglo antes, en ese momento sonaban a sarcasmo porque ahí quedaron las cosas; no hubo medidas complementarias como asesoramiento técnico, créditos, cooperativismo… como para llegar a mejorar y solucionar los problemas de la Colonia. Lamentablemente los hechos han demostrado que el sistema de reservas implementado favorece más el aislamiento y el atraso que el progreso y la integración.

“Patagonia azul y blanca”, Clemente Dumrauf

 

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