La Comisión Pro Parque Nacional del Sur, que concretaría su cometido con la creación del Parque Nacional Nahuel Huapi, tomó a su cargo la concentración de todos los esfuerzos tendientes a proteger esa jurisdicción y activar los trabajos para su mejor accesibilidad al turismo, organizando a partir del verano de 1924, la primera excursión a Bariloche.
Esta comarca, siguiendo los pasos de Bariloche, recibió los primeros turistas en el verano de 1928, meses antes de crearse la Comisión de Fomento de Lago Puelo. Se trataba de un grupo de viajeros en dos vehículos de marca Renault último modelo, integrado por José Battilana, hijo del gobernador del Territorio Nacional del Neuquén y exembajador de Argentina en Francia; don Augusto Menguelle, nieto de un militar francés oficial médico del ejercito de Napoleón III, que se incorporó voluntariamente en la Campaña del Desierto y fue luego pionero de Cipolletti; don Mariano Zabaleta; el doctor Julio Traverso (padre) – sobrino de Zabaleta y cuñado de Menguelle- y el suizo Bachmann, administrador de los Battilana y participante en diversas expediciones paleontológicas en Neuquén, Rio Negro y Chubut.
Los turistas se alojaron en la propiedad de los colonos vascos Cándido y Babil Azcona, en El Bolsón, no pudiendo llegar con sus vehículos hasta Lago Puelo por no permitirlo la precaria huella existente. En esos tiempos aun no existía el camino desde Bariloche por el cañadón de la mosca y los viajes hacia el norte se hacían por Ingeniero Jacovacci, punta de rieles del ferrocarril, Pilcaniyeu, Ñorquinco – tampoco existía El Maitén- y la travesía a pie del cerro Paleta hasta los Repollos y de ahí a El Bolsón. Estos pioneros del turismo aventura, relataban que continuando su excursión hasta Río Senguer, hicieron alto para pasar la noche en la Estancia Leleque, en ese entonces propiedad de la firma “The Argentine Southern Lands Co.” Y actualmente propiedad de los hermanos Carlo y Luciano Benetton, siendo bien recibidos por su encargado, un empleado de nacionalidad inglesa, que a pesar de la calidad de los visitantes –nada frecuentes por allí en esas épocas- no llevaban traje de etiqueta y él cenaba de “smoking” y su esposa vestida de largo…!
Libro Lago Puelo, un rincón de la patria, de Julio Traverso y Gamboa