martes, 3 de diciembre de 2024

Un equipo de científicos ha encontrado un posible vínculo entre el consumo frecuente de alimentos fritos y el aumento de los niveles de ansiedad y depresión en los consumidores. En su estudio, publicado en «Proceedings of the National Academy of Sciences», el grupo alimentarios de la Universidad de Zhejiang, en China, describe datos analizados de 140.728 personas.

Algunas investigaciones anteriores han sugerido vínculos entre los patrones dietéticos occidentales y los problemas de salud mental.

Ante la sospecha de que al menos parte de la evidencia podría atribuirse al consumo frecuente de alimentos fritos, el equipo comparó las tasas de ansiedad y depresión informadas con las conductas alimentarias que incluyen el consumo frecuente de alimentos fritos.

Descubrieron que aquellos que informaron haber comido muchos alimentos fritos tenían más probabilidades de ser diagnosticados con síntomas de ansiedad y/o depresión.

En concreto, el estudio mostró que los síntomas aumentaron entre un 7% y un 12% en las personas que reportaron comer este tipo de alimentos, y que el mayor riesgo parecía estar asociado con comer papas fritas.

Al explorar por qué comer dichos alimentos podría aumentar las posibilidades de problemas de salud mental, el equipo aisló la acrilamida (un compuesto orgánico cristalino que es soluble en agua), que describen como un contaminante del procesamiento de alimentos que aparece cuando se fríen los alimentos.

Menos sociables
Probaron el impacto de la acrilamida en el pez cebra y descubrieron que reducía su entusiasmo por explorar nuevos territorios y limitaba su sociabilidad, ambos signos de escototaxis y tigmotaxis, que son comportamientos de los peces que se cree que son similares a la ansiedad y la depresión en los humanos.

También encontraron que el consumo de acrilamida reducía la expresión de tjp2a, que se ha descubierto que desempeña un papel en la permeabilidad de la barrera hematoencefálica.

El equipo reconoce que se requiere más trabajo para demostrar definitivamente que el consumo frecuente de alimentos fritos conduce a problemas de salud mental; reconocen que era posible que las personas en el grupo de datos que estudiaron consumieran más alimentos fritos porque sufrían de ansiedad o depresión.

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