Shakira toma asiento frente al micrófono. Viste camiseta blanca y pantalón negro. “Tengo muchas ganas de hablar”, dice. Va a hacerlo, sin parar, durante 80 minutos. Se desnuda en el juzgado desplegando un abanico de emociones que modula con su voz y sus gestos: amor, nostalgia, entusiasmo, pero también rabia, indignación. Todo para convencer a quienes la escuchan en silencio, y en especial a la jueza, de que hasta 2015 no vivió de manera estable en España y no podía ser tratada como residente fiscal. Es 6 de junio de 2019. La cantante colombiana declara, como investigada, por el supuesto fraude de 14,5 millones a Hacienda en una pequeña y gastada sala de los juzgados de Esplugues de Llobregat (Barcelona), empotrados en un bloque de pisos.
Han pasado cuatro años y la vida de Shakira Isabel Mebarak Ripoll ha dado un vuelco: se ha separado del exfutbolista Gerard Piqué y vive con sus hijos en Miami. Pero el proceso penal sigue ahí, amenazante. A las puertas de un juicio que empieza en noviembre y en el que afronta una petición de más de ocho años de cárcel, EL PAÍS ha accedido al contenido de una comparecencia que acerca, de un modo inédito, a la personalidad y el periplo vital de una estrella de la música.
“La estaba rompiendo a nivel mundial, vivía en un avión”
Hacienda considera que, desde 2011, Shakira tenía su centro de gravedad en España y pasaba aquí más de la mitad del año, por lo que debía ser considerada residente fiscal y pagar impuestos. Esa es la base de la acusación de la Fiscalía, que además de la pena de cárcel solicita el pago de una multa estratosférica: 23,7 millones. En su declaración, donde intentó evitar el contacto con la prensa alquilando una plaza de aparcamiento en el edificio de los juzgados, la artista lo niega con vehemencia. Todo ese tiempo, cuenta, no hizo más que trabajar y viajar, sin que hubiera nada, más allá de la incipiente relación con Piqué, que la uniera a España. “Era una nómada, una persona sin raíces ni estabilidad. He viajado a un ritmo tan intenso que he llegado a estar en tres países en un mismo día. Es uno de los precios más altos que he tenido que pagar por mi carrera”, cuenta. Tras el éxito de su Waka Waka en el Mundial de Sudáfrica en 2010, donde conoció a Piqué, al año siguiente completó su gira mundial Sale el sol. Más tarde se sumó al programa The Voice, en Estados Unidos. “Esos años la estaba rompiendo a nivel mundial con mi música. Estaba en todos lados, vivía en un avión más que cualquier piloto”.
“No iba a Bahamas para apaciguar los celos de Gerard”
Más en el aire que en tierra firme, Shakira enumera los países con los que ha tenido vínculos estrechos. El objetivo de la declaración judicial, en la que no admite preguntas de la Fiscalía y responde solo a preguntas de su abogado de entonces, José Ángel González Franco —ha cambiado tres veces de letrado en estos años—, es dar a entender que España nunca estuvo en su lista de prioridades. Cita Estados Unidos (“fue mi trampolín al resto del mundo y es mi centro de negocios”), Colombia (su país natal y donde vive parte de su familia) y Bahamas, que juega un papel clave en esta trama. “Necesitaba un lugar donde volver a encontrar a la persona y separar al personaje público”, dice. En un viaje a Nassau, capital del archipiélago, acudió a un estudio donde habían grabado artistas como “Bob Marley, Led Zeppelin o Julio Iglesias” [los Compass Point Studios, por las pistas que da Shakira]. “Me enamoré de la isla y me quedé. Me daba una privacidad que no encontraba en otro país y tenía la ventaja de estar a 20 minutos de Estados Unidos”. En 2004 compró una casa en Nassau donde convivió con su pareja de entonces, Antonio de la Rúa. A los tres años, Bahamas le concedió un permiso de residencia permanente.
Desde que la Fiscalía se querelló contra la cantante, su defensa ha esgrimido ese permiso como prueba fehaciente de que era residente fiscal en el archipiélago. Pero Hacienda ha desmontado la coartada con el argumento de que es un papel que las autoridades de ese país expiden a quienes compran una casa de cierto valor económico, con independencia de que residan allí. En la declaración, Shakira admite que, “desafortunadamente”, no vivió en Bahamas durante el periodo bajo sospecha (2011 se dirime en vía administrativa y 2012, 2013 y 2014 son los que han acabado en la vía penal). No pudo por dos razones. La primera, su explosiva carrera musical. Y la segunda, su incipiente relación con Piqué, entonces defensa del Barça y residente en Barcelona.
“Empiezo a salir con él y, si tengo un poco de tiempo libre, prefiero ir a verlo a él y no ir a Bahamas a encontrarme a mi ex”. Para entonces, De la Rúa seguía frecuentando la casa de Nassau, donde ambos guardaban “muchos recuerdos”. “Era una situación que no le hacía nada de gracia a Gerard. Entonces, por apaciguar un poco los celos de Gerard, que eran naturales porque no teníamos una relación consolidada, había mucha inseguridad por ambas partes y las heridas con mi anterior pareja estaban abiertas”, explica con desenvoltura a preguntas de su abogado y dirigiéndose a la jueza. Pero eso no significa en absoluto que se hubiera instalado en España y ni siquiera que pasara aquí los 183 días del año (la mitad más uno) que exige la ley para ser considerado residente fiscal. Una afirmación que la Agencia Tributaria también ha tratado de desacreditar con un calendario detallado de esos años que está incorporado a la causa judicial.
“Nuestra relación era turbulenta, como un Dragon Khan”
Por amor, Shakira empezó a situar Barcelona en el mapa y a visitar la ciudad. Pero la consolidación de la pareja fue gradual y plagada de obstáculos por los compromisos profesionales de ambos, según su declaración. Shakira sonríe con ternura cuando recuerda aquellos primeros momentos, con poco tiempo para verse y muchas ganas de hacerlo. “Estaba encantada con él. Recuerdo estar volando de Marraquech a Croacia. Sobrevolábamos Barcelona y le pedí al piloto del avión si podía aterrizar brevemente solo para darle un beso a Gerard. Es lo más romántico que he hecho en mi vida. No sé si la Agencia [Tributaria] me lo habrá computado como un día en España”, declara la artista en uno de los dardos que, a lo largo de la declaración, lanza a Hacienda. Shakira también compró una casa en Perpiñán, en el sur de Francia, “lejos del bullicio de los paparazzi” que la seguían en Barcelona, pero a tiro de piedra de Cataluña. “Quería estar cerca de Gerard”. Y eso que la relación en los primeros años, según describe la cantante, no fue fácil.
“En 2011, cuando empiezo a salir con él, casi no nos veíamos. [Él] tiene 23 años, 10 años menor que yo. Futbolista, guaperas, con fama de playboy… Era un loquito en esa época. Ahora mismo es un tipazo, pero entonces era un loquito y no tenía garantía de que las cosas iban a tirar adelante o que íbamos a formar una familia. Jamás me imaginé que iba a vivir en este país por ese niño con barba que estaba increíble, pero bueno, no más”. De modo que la artista siguió a lo suyo y, más allá de visitarlo, no cambió hábitos. “No hice ningún sacrificio por él en ese momento, yo no sabía qué quería este chico conmigo, de pronto quería pasarla bien y no era a largo plazo”. Shakira considera “absurdo” que Hacienda le atribuya la residencia fiscal en España entonces. “Cómo iba a sacrificarlo todo por un chico al que estaba conociendo, ahí asaltando la cuna”, dice entre risas. Ante la jueza, la cantante confiesa que, en 2012, la pareja no atravesaba un buen momento. “Nuestra relación era muy turbulenta, era un Dragon Khan [una montaña rusa del parque de atracciones Port Aventura, en Tarragona], porque nuestras vidas profesionales no compaginaban, era como juntar agua y aceite. Yo era una trotamundos y él tenía que cumplir un horario. No nos entendíamos muy bien, y espero que esto no se filtre a la prensa”.
“La visión de Hacienda es machista y retrógrada”
Esas supuestas turbulencias no impidieron que la pareja decidiese, poco después, tener hijos. El primogénito, Milan, nació el 22 de enero de 2013 en Barcelona. Pero tampoco la maternidad hizo que Shakira arraigara en España: toda su declaración está orientada a demostrar que no vivió aquí y no debía pagar impuestos. “Durante el embarazo, y es difícil de entender, trabajaba 14 horas al día. Recuerdo estar en el escenario con mi panzota, haciendo esos movimientos típicos que hago yo… Supongo que me veía ridícula”, ríe. “Programé la cesárea porque tenía un contrato con The Voice. Entré con maquillaje a la sala de parto. Parí y me llevé a mi niño recién nacido. Lo llevaba conmigo a cuestas a todos lados, como esas mamás indígenas que llevan a sus niños a cuestas. Le amamantaba en el set del programa cada tres horas”.
Sin callar nada sobre su vida privada, esboza también lo que significa ser madre para una superestrella. “Mi hijo fue un descubrimiento maravilloso de la vida, pero mi trabajo seguía siendo mi prioridad”. En definitiva, viene a decir, nada cambió. Ella hubiese querido que su hijo naciese en Estados Unidos, pero accedió a la petición de Piqué. “Para Gerard esto era un motivo de discusión. Para cuando [Milan] iba a nacer, estaba en plena temporada del Barça y no iban a darle permiso. Para él estar en el parto era muy importante”. Sobre el jugador del Barça, asegura que “tuvo que adaptarse a la vorágine” que era entonces la vida de la cantante y ver menos de lo que le gustaría a su hijo. “Nunca me exigió nada, él me conoció como una artista global”. Su único vínculo con España seguía siendo él.
En su informe, Hacienda concluye que el hecho de haber sido madre es un indicio firme de su adquirida residencia en España. Shakira combate esa idea. “Es una visión retrógrada y algo machista. Pensar que, porque una mujer tiene un hijo con un español, hay que asumir automáticamente el concepto tradicional de familia…”. La cantante se pregunta en voz alta qué hubiese ocurrido si se intercambiasen los sexos. “Yo no sé si Bono [el cantante] estaría aquí sentado, imputado en un proceso penal con tan graves consecuencias para mí, mi familia y mis hijos”, lamenta.
“Gerard tenía una relación supertensa con Guardiola”
En su relato exculpatorio, Shakira añade otra capa de protección: no podía pensar siquiera en vivir en España porque el futuro profesional de su pareja estuvo durante mucho tiempo en el aire. Y Piqué (buena parte de su declaración pivota sobre esa idea) era el “único” vínculo que tenía con España. “Gerard tenía una relación bastante complicada con el Barça. Con Guardiola tenía una relación supertensa, de ‘te vas tú o me voy yo’. Era una situación que lo hacía sufrir muchísimo”, explica. La cantante cuenta que el jugador valoró otras opciones para su carrera futbolística, como regresar al Manchester United, cuando Luis Enrique, a su llegada al Camp Nou, le advirtió de que iba “a chupar mucho banquillo”. Shakira dice, en definitiva, que hubiese vivido en la ciudad del equipo en el que Piqué hubiese acabado militando. Y resta importancia al hecho de haber comprado una casa en Barcelona. No lo ve como un síntoma de vinculación, sino como una transacción más. “Yo compro casas en lugares y eso para mí no supone un compromiso. Tengo casas en Uruguay, Nueva York, Miami, Barranquilla, Nassau, Barcelona… Me gustan porque es la forma más cómoda de estar, cuando voy a hospedarme prefiero estar en una casa. Incluso durante las giras alquilo casas, es más cómodo y privado”.
Aclarado el futuro de Piqué tras la renovación con el FC Barcelona y con el segundo hijo de la pareja en camino (Sasha nació en Barcelona en enero de 2015), Shakira se planteó finalmente vivir en España. “Escolarizamos a Milan y las cosas cambian. En este momento somos una familia consolidada, aunque nunca seremos una pareja completamente convencional”, declara la artista, que critica a Hacienda por trasladar “la foto” de 2019 al periodo 2011-2014. En el momento de la declaración, dice, Shakira es “una mamá más”: “Recojo a mis hijos en el colegio, voy a las actividades…”.
“Estar en España es un sacrificio enorme para mi carrera”
En el calendario aportado a la investigación, Hacienda sostiene que hay indicios para pensar que Shakira estuvo en España todo ese tiempo más de 183 días al año. Ella replica que no. “Mi único vínculo era Gerard. Aquí no tenía más que un novio”. Eso fue así, insiste, hasta 2015, cuando admite que vivía en España pese a sus reticencias porque supone un lastre, dice, a su carrera. “No tenía ganas de venir a España. Es un país lindísimo, pero no es el epicentro de la industria de la música. Para mí estar en España es un sacrificio enorme para mi éxito profesional, porque no cuento con lo mejor en la producción artística, que está en Estados Unidos”. Lo ilustra con un ejemplo a la inversa. “Es como pedirle a Gerard ir a Barranquilla a jugar por el Júnior. Por amol”, bromea. En la declaración, lamenta con gestos muy expresivos la insignificancia de España para la fortuna que ha acumulado en su trayectoria. “Lo que me genera España en términos de negocios, de ingresos, es minúsculo, puede ser comparable con Turquía o Grecia”.
“Miles de personas dependen de mi reputación”
“Aquí estoy, con un problema penal en un país que no me genera casi nada de mis ingresos”, insiste Shakira en la última fase de su declaración, en la que queda al borde de las lágrimas al explicar las repercusiones del caso para ella y su entorno. “Sinceramente, su señoría, no conozco a nadie que esté en un proceso penal por tener un novio. Por eso siento que es tan injusto y surreal”, afirma. Shakira reivindica su trayectoria profesional. Empezó a cantar y componer a los 13 años. “He sido una trabajadora nata, es como me han criado. Soy una obrera”. Cree que el daño sufrido es “irreparable”, y se muestra preocupada por la repercusión a la Fundación Pies Descalzos, que creó con apenas 18 años.
“[La fundación] trabaja por la infancia y la educación, atendemos a 7.000 niños. Es una obra que es tan importante como mi carrera o más”, afirma. Cree que el proceso judicial ha puesto en riesgo su labor filantrópica. “Para mantener esta obra tengo que congregar a gente del sector privado y del gubernamental. Y este proceso está dañando mi reputación y mi credibilidad, de la que dependen miles de personas. Es una de las cosas que más me ha dolido, de las más difíciles de este procedimiento penal”. “Para mí ha sido devastador, sobre todo traumático por los niños”. Supo que le habían abierto inspección fiscal en Estados Unidos, donde estaba tratándose las cuerdas vocales y tenía que comunicarse por señas porque no podía ni hablar. Y exigió explicaciones a los asesores.
“Si me lo hubieran dicho, me habría hecho residente al minuto uno″
Shakira dice que nunca ha reparado en gastos para rodearse de los más competentes. Eligió a una de las big four, PriceWaterHouse. “No dejé mis asuntos en manos de inexpertos o familiares… Contraté a los mejores”. Asegura que la consultora nunca le advirtió de ningún riesgo. “Me dijeron que para ser residente fiscal española tenía que pasar 183 días en España, cosa que no hice”. Cuando supo que Hacienda reclamaba información, exigió a los asesores total transparencia. Y añade que ha abonado todas las reclamaciones económicas que le ha exigido la Agencia Tributaria. “Pagué todo, hasta el último peso, el dinero nunca ha sido lo más importante para mí. Hay otras cosas para ser tratada como presunta delincuente”, dice dolida. En un momento, ella y Piqué llegaron a grabar una reunión con PwC. “Mi primera reacción fue de enfado. Quería saber qué me habían dicho todo ese tiempo”. Pero los asesores insistieron en que hacía lo correcto. Y ella lo sigue pensando. “Si alguien me hubiera dicho, en el minuto uno me hubiera hecho residente. A mí no me interesa cometer un delito para acumular más dinero (…). Hay cosas que van por delante del dinero, como la dignidad”.