viernes, 25 de abril de 2025
Valle de Corcovado, 1902. Foto Sir Thomas Holdich

Más allá de lo que dicen los documentos en los que nos basamos hasta aquí para reconstruir los procesos sociales de parte del pasado de Corcovado, sus pobladores construyen un relato a través de sus recuerdos o de lo que les transmitieron sus mayores. En este capítulo agrupamos esos recuerdos por temas en base a entrevistas realizadas en el año 2002.

Llegar, instalarse, trabajar…

Recurriendo a la memoria, en la expresión de los vecinos de Corcovado, el acto de ocupar tierra y elegir un sitio en que vivir y consolidar una familia es narrado como un proceso de búsqueda, de sacrificio y de trabajo. Varios de los primeros habitantes, aquellos que llegaron hacia fines del siglo XIX y principios del XX, de a poco fueron instalándose en el lugar para trabajar y vivir.

Así lo recuerdan algunos de sus hijos:

“Mis padres, José Castro y Rosalía Arratia, vinieron de Chile. No me acuerdo en qué año. Mi padre traía un solo hijo varón de Chile, los demás somos argentinos. Ellos llegaron a trabajar acá arriba donde está Alberto Sánchez, arriba ahí había una estancia grande que era de Ricardo Willams. Era antiquisimo, era el primero ese hombre. Ahí trabajaba mi padre, ahí naci yo y nos criamos por muchos años. Realizaban trabajo de campos, le ayudábamos todos, tempranito trabajar”. Dina M. Castro.

“Mi papá era Avelino Novoa, mi mamá Emelina Figueroa, eran chilenos. A Corcovado llegaron… mi mamá en 1931, papá estaba antes, más o menos en el 1929. Vinieron de San Martin de Los Andes, vinieron en carro para entonces. Si… porque yo nací acá, eran 10 hermanos y vinieron en carros. Trajeron dos carros, trajeron unas pocas ovejas algunas vaquitas y caballos. Bueno en ese tiempo mi papá trabajaba con Don Luis Torres que vivía acá al otro lado y ahí, en esa casa de Don Luis Torres nací yo. Esa casa todavía está en pie. La casa era de palo amordazado… todavía está la casa esa. Mi padre trabajaba con él en siembra, alambrado, y eso. Con Don Luis Torres. Yo nací acá, así que en esos años… yo era bebé claro… y mis hermanos, los mayores, le ayudaban. Mi mamá se ocupaba de ayudarle a la Sra. de Don Luis en huerta y eso”. Cruz Del Carmen Novoa.

“Mis padres eran Santiago Bustos y María Elvira Rojas. Mi padre nació en Chile pero no sé en qué parte y mamá era nacida en Neuquén. Llegaron a Corcovado en el año 1926. Vinieron por el cordón de cordillera nomás… de a caballo, no habían rutas. Los primeros años en Corcovado se hacía como se podía porque no había nada, nada, nada… no había caminos, no habían puentes, nada… ni una cosa…, solamente se buscaba un campo donde ubicarse y ahí hacer algo, poder criar algún animalito. Antes uno llegaba, alambraba una parcela y hacia cualquier trabajo, cualquiera trabajo… así sea con bueyes, de a caballo, puestero, arador, esquilador, todos esos trabajos que eran los trabajos de antes que ya ahora no se hacen”. Ruperto Bustos.

 

“Mis padres eran Carlos Jara y Matilde Hidalgo, mi padre era chileno y mi madre era argentina. Mi papá llegó en el año 1901, mi padre trabajaba con carros de bueyes, mi madre era ama de casa, yo les ayudaba a mis padres porque había que traer el pan a la casa, la vida era más buena que ahora pero había más sacrificio. Le ayudaba a mi madre a limpiar la casa, y a hacer las cosas de la quinta”, Elcira Del Carmen Jara.

“Mis padres eran David Griffiths y Mercedes Cadagan. Mi papá creo que llegó en barco, llego a Madryn y después llego acá por tierra, mamá no se…creo, seguramente de a caballo. Acá en el tiempo que yo nací era un lugar muy solo no había más que… dos o tres casas. Mi padre era carpintero, talabartero, herrero. Cuando mi padre murió y quedamos huérfanos mi mamá tenía que hacer de madre y de padre a la vez. Tenía unas poquitas ovejas y vacas.” David Arturo Griffiths.

Las modalidades de acceso a la tierra se caracterizaron por la espontaneidad. Es claro don Ruperto Bustos al decir que “uno llegaba, alambraba una parcela y hacía cualquier trabajo”. Esos trabajos, eran los que en muchos casos permitían acumular cierto capital e introducir mejoras en las parcelas para solicitar a las instituciones del Estado su permiso de uso y ocupación.

Esta modalidad de búsqueda de tierra y de trabajo tiene su contraparte en la existencia, cercana a la zona de Corcovado, de estancias con otra escala de producción, dedicadas a la ganadería extensiva. Ellas constituían un importante centro de captación de mano de obra que se desarrollaba con mínimas inversiones de capital y escasa atención a sus trabajadores.

Doña Uberlinda Jaramillo recuerda que a su esposo “lo mandaban todo el tiempo a distintos puestos, Primero él trabajaba con los arreos y ahí andaba más o menos bien porque a él le pagaban bastante, pero después tuvimos otras épocas que vivíamos mal ¡peor que animales!, no teníamos vicios, vivíamos en casas como taperas!. Recién vino a mejorar con el General Perón, ahí tuvimos mejores sueldos, vicios y se hicieron los puestos de ladrillo.”

Libro “Corcovado, historias y recuerdos”

 

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