viernes, 14 de febrero de 2025

La vitivinicultura en Chubut ha experimentado un notable crecimiento en las últimas décadas, consolidándose como una actividad agroindustrial de gran potencial. Darío González Maldonado, ingeniero agrónomo y enólogo con 25 años de experiencia en la Patagonia, destaca la evolución de esta industria y los desafíos que enfrenta para su consolidación.

Los inicios de la actividad vitivinícola en Chubut

El proceso se remonta a 1989, cuando Bernardo Weinert llevó a El Bolsón distintas variedades de vides provenientes de Mendoza. Tras observar que algunas variedades tenían potencial pero requerían más sol, se trasladó a El Hoyo, adquiriendo una chacra de 22 hectáreas en el faldeo del Currumahuida. Desde 1999 hasta 2007, se fueron plantando viñedos hasta alcanzar las 20 hectáreas.

Las primeras cosechas, entre 2003 y 2005, fueron enviadas a Mendoza para microvinificaciones. Finalmente, en 2005, Weinert decidió construir una bodega en El Hoyo, inaugurada en 2006. Ese año se produjo la primera elaboración bajo el nombre “Primera Partida”. En 2007, nació “Piedra Parada”, el primer vino emblema de la región. “El primer vino fue un blend, que era un corte 70% Merlot, 30% Pinot Noir”, recuerda González Maldonado.

A partir de 2010, la actividad se expandió hacia Trevelin, Paso del Sapo, Gualjaina y Sarmiento, consolidando a Chubut como una región vitivinícola emergente. Actualmente, hay 18 bodegas y numerosos viñedos distribuidos en tres macro regiones:

  • Cordillera: vinos con alta acidez, gran expresividad aromática y menor contenido de alcohol.
  • Meseta: vinos más estructurados, con notas minerales y frutales en conserva.
  • Costa: vinos con una combinación intermedia entre la cordillera y la meseta, con influencia marina.

“Chubut se destaca por producir uvas de gran calidad debido a su clima y la ausencia de plagas significativas, lo que facilita una viticultura orgánica. “Yo creo que este es nuestro gran caballito de batalla, que es la producción de uvas muy sanas, y para los entendidos, un gran vino se inicia en el viñedo, la gente cree que uno hace magia dentro de la bodega, y la verdad que con uvas muy sanas y muy buenas, nosotros tenemos grandes posibilidades de hacer excelentes vinos”, asegura González Maldonado.

Producción y comercialización

Las bodegas en Chubut son pequeñas en volumen, con producciones que oscilan entre 3.000 y 100.000 botellas anuales. Otronia, en Sarmiento, es la más grande con 150.000 botellas, la sigue Patagonia Wines con 70.000 y las restantes 16, no llegan a las 10.000 botellas anuales. La mayor parte de la producción se comercializa en vinotecas, restaurantes y como suvenir en las visitas turísticas. Hasta el momento no hay presencia significativa de vinos chubutenses en grandes supermercados.

“El que viene a Chubut, viene a tomar vinos muy exclusivos, que no lo va a conseguir en otra parte. Como somos zona muy turística, ya sea la cordillera, la meseta o la costa, son vinos que se pueden vender al turista, y eso es lo que llamamos nosotros el enoturismo”, explica González Maldonado

El enoturismo juega un rol clave, con bodegas que integran la experiencia vitivinícola con actividades turísticas, gastronómicas y culturales. Se busca potenciar esta sinergia para fomentar el turismo todo el año.

Desafíos y oportunidades

“Ya tenemos corroborado que en toda la provincia donde se ha plantado viña, la viña da pero estamos muy chiquitos”, manifiesta González Maldonado, quien entiende que para fortalecer la industria se necesita de políticas públicas que promuevan la actividad. Propone un modelo basado en el desarrollo de corredores vitivinícolas en tierras fiscales con infraestructura básica de caminos, energía y agua, similar al exitoso caso de San Patricio del Chañar en Neuquén. Esto permitiría atraer inversores y aumentar la superficie cultivada.

“Si tomamos 500 hectáreas de tierras fiscales, sean provinciales o municipales, y se juntan uno, dos, tres, cuatro municipios, y dicen ‘hacemos todo ese corredor a la orilla de la ruta 25, de la 3, de la 40, de la 26 o de la 12, cualquiera de esas rutas, y armamos esos módulos’ de 30 o 50 hectáreas cada uno. Y a la gente le proveemos un buen camino, energía eléctrica y agua, que ellos hagan la inversión de tranqueras hacia adentro. Yo te digo que con eso haces un vuelco de 180 grados en la viticultura”, afirma.

Y sostiene que “hay bodegas grosas de Mendoza que algunas no tienen inversiones en la Patagonia, y el sello Patagonia les seduce. Entonces, el primero que levante bandera y haga ese trabajo, va a pasar al frente”.

Además, se requieren incentivos para pequeños y medianos productores, capacitaciones y mejoras en la logística y comercialización. Si bien las limitaciones en infraestructura eléctrica y la dispersión de los viñedos son obstáculos, el potencial es inmenso.

“Hoy tenemos la seguridad que elaboramos un producto premium, de muy alta gama, pero con esto no nos alcanza, nos falta volumen”, resalta.

La vitivinicultura en Chubut es una industria en crecimiento con productos de alta calidad y gran potencial de desarrollo. Con el apoyo adecuado y una planificación estratégica, podría repotenciar la economía de algunas regiones de la provincia y consolidarse como una referencia en la producción de vinos a nivel nacional e internacional.

 

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1 comentario

  1. Mirta Noemí MELICHE VILLA BOSCH PCIA DE BS AS ARGENTINA AMIGA DE LA GERMANA DANNY MENDOZA BEATHA POLACA MARTHA JEANETTE DE COLOMBIA on

    Excelente la descripción del Ingeniero…..amante defensor y desarrollista de la vitivinicultura en CHUBUT..

    MIL FELICITACIONES DARIO POR DI CLARIDAD Y EMPUJE HACIA UNA INDUSTRIA … AUN EN PAÑALES Y CON GRAN POTENCIAL…..

    SU SABIDURIA Y ENTUSIASMO SOBRE EL TEMA SERIA BUENISIMO QUE LOS INTENDENTES Y GOBERNADOR LAS TUVIERAN EN CUENTA

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