El tramo inicial del mandato de Milei estuvo atravesado por una economía al rojo vivo, con indicadores que no se registraban desde la pandemia, o incluso desde las grandes crisis. Las promesas cumplidas y las asignaturas pendientes.
Ha transcurrido un mes desde la asunción de Javier Milei como presidente de la Nación. Fueron semanas de notable agitación política, económica y social, propia de una alternancia tan radical y de una gestión que viene haciendo del shock su modus operandi.
En términos económicos, es prematuro hacer un balance concluyente, pues hay variables que son esencialmente intertemporales y otras que actúan con rezago. Sin embargo, hay elementos que se pueden someter a un análisis simple: la comparación entre lo prometido y lo decidido.
En el terreno de lo incumplido, encontramos que parte del ajuste fiscal se financiará con una mayor carga tributaria. En el comercio exterior, por ejemplo, se estableció un aumento generalizado de las alícuotas de los derechos de exportación y del impuesto PAIS para las importaciones. Asimismo, destaca la intención de reinstaurar el impuesto a las ganancias, cuya eliminación había sido apoyada y votada en septiembre por el entonces diputado Javier Milei.
Para el Gobierno arribar al superávit fiscal primario este mismo año es una prioridad, y su consecución no es factible ajustando únicamente el gasto público. No obstante, el aumento de los gravámenes resulta contradictorio respecto no solo de las promesas de campaña, sino también del cuerpo de pensamiento libertario, según el cual los impuestos son considerados “un robo”.
“El ajuste lo paga la casta” es, quizás, el lema electoral que peor envejeció. “Estamos haciendo un esfuerzo, donde el 60% del mismo recae en la política y el 40% en el sector privado”, había dicho el presidente en un video subido a Instagram. La efectista frase original se ha transformado en un mix 60-40, de dudoso cálculo. Entretanto, la palabra “casta” ha desaparecido del léxico del partido gobernante.
Entre las promesas cumplidas encontramos una muy amplia liberalización de los mercados. La misma fue materializada a través del extenso y muy cuestionado Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023 (DNU), y pretende ser profundizada con el envío al Congreso de la denominada Ley Ómnibus, que comenzó a tratarse ayer en comisiones.
Institucionalmente, la economía argentina es hoy muy diferente a lo que era un mes atrás. En términos generales, se puede consignar que hay una menor injerencia estatal en la fijación de precios y cantidades ofrecidas en los mercados, un mayor grado de apertura al comercio internacional, y un marco regulatorio más propicio para llevar adelante privatizaciones de empresas públicas. Nada que Milei no haya avisado en campaña. En el camino quedó, por ahora, la reforma laboral incluida en el DNU, a raíz de una medida cautelar dictada por la Justicia sobre el correspondiente capítulo.
Pero otra coincidencia entre lo anunciado antes de la asunción y lo efectivamente sucedido radica en la agudización de los problemas económicos de nuestro país. En resumidas cuentas y en palabras del presidente, la estanflación está entre nosotros.
Inflación y salarios
El sinceramiento de muchos precios de la economía (entre ellos, el tipo de cambio oficial y los combustibles) habría provocado en diciembre el mayor índice de inflación mensual en más de 3 décadas.
El relevamiento de precios minoristas (RPM) de la consultora EcoGo arroja para diciembre una inflación estimada del 29,1% respecto de noviembre, con alimentos creciendo al 34% mensual. Las estimaciones para este rubro de la consultora LCG son más alarmantes: calcularon para las primeras 4 semanas del mes pasado un alza acumulada en alimentos y bebidas del 36,1%. El impacto de estos indicadores en términos de pobreza e indigencia será notable.
Por lo pronto, ya se difundió el índice de precios al consumidor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (IPCBA), que registró en diciembre una variación mensual del 21,1%, con alimentos y bebidas creciendo al 30,4%. Estos guarismos oficiales están por debajo de las estimaciones privadas, aunque están elaborados con una canasta de bienes diferente a la del índice nacional.
La aceleración en el ritmo de aumento de los precios tiene su correlato en términos de poder adquisitivo. Según estimaciones de la consultora Equilibra, los salarios reales de Argentina cayeron en diciembre un 10,9% mensual, rompiendo el récord de la serie registrado tras la salida de la convertibilidad, en 2002.
Consumo y construcción
La contracción del poder de compra de los ingresos tuvo en diciembre un fuerte impacto en el consumo. Según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas se desplomaron un 13,7% interanual y un 11,2% mensual en diciembre. “Los consumidores se encontraron en el cierre del 2023 con un cambio de precios abrupto en los bienes y servicios, que limitaron su capacidad de compra”, señalaron desde la entidad.
En particular, las ventas navideñas y de Reyes Magos mostraron la misma tendencia, y cayeron con relación a igual fecha del año anterior un 2,8% y un 13,6% respectivamente.
La construcción también siente el impacto de la crisis, sobre todo por la paralización de varias obras públicas como parte del programa de recorte fiscal. De acuerdo con la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland (AFCP), los despachos de cemento dentro de Argentina registraron una caída del 13,3% interanual en diciembre, y alcanzaron el nivel más bajo desde la pandemia (junio 2020).
Dato
La obra privada también se vio resentida. El Índice Construya, que mide la evolución de los volúmenes vendidos al sector privado de un conjunto de productos para la construcción, mostró el mes pasado una caída del 17,4% con respecto a diciembre de 2022, ubicándose también en niveles de pandemia.
Un termómetro de lo que sucede en la industria nacional es el sector automotriz. De acuerdo con la Asociación de Fábrica de Automotores (ADEFA), la producción de vehículos cayó en diciembre un 0,4% interanual.
El dólar recalentado
Una de las medidas incluidas en el paquete de urgencia del Gobierno, anunciado por el ministro de Economía Luis Caputo a pocos días de la asunción, fue una brusca devaluación del peso, incrementando en más de un 100% la cotización oficial del dólar.
Una de las señales auspiciosas de los mercados en aquellos días era la calma de los dólares paralelos, pese al salto devaluatorio en el segmento oficial. Ello permitió reducir la brecha a los niveles más bajos desde 2019, lo que se percibía como una muestra de confianza entre los operadores.
Las cosas han cambiado en el transcurso de las semanas posteriores, y la brecha con el tipo de cambio oficial mayorista oscila ahora entre el 38% y el 47%, según la cotización paralela que se tome. El indicador llegó a estar por debajo del 10 % hace menos de un mes.
Los dólares financieros iniciaron antes de fin de año un rally alcista que los llevó a tocar nuevos máximos nominales históricos. El dólar MEP cerró la jornada de ayer martes 9 de enero vendiéndose a $1.160,38, lo que representa una suba de casi $230 en tan solo 10 ruedas. Por su parte, el dólar contado con liquidación cerró ayer a $1.195,39 y acumula en las últimas 10 ruedas un salto de casi $325.
En el mercado informal, el dólar blue reaccionó con fuerza en la jornada del martes, subiendo $70 en solo un día y cotizando en un nuevo récord nominal en el microcentro porteño ($1.120 en la punta vendedora).
El Gobierno apuntó a la actitud del Congreso ante el proyecto de la Ley Ómnibus y a las cautelares contra el DNU como causas de las subas de los dólares paralelos. “Lo que vimos en el mercado financiero puede ser apenas una muestra gratis de lo que puede suceder si lo que nosotros planteamos como el cambio la política no lo acompaña”, sostuvo el vocero presidencial, Manuel Adorni en su conferencia de prensa de ayer.
El aumento de la brecha cambiaria es una señal de un resurgimiento de las expectativas devaluatorias, posiblemente motivadas por el fogonazo inflacionario combinado con un régimen de crawling peg a tasas reales muy negativas.
Por lo pronto, el nuevo tipo de cambio le ha permitido al Banco Central acumular dólares en sus arcas en semanas que, estacionalmente, son de escasas liquidaciones de divisas. Así, el stock de reservas internaciones brutas se recuperaron en más de U$S 2.000 millones en este mes de gestión de Javier Milei.
Por Alan Agustini para el Diario de Río Negro