sábado, 27 de julio de 2024

Las muertes por sobredosis se han multiplicado por cinco en EE.UU. y no solo caen los yonquis. También miles de personas que compran analgésicos en el mercado negro. Muchos mueren sin saber que, en realidad, tomaron fentanilo, uno de los opiáceos más potentes y peligrosos

Se tomó la pastilla y se fue a dormir. Minutos después sufrió un paro cardiaco seguido de un fallo multiorgánico. Pocos días más tarde fallecía en un hospital de Sacramento, Estados Unidos. Jerome Butler, camionero de 28 años, solía tomar Norco, un analgésico compuesto por paracetamol y el opioide hidrocodona. Había empezado a consumirlo con la receta de un facultativo, pero terminó buscándolo en el mercado negro. Así llegó hasta aquella pastilla fatídica.

Él no lo sabía, pero aquel fármaco adquirido de forma clandestina no era Norco y, además, contenía altas dosis de fentanilo, uno de los opioides conocidos más potentes y macabros, protagonista de una epidemia de sobredosis extendida por todo Estados Unidos.

Muchas pastillas compradas en el mercado negro contienen fentanilo sin que el consumidor lo sepa

Esa misma remesa de la droga que mató a Butler causó 52 sobredosis y 12 muertes en Sacramento en unas pocas semanas; desde un adolescente de un barrio rico a un jubilado. En 2015, la DEA (Agencia Antidroga de Estados Unidos) advirtió sobre los peligros del fentanilo, mientras Canadá declaraba una crisis de salud pública ante las elevadas sobredosis causadas por esta sustancia.

Víctima colateral. La policía sorprendió en Ohio a esta pareja con su hijo de cuatro años y publicó esta foto «para concienciar sobre la epidemia que sufre Estados Unidos»

Sintetizado por primera vez en 1960 por el farmacólogo belga Paul Janssen, el fentanilo es un potente analgésico y anestésico de la familia de los opiáceos, con un efecto 50 veces más poderoso que la heroína y 100 más que la morfina. Se consume inyectada, pero también por vía oral, en pastillas o piruletas o por absorción cutánea a través de parches. Correctamente administrado con la prescripción de un facultativo, el fentanilo no es peligroso. Suele utilizarse para el tratamiento de dolores agudos, a menudo asociados al cáncer, pero también como apoyo e inducción de la anestesia general durante cirugías. De hecho, los soldados del ejército estadounidense heridos en combate son tratados con piruletas de fentanilo.

El fentanilo que se produce en laboratorios clandestinos y se vende en el mercado negro es, sin embargo, letal. A menudo se mezcla con heroína, lo que aumenta su efecto, y en muchos casos se consume de manera inconsciente, sin que el usuario conozca la verdadera composición de la droga que está tomando. Además, la dosis que sirve de analgésico para una persona puede matar a otra. El fentanilo puede ser letal a dosis tan bajas como 0,25 miligramos. Y en caso de sobredosis, los efectos son tan inmediatos que a menudo los servicios de emergencia no llegan a tiempo. De ahí la oleada de muertes que está causando y el hecho de que muchas de las víctimas sean encontradas con la jeringuilla en el brazo. A veces, el deceso se produce en apenas tres minutos.

La muerte que llego de China
Empezó a sintetizarse en China (por eso se la conoce como ‘China white’), donde su producción es legal, y los cárteles mexicanos comenzaron a importarla desde el país asiático para introducirla en Estados Unidos, pero en realidad no es una droga nueva. Entre 2005 y 2007, el fentanilo fue responsable de al menos 1000 muertes en varias ciudades norteamericanas como Chicago, Detroit o Filadelfia. Cuando las autoridades desmantelaron el laboratorio mexicano que la producía, la droga desapareció de la noche a la mañana. Unos años después, sin embargo, volvió poco a poco a las calles estadounidenses. Las muertes por sobredosis de fentanilo se han cuadruplicado entre 2016 y 2021.

En caso de sobredosis, los efectos son inmediatos. La muerte puede producirse en apenas tres minutos

Se produce en laboratorios clandestinos controlados por varios cárteles de la droga, incluido el de Sinaloa, se introduce por la frontera de México con California y Arizona y se distribuye por todo el país, especialmente en las urbes de la costa este. Para los ‘señores de la droga’ es un negocio redondo: su fabricación es más sencilla y económica que la de la heroína, pues es una droga puramente sintética, y su potencia permite adulterarlo de diferentes maneras y disparar su rentabilidad.

Según la DEA, un traficante puede comprar un kilo de polvo de fentanilo por 3300 dólares y venderlo por un millón en la calle. Para el consumidor es más barata que la heroína (unos 30 dólares la pastilla) y su subidón es más rápido y poderoso. También hay quien lo compra on-line desde China y lo recibe directamente en su buzón.

Prince, víctima ilustre del fentanilo. Sufría dolor crónico en su cadera por eso caminaba con bastón y estaba enganchado a los opioides. Fue víctima de una sobredosis accidental de fentanilo. En su casa se encontraron píldoras etiquetadas como paracetamol e hidrocodona, un opioide mucho menos potente. En los análisis, sin embargo, los comprimidos dieron positivo en fentanilo. Los investigadores creen probable que Prince no conociera su composición y que los habría obtenido en el mercado negro

A primera vista, ni siquiera los expertos distinguen si una pastilla comprada en el mercado negro (y camuflada bajo la apariencia de otra medicación) contiene fentanilo. Es necesario analizarlas. Además, según la DEA, la formulación clandestina del fentanilo puede llegar a tener un efecto letal incluso por inhalación de partículas suspendidas en el aire o al entrar en contacto con la piel. De hecho, algunos de sus agente han tenido que recibir tratamiento médico tras participar en operaciones para incautar la sustancia.

Superando a la heroína
Los números, desde luego, son alarmantes: en 2014 Ohio registró 514 muertes relacionadas con la droga, en Maryland fueron 185, 397 en Florida… En Nuevo Hampshire, uno de los Estados más afectados, hay cinco veces más muertes por fentanilo que por heroína, registrándose 151 fallecimientos en 2015. Pero el fentanilo es solo la última pieza de un problema más grave y complejo: la epidémica adicción a los opioides que sufre Estados Unidos desde hace dos décadas. Según el Centro de Control de Enfermedades, cada día 44 personas mueren por una sobredosis de analgésicos prescritos en un país cuyos médicos extienden más de 200 millones recetas de estos fármacos al año. Es más, sumadas estas muertes a las causadas por heroína y otros opiáceos, la cifra se acerca a las 30.000 personas anuales.

Sobredosis en masa. Redada en Huntington, Virgina. Los consumidores de heroína ignoran muchas veces que la droga que toman está cortada con fentanilo.

El origen del problema se remonta a los años noventa. Con el apoyo de las asociaciones médicas empezaron a recetarse opioides contra dolores crónicos para júbilo de farmacéuticas como Purdue Pharma, que puso en el mercado uno de los analgésicos más potentes hasta la fecha: la oxicodona. Se prescribía como un fármaco seguro para el dolor no agudo. Pero no lo era. Familias enteras terminaron enganchadas: desde los peones de obra, para mitigar un dolor de espalda, hasta los adolescentes con lesiones deportivas.

La droga ya tiene un nuevo competidor: el carfentanil, cien veces más potente y utilizada para tranquilizar elefantes

Los opioides funcionan en las áreas del cerebro que controlan el dolor y las emociones, elevando los niveles de dopamina –conocida como la hormona de la felicidad– y produciendo una intensa sensación de euforia. Pero, a medida que el cerebro se acostumbra a esa sensación, a la droga le cuesta más producir esos niveles de analgesia y bienestar, lo cual conduce a la dependencia y la adicción.

Marea de yonquis. En Estados Unidos, los centros de desintoxicación están saturados y muchos seguros médicos no cubren ese tipo de tratamientos.

Cuando las autoridades sanitarias se dieron cuenta del problema y establecieron protocolos más estrictos para la prescripción de fármacos como la oxicodona o la hidrocodona, los precios subieron, el acceso de los usuarios se complicó y los adictos empezaron a buscar alternativas en la calle. Primero fue la heroína, que ya no es la droga bohemia ni marginal de antaño y que golpea también a las clases medias y blancas de los suburbios y las zonas rurales. Ahora el fentanilo amenaza con desbancarla de su macabro reinado. No en vano, las muertes anuales por sobredosis de heroína y opiáceos sintéticos como el fentanilo se han multiplicado por cinco, pasando de 5300 a casi 20.000, en apenas siete años, según datos del gobierno norteamericano.

Aunque en Estados Unidos el goteo de incautaciones de la droga es constante y se han desmantelado varios laboratorios clandestinos al otro lado de la frontera, la epidemia de muertes por fentanilo no parece tener una solución sencilla. Para empezar, porque los centros de desintoxicación están saturados y muchos seguros médicos no cubren el tratamiento para desengancharse de los opioides.

Por si todo esto fuera poco, la droga ya tiene un nuevo competidor: el carfentanil, una variante 100 veces más potente, utilizada para tranquilizar elefantes, sobre cuyo peligro ya ha alertado la DEA. Los traficantes la consiguen en China, donde no es una sustancia controlada, y la cortan con heroína. Ya ha causado la muerte a cientos de personas.

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